Las riquezas naturales de América Latina y el Caribe -sus 900 millones de hectáreas de bosques o su variedad sin par de plantas, aves, reptiles y anfibios- todavía no se traducen en el poder de los ministerios de Ambiente, que cargan con la tarea de manejarlas.
Los carteras ambientales crecieron al conjuro de la preocupación global por la ecología, y han avanzado paso a paso en un proceso complejo no exento de obstáculos, entre ellos el presupuestario, según una indagación de Tierramérica mientras los ministros cumplían en Panamá, a fines de 2003, una reunión para relanzar la Iniciativa Latinoamericana y Caribeña sobre el Ambiente, ILAC.
Durante las últimas tres décadas, los países en la región crearon carteras que con distinto rango se ocupan de los temas ambientales, y a partir de 1998, éstas se organizaron en un foro regional, que constituye la máxima instancia para la toma de decisiones verdes internacionales.
El foro promueve, sobre todo, una política regional común y la transversalidad de la gestión pública, es decir, que se tome en cuenta normas y precauciones relativas al ambiente en decisiones sobre, por ejemplo, inversión industrial, explotación minera, manejo de cuencas o desarrollo agrícola.
Lo importante es que el tema (ambiental) atraviese la gestión pública en una región donde 70 por ciento de la población es urbana y Ambiente equivale a saneamiento de ciudades, acceso a vivienda y agua potable, dijo a Tierramérica el colombiano Juan Pablo Bonilla, viceministro de la cartera de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial.
El tipo de influencia política de los ministerios difiere en cada país, pero entre los factores determinantes se mencionan el presupuesto, el rango del despacho y el peso político personal de los ministros.
Es elocuente el caso de la cartera de Brasil, dirigida por Marina Silva, compañera de ruta del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en el camino hacia el poder de la izquierda brasileña.
Pese a reveses, como la luz verde que dio Brasil al cultivo y venta de soja transgénica, el ministerio mantiene influencia, pues posee facultad de permitir o no actividades como pesca, transporte de especies, construcción de grandes obras, manejo de recursos hídricos o producción de energía.
La transversalidad está presente en toda la gestión del gobierno. Hay diferencias. La función del gabinete es procesarlas e integrarlas, y la cuestión ambiental siempre es de prioridad, dijo a Tierramérica Mitzi da Costa, responsable de asuntos ambientales en la cancillería brasileña.
Aunque no todos coinciden. El ministerio enfrenta una situación difícil y pierde batallas ante las carteras de Agricultura y Finanzas, incluso conquistas de la gestión anterior del ex presidente Fernando Henrique Cardoso, dijo Tierramérica el editor del Jornal do Meio Ambiente, Vilmar Berna.
El ambiente está sometido a lo económico, aseveró.
En Costa Rica, la transversalidad fue de la mano del rediseño institucional. El nuestro es un despacho políticamente fuerte, porque es el Ministerio de Ambiente, Energía y Minas, confió a Tierramérica el ministro costarricense Carlos Rodríguez.
Cuando se presentó a una cita ministerial de minería varios de sus pares le advirtieron: Usted se equivocó de reunión.
Pero,al integrar Ambiente con Energía y Minas tratamos de resolver una contradicción y las decisiones ambientalistas van con fuerza ante el sector económico del gobierno, opinó.
Venezuela se ufana de haber sido el primero de la región que creó en 1976 un ministerio específico, con lo que impulsó leyes de preservación del entorno que llevaron a colocar bajo algún régimen de protección a seis de cada diez kilómetros cuadrados de su territorio.
En conversación con Tierramérica, la ministra Ana Elisa Osorio defendió el papel de su cartera en otro flanco de la transversalidad: la educación ambiental, fuera de la educación formal, como componente del trabajo de las organizaciones y proyectos de todos los sectores en la tarea que engloba a todas, la lucha contra la pobreza.
Sectores ecologistas son pesimistas. Ha sido el ministerio con menos peso político, y cada vez que se han negociado planes de desarrollo social o económico ha debido ceder ante Finanzas, Economía o Agricultura, según César Aponte, dirigente de la organización no gubernamental Bioparques.
El presupuesto de la cartera venezolana es de 187 millones de dólares, 0,7 por ciento de los gastos del Estado.
El Ministerio de Colombia, uno de los seis mayores países megadiversos en el planeta (en referencia a su diversidad biológica) cuenta con 38 millones de dólares al año, lejos del uno por ciento del presupuesto.
La ministra es Sandra Suárez, ex directora del Plan Colombia.
Colombia ha bajado perfil y disminuido presencia en la cuestión, dijo a Tierramérica Manuel Rodríguez, el primer titular de esa cartera, ahora integrada a un gran ministerio con otras áreas.
La baja del rango va a disminuir la capacidad de la sociedad para proteger el ambiente. En América Latina es insuficiente y en nuestro caso disminuye, opinó.
En México, el presidente Vicente Fox, en un afán por reforzar a su gabinete con cuadros más políticos que tecnócratas, nombró a un profesional de la política para dirigir el ministerio verde. Se trata de Alberto Cárdenas, del gobernante Partido Acción Nacional, PAN.
La Secretaría de Ambiente, Recursos Naturales y Pesca tiene un presupuesto anual de 1.700 millones de dólares, 1,2 por ciento del total nacional.
En países como Suriname, el ministerio tiene apenas un año y abarca Trabajo y Desarrollo Tecnológico, además de Ambiente.
Es muy temprano para una evaluación pero no para una apuesta, porque las posibilidades de Suriname están en el manejo y desarrollo sustentable de 80 o 90 por ciento de su territorio, que es una foresta deshabitada, dijo a Tierramérica el ministro Clifford Marica.
Pese a sus escasos presupuestos, las carteras ambientales luchan por aumentar lentamente su influencia,
Campañas o debates nacionales que logran galvanizar a la opinión pública, como las fumigaciones con glifosato sobre cultivos ilícitos en Colombia o la plantación de transgénicos en Brasil, demuestran que los ministerios pueden dejar de ser las cenicientas verdes del gabinete.
* Con aportes de Mario Osava (Brasil), María Isabel García (Colombia) y Diego Cevallos (México). Publicado originalmente el 3 de enero por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (