El plan del gobierno de Tailandia de privatizar la lucrativa empresa estatal de energía provocó protestas callejeras de decenas de miles de personas, en la mayor movilización convocada por un sindicato desde la asunción del primer ministro Thaksin Shinawatra, hace tres años.
Unos 50.000 manifestantes encabezados por el sindicato de la Autoridad de Generación de Electricidad de Tailandia (EGAT) protestaron este martes frente al edificio de la empresa, en las afueras de Bangkok, contra el plan de Thaksin de convertir al ente en una compañía que cotiza en bolsa a partir del 30 de abril y recaudar 1.800 millones de dólares mediante la venta de las acciones.
La manifestación de este martes fue la mayor desde que los funcionarios de EGAT y otros trabajadores se lanzaron a las calles el 23 de febrero para desafiar al gobierno. Ese día, protestaron cerca de 10.000 trabajadores de EGAT y otras empresas públicas.
En las protestas casi diarias realizadas desde entonces, la solidaridad hacia los empleados de EGAT ha crecido en forma incesante. Se estima que unas 30.000 personas se manifestaron en su defensa el pasado jueves.
Al movimiento contra la privatización se incorporaron sindicalistas de 41 empresas públicas, grupos de defensa de los derechos laborales, estudiantes y pobres urbanos, así como organizaciones no gubernamentales (ONG) de derechos humanos.
Algunos manifestantes portaban pancartas con leyendas como Privatizar la electricidad destruirá la sociedad tailandesa y Servicio y bienestar público antes que el dinero y el lucro.
Además de oponerse a la venta de EGAT, los líderes de su sindicato señalaron la falta de transparencia del acuerdo, acusaron al gobierno de ayudar a individuos políticamente conectados a beneficarse de la venta de acciones y expresaron preocupación por un posible aumento de las tarifas tras la privatización.
Las protestas por la venta de EGAT muestran al gobierno que el movimiento sindical tailandés es fuerte y no puede ser ignorado, declaró a IPS Junya Yimprasert, coordinadora de la Campaña Tailandesa de los Trabajadores, una ONG.
Esta es la primera vez que el movimiento sindical ha estado a la vanguardia de manifestaciones callejeras tan multitudinarias, celebró.
Hasta antes de estas protestas, las manifestaciones contra el gobierno eran pequeñas (cientos o unos pocos miles) y eran realizadas por grupos débiles o marginados, como los campesinos pobres, que protestaban contra la construcción de represas y gasoductos o injusticias burocráticas.
El gobierno, por su parte, restaba importancia a esas protestas y afirmaba que los manifestantes eran manipulados por terceros.
Así, se labró la imagen de un gobierno sin oposición pública. Pero observadores políticos opinan que a la administración no le será fácil concretar la venta de una de las empresas estatales más rentables de este país del sudeste asiático.
Esta vez, la composición de los manifestantes es diferente. Son universitarios y personas de clase media urbana, señaló en una entrevista Sunai Phasuk, representante en Tailandia de la organización estadounidense de derechos humanos Human Rights Watch.
Según Sunai, Thaksin debería preocuparse por el parecido de la actual situación con la de mayo de 1992, cuando cientos de miles de manifestantes se lanzaron a las calles para protestar contra el gobierno de facto del general Suchinda Kraprayoon. Las protestas, que fueron reprimidas brutalmente, desencaderon una serie de hechos que terminaron en la renuncia de Suchinda.
Surichai Wun' Gaeo, director de la Campaña por la Democracia Popular, un grupo independiente, dijo a IPS que se necesita un amplio debate público antes de que el gobierno siga impulsando sus políticas neoliberales y añadió que existe mucha preocupación porque EGAT es un monopolio.
El diario The Bangkok Post informó este martes que Thaksin aceptó dialogar con los líderes sindicales de EGAT, pero a la vez advirtió que él no es el tipo de persona que se derrumba bajo presión, por lo tanto no cederá a las demandas del sindicato de EGAT ni de sus partidarios de 41 organizaciones. (
