El presidente de Argentina, Néstor Kirchner, reafirmó este lunes ante el Congreso que el gobierno no pagará la deuda externa a costa del hambre y la exclusión de miles de argentinos, sino mediante una estrategia que dará prioridad al crecimiento de la economía y la creación de empleo.
Kirchner hizo un balance de sus nueve meses de gestión y previó futuros desafíos, con fuerte hincapié en la defensa de la posición asumida al renegociar la deuda externa con acreedores privados, que el Estado dejó de pagar en diciembre de 2001, en medio de una grave crisis económica, social y política.
Queremos construir una Argentina moderna, que crezca con equidad y que se integre al mundo con dignidad, anunció el presidente. Y afirmó que los principales problemas del país derivan de la gigantesca deuda externa, que suma unos 180.000 millones de dólares, y un altísimo nivel de exclusión social.
En ese sentido, dijo que el crecimiento sostenido es la única garantía para cumplir con los compromisos externos y salir del actual default (cese de pagos). Lo hizo al inaugurar un nuevo período de sesiones ordinarias del Congreso ante el pleno de diputados y senadores, mientras unas 20.000 personas se manifestaban a favor del gobierno frente a la sede del parlamento.
No se trata de un capricho, de temeridad o verborragia, se trata de la fría y racional lectura de los números, alegó Kirchner en defensa de la propuesta de aplicar una quita de 75 por ciento a la deuda de más de 80.000 millones de dólares con inversores privados poseedores de papeles argentinos.
El presidente recordó que los organismos multilaterales de crédito solían responder a las crisis de los países en desarrollo mediante planes de salvataje destinados a evitar el contagio a otros países de la región, pero destacó que ahora exigen el cumplimiento de compromisos de pago sin otorgar nueva ayuda financiera.
Tal es el caso de Argentina, que desde la última crisis no recibió nuevos préstamos, y pagó compromisos con esos organismos por unos 7.000 millones de dólares.
Los argentinos, los organismos de crédito y los acreedores deben entender que la masa de recursos es la que existe y no puede incrementarse milagrosamente, arguyó Kirchner.
La posición de Buenos Aires causa malestar entre los países del Grupo de los Siete países más poderosos (G-7), en los que se concentra la mayoría de los tenedores de bonos argentinos.
Integran el G-7 Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón.
Ante legisladores, ministros, gobernadores y embajadores, el presidente reiteró su posición en vísperas del próximo vencimiento de deuda con el FMI, el 9 de marzo. Ese día Argentina debería pagar 3.100 millones de dólares de intereses, pero anunció que no lo hará si ese organismo no aprueba el cumplimiento de las metas acordadas.
Kirchner propuso incluso al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, elaborar posiciones conjuntas para negociar las deudas externas argentina y brasileña con el FMI, que son dos de las tres mayores, junto con la de Turquía.
Esa propuesta fue aceptada por el gobernante brasileño en Caracas, donde coincidió con Kirchner el fin de semana, y las conversaciones bilaterales comenzarán el 10 de marzo en Sao Paulo.
Brasil pagó el año pasado sus deudas y cumplió para ello la meta acordada con el FMI de lograr un superávit de 4,5 por ciento del producto interno bruto (PIB), mediante un fuerte ajuste fiscal. Pero el desempeño económico brasileño fue magro, con 0,2 por ciento de caída del PIB.
Mientras tanto, Argentina cumplió con la meta lograr un superávit de tres por ciento del PIB y logró un crecimiento económico de 8,4 por ciento, aunque ese destacado desempeño se dio a partir de niveles bajísimos y con suspensión del pago de deudas.
El gobierno argentina subraya que cumplió con creces lo acordado con el FMI, y que sólo el superávit fiscal en enero fue mayor que el que se comprometió a lograr en el primer trimestre del año. No obstante, el Fondo amenaza con no aprobar el cumplimiento de las metas si no se mejora la oferta a los acreedores privados.
Kirchner recordó que la deuda no es un problema creado durante su mandato, y sostuvo que no sólo es responsabilidad de los malos gobiernos que lo precedieron, sino también de quienes los prohijaron, protegieron y tomaron como modelo.
Los organismos multilaterales de crédito deben asumir la responsabilidad de haber prestado en momentos en que se ahondaba la crisis, dijo, y consideró que los inversores que compraron bonos también deben asumir que se dejaron llevar por la posibilidad de obtener atractivas ganancias, con importante riesgo de no cobrar.
En materia de logros, Kirchner destacó el crecimiento del PIB tras cuatro años de recesión, la tasa de inflación de apenas 3,4 por ciento anual, y los indicadores de aumento del consumo.
También remarcó que las inversiones crecen y que el superávit fiscal es el mayor obtenido en 20 años.
Argentina no sólo tiene que crecer, sino que tiene que crecer generando empleo, distinguió el gobernante, y en ese sentido exhibió la creación en 2003 de 1.900.000 puestos de trabajo, a un ritmo promedio de 70.000 por mes. Por cada punto de crecimiento del PIB se genera hoy tres veces más empleo que en los años 90, sostuvo.
En este sentido, comentó que sin un mercado creciente y demandante las inversiones se ubican en sectores especulativos, y advirtió de que las exportaciones con valor agregado no son suficientes para alcanzar un desarrollo con base sólida. Los bajos salarios no serán la base de la competitividad argentina, apuntó.
Kirchner criticó la política de subsidios agrícolas de los países desarrollados, y se refirió al proyecto del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) con una advertencia. Dijo que al país no le sirve cualquier ALCA, sino uno que contemple las diversidades y permita beneficios mutuos.
Tras la caída estrepitosa del modelo neoliberal que dominó la economía en los 90, Argentina está en el infierno, y las mejoras que se perciben son apenas un escalón en el camino de la recuperación, admitió.
No obstante, remarcó que en los meses que lleva de gobierno aumentaron la asistencia social y el presupuesto para educación, ciencia y nuevas tecnologías, mientras se ponían en marcha numerosos planes de construcción de vivienda y acceso masivo a los servicios de salud y medicamentos.
También destacó que su gobierno considera fundamental el respeto a los derechos humanos, y la mejora de la calidad de las instituciones e instrumentos legales para promover la transparencia y el combate a la corrupción. (