Una parte de los servicios de la deuda externa del mundo en desarrollo debe ser pagada en forma de inversiones en proyectos nacionales de educación, ciencia y tecnología, propuso este lunes el ministro de Ciencia y Tecnología de Brasil, Roberto Amaral.
La iniciativa fue planteada por Amaral en la inauguración de la tercera sesión de la Comisión Mundial sobre Etica del Conocimiento Científico y Tecnológico (Comest), un foro intelectual creado en 1997 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Amaral sugirió que la Unesco asuma la tarea de conducir el debate sobre esa idea, por ser una ôinstitución internacional insospechada y respetada que facilitaría el diálogo. Se trata de promover el avance tecnológico de los países deudores, sin el cual ôno nos desarrollaremos y a la larga no podremos pagar la deuda, argumentó.
Esta es una de las cuestiones que Brasil someterá a la reunión de la Comest, que se prolongará hasta el jueves próximo, y también en los encuentros de ministros de Ciencia y Tecnología de América del Sur y de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa (CPLP), que tendrán lugar ese mismo día.
Ministros de Argentina, Colombia, Perú y Venezuela, entre los sudamericanos, y de Angola, Guinea-Bissau, Mozambique, Portugal y Timor Oriental confirmaron presencia. De la CPLP faltarán los de Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe.
Para Brasil la conversión de parte de la deuda externa sería muy importante, porque las universidades públicas sufren un grave deterioro por escasez de recursos y ellas responden por 90 por ciento de la investigación científica en el país, señaló Amaral.
Marcio Barbosa, director general adjunto de Unesco, explicó en rueda de prensa que su institución ôno es independiente sino una organización de países, que actúa si tiene un mandato de sus miembros y podra ôabrazar la propuesta brasileña si es del interés de todos.
La Comest, de carácter consultivo de la Unesco, se reúne por primera vez en un país en desarrollo. Se eligió Brasil por sus ôexperiencias de éxito, que rompen paradigmas y se pueden aplicar en otros países, y por el momento en que el nuevo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva busca ôsoluciones para problemas crónicos, dijo Barbosa.
Además, la Unesco trata de descentralizar sus actividades, acercándose a los países y regiones como América Latina, donde es importante promover la educación y la ciencia, acotó.
La Comest está compuesta de 18 miembros de distintos países y variadas formaciones, incluyendo jurídica y religiosa, formula principios éticos que deben orientar la actividad científica y tecnológica. Para eso creó cuatro subcomisiones que tratan de ética en el uso del agua dulce, espacio exterior, energía y sociedad de la información.
No se prevé una subcomisión para bioética, aunque temas como clonación y agricultura transgénica sean los más polémicos actualmente, porque Unesco ya tiene un comité específico para la cuestión y la nueva comisión surgió con ôun foco en cuatro temas concretos, explicó a IPS el presidente de la Comest, Jens Eric Fenstad.
Además de los cuatro temas de subcomisiones, la ética en nanotecnología y la sustentabilidad ambiental son otras preocupaciones de la Comest, cuyo objetivo es ôrenovar el contrato social entre la sociedad y la ciencia, como una necesidad ante los avances científicos y las incertidumbres generadas en las últimas décadas, según Fenstad.
ôNada es más antiético que el hambre, dijo Amaral, y por eso manifestó como preocupaciones éticas centrales de Brasil la exclusión de gran parte de la humanidad en relación a los beneficios de la ciencia y ôlos obstáculos comerciales y políticos que impiden la transferencia de tecnologías a los países en desarrollo.
En muchos casos los países poseedores de esas tecnologías, principalmente las de uso dual, como las del área nuclear, espacial y de supercomputadoras, son los que no permiten siquiera la compra de tales tecnologías.
Los controles son justificados por cuestiones de seguridad, pero ôse extienden claramente al área comercial, buscando impedir que otros países entren al ôclub tecnológico cerrado y puedan disputar mercados, opinó Amaral.
Brasil se sometió al régimen de la Agencia Internacional de Energia Atómica, un organismo multilateral, pero no logró acceso a tecnologías deseadas, porque las potencias nucleares aplican un ôcontrol político de tecnología, con fines estratégicos, acusó.
Por eso el ministro puso en discusión también la división que ôsepara cada día más los pueblos entre detentores de ciencia y tecnología, de un lado, y de otro los excluidos del conocimiento, la tecnología y la capacitación, de forma ômás profunda e insuperable que las desigualdades internas de sociedades del mundo en desarrollo.
La ôllamada brecha digital, generada por el distinto avance de la informática entre los países, amplía ôesa perspectiva asustadora, advirtió Amaral.