La violencia en las escuelas es un fenómeno mundial que afecta a ricos y pobres, pero asume características locales propias. En Brasil las niñas pasaron a destacarse últimamente por su agresividad.
Es ”impresionante el cambio en los dos últimos años” entre las estudiantes del sexo femenino, destacó a IPS Miriam Abramovai, investigadora que presentó un estudio sobre el tema en el Congreso Iberoamericano sobre Violencia en las Escuelas, que se llevó a cabo en Brasilia el miércoles y jueves.
Las niñas ahora ”reaccionan, pelean mucho, en general por disputas de novios”, observó Abramovai, que hace dos años participó en una investigación sobre la violencia en torno a las escuelas y ahora en otra sobre su presencia en la dinámica interna de las mismas.
El trabajo, titulado ”Victimización en las escuelas”, reveló que 83,4 por ciento de los 12.312 alumnos entrevistados en cinco capitales estaduales de Brasil señalaron hechos violentos en las instituciones donde estudian.
Los robos fueron los hechos más frecuentes registrados, pero 12,1 por ciento dijeron haber visto a compañeros con pistolas dentro de la escuela, y un porcentaje mayor identificó navajas de bolsillo y cuchillos.
El fenómeno de la violencia escolar femenina creciente fue confirmado a IPS por ”Marcela”, de 18 años, que prefirió no dar su verdadero nombre. La mayoría de las peleas físicas y verbales ahora son entre niñas, señaló esa estudiante, que espera concluir en pocos meses su enseñanza básica, de ocho años en Brasil.
Hace poco, una adolescente salió muy herida de una pelea ”a puñetazos y arañazos” dentro de una escuela en la que estudian cerca de mil alumnos. Celos de un novio fueron la causa de la agresión, contó.
Este año, esa escuela, ubicada en un barrio de clase media de Río de Janeiro pero frecuentada por muchos jóvenes de las ”favelas” (barrios marginados y hacinados) cercanas, está tranquila en comparación con el año pasado, comentó ”Marcela”.
En una de ellas un joven, muy golpeado por un compañero, ”desfalleció y tuvo que ser hospitalizado, e intervino la policía”, sólo porque la víctima molestó a la hermana del agresor, observó.
La joven ha visto hechos de violencia peores, ya que vive en Rocinha, ”favela” en la que murieron doce personas hace tres semanas, en tiroteos entre dos bandas de narcotraficantes y la policía.
La presencia de ”gangs” o bandas juveniles es una característica de la violencia escolar en Brasil y otros países latinoamericanos según Abramovai, socióloga y profesora de la Universidad Católica de Brasilia.
La escuela es contaminada por el ambiente externo de criminalidad y tráfico de drogas, pero la violencia ”se genera también dentro de la escuela, en las relaciones irrespetuosas entre alumnos, entre profesores y alumnos”, destacó.
Falta diálogo y democracia en la enseñanza, los responsables no se dan cuenta de los maltratos ocurridos y a veces fomentan también brutalidades psicológicas, tan graves como las físicas, sostuvo la investigadora.
Un ejemplo es el de la hermana de ”Marcela”, que estudia en el mismo colegio y es llamada ”bruja” por un profesor, porque su nombre recuerda el de un personaje femenino que se destacó en la historia antigua por sus poderes dañinos. Sus compañeras siguen, por supuesto, el ”ejemplo” del docente.
Otro profesor es notoriamente adicto a drogas ilegales, y a veces da clase bajo efecto de alguna de ellas, acusó la estudiante, de cuya escuela fueron expulsados alumnos sorprendidos al consumir marihuana.
Todo eso contribuye a la mala calidad de la enseñanza, y combatir la violencia debe ser una prioridad de las políticas públicas, mediante un esfuerzo conjunto de organismos gubernamentales y la sociedad, concluyeron expertos de varios países reunidos en el Congreso Iberoamericano.
Ese encuentro fue preparatorio de un congreso mundial sobre el tema, que se prevé realizar en Brasil el próximo año, aún sin fecha y lugar definidos.
El Ministerio de Educación brasileño decidió ampliar un programa recomendado por la Organización de Naciones Unidas para Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que logró reducir significativamente la violencia escolar en siete de los 27 estados brasileños.
Ese programa, llamado ”Abriendo espacios”, consiste en fomentar la participación de la comunidad en prácticas deportivas, culturales y recreativas que se realizan los fines de semana en los locales escolares.
Algunos de los resultados obtenidos son disminución de la depredación de edificios escolares, menos conflictos entre alumnos y mayor participación de padres en la enseñanza de sus hijos.
Hasta ahora han adherido al programa 7.000 escuelas, a un costo de 3,50 reales (1,20 dólares) por persona al mes, muy inferior al costo de los daños evitados, según Jorge Werthein, representante de la Unesco en Brasil.