Una posición firme del Ministerio de Hacienda de Brasil en defensa de una moderación en el gasto público llevó finalmente a que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva sólo aumentara poco más de ocho por ciento el salario mínimo nacional. Lula justificó el aumento de 240 reales a 260 reales, que equivalen a 88 dólares, en que así habrá menos impactos en las cuentas públicas y se podrá invertir en infraestructura y proyectos sociales, como el Plan Hambre Cero puesto en marcha al inicio de se mandato el 1 de enero de 2003.