BOLIVIA: Organizaciones sociales entran al terreno electoral

Nuevos actores y grupos sociales irrumpirán en las elecciones municipales de diciembre en Bolivia, las primeras bajo la Constitución recién promulgada por el presidente Carlos Mesa, que permite la postulación de ciudadanos sin partido.

”La reforma termina con el monopolio de los partidos y establece que las agrupaciones ciudadanas y pueblos originarios puedan presentar candidatos”, dijo a IPS el diputado Antonio Peredo, ex candidato a la vicepresidencia de la República por el Movimiento al Socialismo (MAS), el segundo partido más votado en las elecciones generales de junio de 2002.

”Esta reforma es un paso histórico, pero no es el final del camino”, expresó Mesa al anunciar la promulgación el viernes, en un acto en el que el único líder político presente fue el jefe del MAS, Evo Morales, diputado y dirigente de los cultivadores de coca.

Desde la restitución del proceso democrático, hace 21 años, cuatro partidos se alternaron en el poder: el ahora extinguido Movimiento Nacionalista Revolucionario de Izquierda (MNRI) en 1982, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) en 1985, 1993 y 2002, Acción Democrática Nacionalista (ADN) en 1997 y el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria (MIR) en 1989.

Ese proceso se asoció con la permanencia en el poder de los mismos actores, directamente o mediante alianzas, y especialmente de los ex presidentes Gonzalo Sánchez de Lozada (MNR), en dos mandatos, Jaime Paz Zamora (MIR), en uno, y el ex dictador Hugo Banzer Suárez, del ADN, en otro, que debió interrumpir por problemas de salud y fue completado por su vicepresidente, Jorge Quiroga Ramírez, también del ADN.

Otro de los presidentes en ese periodo fue Víctor Paz Estenssoro (MNR), la persona que gobernó en más ocasiones en la historia del país: tras una revolución en 1952, y por voto popular en 1960, 1964 y 1985.

El actual presidente Carlos Mesa Gisbert es una de las figuras nuevas en la política, fue elegido vicepresidente en una fórmula con Sánchez de Lozada, y dirige a la nación desde que éste renunció el 17 de octubre, forzado por protestas populares en la llamada ”guerra del gas”, con un saldo de más de 70 muertos según organizaciones humanitarias.

Esas movilizaciones, en la región occidental del país, expresaron una férrea oposición de campesinos y otros sectores sociales a un proyecto gubernamental para exportar gas natural a América del Norte, a través de puertos chilenos.

Bolivia perdió su costa marítima frente a Chile durante la Guerra del Pacífico, en 1879.

”La representación popular se ejerce por medio de los partidos políticos o de los frentes o coaliciones formadas por éstos”, indicaba la Constitución antes de la última reforma, y sólo los partidos con personería jurídica podían postular candidatos.

Pero ahora se agregó que ”las agrupaciones ciudadanas y/o pueblos indígenas podrán postular directamente candidatos a presidente, vicepresidentes, senadores y diputados, constituyentes, concejales, alcaldes y agentes municipales, en igualdad de condiciones ante la ley, cumpliendo los requisitos establecidos por ella”.

Peredo atribuyó a los partidos tradicionales interés en impedir las elecciones municipales, para evitar la movilización de corrientes de pensamiento hasta ahora excluidas del sistema democrático.

”Los partidos tradicionales hicieron lo suyo para recibir una repulsa generalizada del pueblo, expresada en las encuestas y movilizaciones de octubre”, opinó el diputado, y añadió que la labor inmediata es recuperar un mínimo de credibilidad para los partidos, en la perspectiva de la elección en diciembre de 314 alcaldes y concejales.

En las últimas elecciones generales, de junio de 2002, participaron 14 partidos y estaban habilitados para votar 4,1 millones de ciudadanos, de los cuales sólo sufragaron 2,9 millones.

Bajo la nueva Constitución, los partidos políticos compartirán el poder con la ”micropolítica de decenas de organizaciones sindicales, que a su vez enfrentarán conflictos en el momento de elegir candidatos”, dijo a IPS el sociólogo y analista político Joaquín Saravia.

Una consecuencia de las nuevas reglas de juego será que pierda hegemonía social la poderosa Central Obrera Boliviana (COB), ya que muchos de los sindicatos que la integran presentarán candidatos en forma directa, y en las comunidades campesinas de la región occidental habrá diputas electorales entre sindicalistas y representantes de otras organizaciones tradicionales, pronosticó.

En las poblaciones rurales del altiplano coexisten los sindicatos agrarios y las estructuras culturales llamadas ”ayllus”, dirigidas por líderes tradicionales llamados ”mallkus” y reconocidas por la Ley de la Participación Popular de 1994.

En la zona oriental, las organizaciones con base étnica han actuado sobre todo, hasta ahora, para defender territorios y recursos naturales, pero ya cuentan con un representante en el Congreso, elegido por el MAS.

El nuevo marco para la acción política de las fuerzas sociales tiene un precedente importante en la trayectoria de del radical jefe del Movimiento Indígena Pachakuti, Felipe Quispe, diputado por esa organización y a la vez presidente de la Confederación Unica de Campesinos de Bolivia, apuntó Saravia.

Las organizaciones sindicales con mayor número de afiliados, y por lo tanto las que podrían tener mayor éxito con candidatos propios, son las que reúnen a comerciantes informales, que venden desde caramelos al por menor hasta electrodomésticos de contrabando.

Otras agrupaciones con importante peso social son las de educadores del sector estatal, transportistas urbanos y agricultores, incluyendo a los que cultivan coca.

Tras la ”guerra del gas” cobraron notoriedad dirigentes cívicos de las regiones que exigen autonomía: el departamento de Tarija, al sur, y el de Santa Cruz, al este, son ricos en hidrocarburos y sus intereses son expresados por influyentes líderes empresariales y políticos.

De todos modos, el principal dirigente de la COB, Jaime Solares, dijo a IPS que algunas características negativas de la vida política boliviana no cambiarán por la presencia de nuevos actores y fuerzas sociales, ya que ”cada sistema de producción tiene su modo de vida, y el capitalismo tiene a la corrupción como su fuente de sustento”.

Saravia previó que las visiones corporativas e inmediatistas no contribuirán, en primera instancia, a resolver el problema de fondo expresado por la pobreza, que afecta a 65 por ciento de la población.

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