La Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) anunció que planea enviar una primera misión tripulada a Marte en 2033. Pero le esperan tres décadas de arduo trabajo en la creación de tecnologías, aún inexistentes, para lograrlo.
Nosotros tenemos un calendario detallado que debemos satisfacer antes de enviar una misión tripulada a Marte, dijo a Tierramérica el director de investigaciones de la agencia a cargo de misiones tripuladas, Dietrich Vennemann.
La ESA debe primero confirmar las premisas técnicas establecidas por sus ingenieros durante los últimos tres años, señaló.
La investigación de Marte forma parte del programa Aurora, lanzado en 2001 por la Unión Europea para la exploración del Sistema Solar.
El calendario hacia una misión tripulada al planeta rojo se abre en 2007 con una misión destinada a probar tecnología para el reingreso a gran velocidad de una nave especial a la atmósfera terrestre.
Esa misión es un primer gran desafío técnico. A fin de reducir la duración de una misión a Marte, hemos calculado que la velocidad mínima necesaria es 12 kilómetros por segundo. Hasta hoy, la ESA ha usado naves capaces de viajar a una velocidad máxima de 7,6 kilómetros por segundo. Entre ambas velocidades, y dadas las consecuencias sobre la resistencia de materiales que se derivan de ellas, hay una diferencia abismal, destacó Vennemann.
En 2009, si la ESA consigue alcanzar velocidades satisfactorias, enviará una primera nave de investigación biológica a Marte, a fin de obtener pruebas minerales y gaseosas del planeta rojo, con el fin de identificar huellas de vida pasada o presente. Estas pruebas serían transportadas a la Tierra entre 2011 y 2014.
Nuestras primeras misiones deberán operar con microtecnología que pueda ser transportada en una nave espacial y ser usada en Marte. Esa microtecnología va a ser desarrollada para el análisis en gran escala de las muestras minerales y gaseosas de Marte que consigamos traer a la Tierra, indicó a Tierramérica el director del programa Aurora, Franco Ongaro.
La ESA planea probar hacia 2014 tecnologías de apoyo a misiones tripuladas, como sistemas para respiración y equipo de protección contra la radiación solar. De 2014 a 2018 ensayará propulsión con energía solar, aterrizaje controlado, órbitas y armado de naves en el espacio.
Vennemann recordó que la atmósfera de Marte consiste mayoritariamente en bióxido de carbono, irrespirable para el ser humano, y que la radiación solar es mucho más elevada que en la Tierra. Antes de enviar astronautas a Marte, tenemos que desarrollar la tecnología necesaria para superar estos dos obstáculos, y ser capaces de establecerla en forma permanente y utilizable en ese planeta, precisó.
Además, los viajes espaciales tripulados realizados durante los últimos 40 años han durado no más de 400 días, y una misión tripulada a Marte durará probablemente unos mil días. Eso significa que tenemos que trabajar mucho para crear apoyos técnicos a la supervivencia en el espacio, apuntó el funcionario.
Ongaro afirmó que el envío de astronautas a Marte es indispensable para llevar a cabo una investigación exhaustiva, dado que robots y computadoras disponen de una capacidad reducida de análisis.
En la historia de la investigación científica, todos los descubrimientos han sido realizados por humanos. Los robots sólo ha repetido experiencias ya conocidas, arguyó.
Por otro lado, ver astronautas en el espacio ha motivado a miles de jóvenes a estudiar matemáticas, biología o física, y ha ayudado a fortalecer nuestro desarrollo científico, comentó el director del programa.
Sobre el costo de una misión tripulada a Marte, Ongaro opinó que sería una buena inversión para Europa, ya que representaría menos de un dólar anual por persona, y gastamos un promedio de 50 dólares en cosméticos por persona en un año, y un promedio de 10 dólares por persona por año en ir al cine.
La mitad de los gastos reingresarán en las cajas de los Estados en forma de impuestos, y la otra mitad servirá para pagar salarios de ingenieros y profesores, que incrementan el acervo científico del mundo, enfatizó.
La sonda europea Beagle II, que aterrizó en Marte en diciembre, perdió contacto con la estación de control en la tierra, pero la primera nave europea de exploración de Marte, Mars Express, es considerada un éxito total.
Esa nave ha enviado información a la Tierra desde que sus instrumentos fueron encendidos, el 5 de enero, y alcanzó su órbita definitiva alrededor de Marte el 28 de enero.
La Mars Express cuenta con un emisor de radio cuya señal es recibida en Australia, para indagar la composición química de la atmósfera, la ionosfera y la superficie de Marte. Y también posee la cámara fotográfica Omega, con espectrómetro infrarrojo incorporado, que ha identificado agua y dióxido de carbono congelados en la superficie de Marte.
Dispone asimismo de un laboratorio de análisis de plasma y de átomos energéticos neutrales, llamado Aspera, para establecer si la erosión causada por la radiación solar provocó la ausencia de agua en la superficie marciana; y de un espectrómetro ultravioleta para medir la distribución de ozono y de vapor de agua en la atmósfera de Marte.
Ongaro desmintió que la investigación espacial europea tenga fines militares. No se me ocurre ninguna utilidad militar de la investigación espacial. Al contrario, la experiencia de los últimos 30 años prueba que la investigación del universo ha creado un sentido gregario en la humanidad, una inclinación hacia la paz, adujo.
Además, descartó la competencia con Estados Unidos, que anunció su propia misión tripulada a Marte en fecha no prevista a partir de 2020.
En ESA no nos sentimos en competencia con ninguna agencia espacial del resto del mundo. Aquí trabajamos italianos como yo, alemanes como Vennemann, y de todos los países de Europa. Incluso ingenieros canadienses usan regularmente nuestros equipos, añadió.
* Publicado originalmente el 14 de febrero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (