CUBA-ESPAÑA: Esperanza de distensión

El nuevo mapa político europeo surgido del resultado de las elecciones generales del domingo en España, puede marcar un cambio en las relaciones de Cuba con la UE, agravadas en el último año.

El presidente de Cuba, Fidel Castro, dio el lunes un primer paso de acercamiento, en un mensaje al líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), José Luis Rodríguez Zapatero, quien será investido como jefe de gobierno por el parlamento, en sustitución del derechista José María Aznar.

”Por este importante acontecimiento, que tendrá repercusión en la esfera internacional, le expresamos nuestro reconocimiento”, dice la carta enviada por Castro y dada a conocer este martes en espacios destacados de la prensa estatal.

Sin referencia alguna a las tensiones de ocho años entre su gobierno y el de Aznar, el gobernante cubano felicitó a Rodríguez Zapatero por ”su decisión de retirar de Iraq, antes del 30 de junio, las tropas españolas”.

Rodróguez Zapatero se comprometió a retirar las fuerzas españolas de territorio iraquí antes de esa fecha (prevista para el traspaso del poder de las fuerzas ocupantes a manos iraquíes) si la ONU no toma el control de las operaciones.

El todavía gobernante Partido Popular de Aznar fue aliado incondicional de Washington en la guerra emprendida en marzo del año pasado contra Iraq.

Castro consideró que más 1.000 jóvenes latinoamericanos enviados a esa nación árabe, por ”presiones y gestiones” de Aznar sobre países de la región, bajo el mando de la Legión Española, ”no tienen el deber de esperar hasta el 30 de junio” para regresar.

A su juicio, la muerte de cualquiera de esos soldados sería ”doblemente triste si, pudiendo impedirse de inmediato, no se impide, cuando la responsabilidad política del principal autor de esa medida ha sido barrida por el pueblo español”.

La tarde del domingo, la televisión cubana interrumpió en más de una ocasión sus programas habituales para informar sobre el sorpresivo resultado de los comicios en España, celebrados tres días después del atentado explosivo contra trenes de Madrid, en los que murieron más de 200 personas y 1.500 fueron heridas.

Medios diplomáticos interpretaron el inusitado interés periodístico por unas elecciones extranjeras como ”tácita” muestra del entusiasmo oficial por el fin de la era de Aznar, tenaz crítico del historial cubano de derechos humanos.

La noche del pasado viernes, en entrevista a un canal chileno de televisión, Castro había acusado a Aznar de engañar a su pueblo, con fines electorales, sobre la autoría del sangriento ataque del jueves 11.

”Ellos saben muy bien el origen del atentado en España (…) lo sabe perfectamente el gobierno de Estados Unidos (à) pero están mintiéndole al pueblo español, lo están engañando”, dijo Castro, quien recordó que ”extremistas islámicos” ya habían reconocido su responsabilidad.

En las dos primeras jornadas tras el ataque, Madrid y muchos medios de comunicación españoles sostuvieron con insistencia que las bombas fueron puestas por el grupo terrorista vasco ETA, pese a que la suma de pruebas indicaba la autoría de grupos extremistas árabes o islámicos.

El gobierno de Aznar, favorito según las encuestas, sabía que de confirmarse la tesis de la violencia islámica, que había amenazado a España por adherir a la guerra contra Iraq, perdería las elecciones, como ocurrió.

Marcando muy bien las diferencias, Castro envió sus condolencias directamente al rey Juan Carlos de España, en un mensaje que ”no pasó” por la embajada española en Cuba, según admitieron diplomáticos de esa sede.

Las relaciones cubano-españolas llegaron a un punto de máxima tensión el pasado año, luego del arresto y condenas de 75 disidentes y el fusilamiento de tres hombres que secuestraron una nave repleta de pasajeros para emigrar a Estados Unidos.

Para La Habana, el gobierno de Aznar (1996-2004) fue el principal instigador, junto al italiano de Silvio Berlusconi, de la ”hostilidad” con que la UE (Unión Europea) reaccionó al encarcelamiento de los opositores y las ejecuciones, entre marzo y abril de 2003.

Castro encabezó, inclusive, una multitudinaria manifestación de protesta frente a la embajada española en la capital cubana, el 12 de junio, y en la víspera calificó a Aznar de ”pequeño führer” y ”hombre lleno de complejos”.

Analistas en La Habana consideran que aun cuando no haya una mejoría ”sustancial” en las relaciones bilaterales, la política anunciada por Rodríguez Zapatero hacia América Latina permite avizorar un ambiente de distensión a corto plazo.

También resulta favorable a La Habana la postura anunciada por los socialistas españoles respecto de la dependencia de Estados Unidos, el conflicto en Iraq y las ”guerras preventivas” contra el terrorismo.

Inmerso en la campaña electoral con miras a su reelección en noviembre, el presidente estadounidense George W. Bush ha endurecido su política de bloqueo hacia Cuba en aras de forzar cambios democráticos y, por ende, de ganar votos en el sudoriental estado de Florida, santuario del exilio cubano contrario a Castro.

En ese sentido, las autoridades cubanas no descartan un aumento en espiral de la hostilidad estadounidense e intensificaron sus preparativos para la defensa del país ante un eventual ataque militar desde el exterior.

Analistas consideran que un gobierno menos hostil en España abre nuevas posibilidades en la relación con la UE, que aunque crítica aspectos de derechos humanos, rechaza el embargo estadounidense contra el país caribeño.

Varias medidas aplicadas por Bruselas en junio del pasado año luego de la ola de arrestos causaron gran irritación a La Habana, especialmente la decisión de invitar opositores a la celebración de las fiestas nacionales en las embajadas europeas.

Castro considera a los disidentes cubanos ”mercenarios que trabajan en Cuba al servicio de Estados Unidos”, y redujo al mínimo posible el intercambio con aquellos embajadores europeos que los invitan a sus agasajos.

Algunos contactos en los últimos meses entre Bruselas y La Habana en búsqueda de un acercamiento chocaron con la renuencia de las partes a ceder en sus posiciones.

El pasado fin de semana, el canciller cubano Felipe Pérez Roque dijo a su paso por Bruselas, en viaje a Ginebra, que el gobierno español había desempeñado ”un papel clave” en garantizar a Estados Unidos que el bloque europeo no tuviera una postura de apoyo y comprensión hacia Cuba.

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