La guerra civil en Costa de Marfil se ha convertido en una trampa para 4.000 soldados franceses, apostados en la zona desmilitarizada que separa el noreste, dominado por fuerzas rebeldes, y el sudeste, bajo control del gobierno.
Soldados franceses y tropas irregulares leales al presidente Laurent Gbagbo se han enfrentado en los últimos días en varias escaramuzas a lo largo de la denominada línea de confianza.
Manifestantes marfileños chocaron con soldados franceses el 29 de noviembre cuando intentaban tomar Bouake, un bastión rebelde. Su intención es ingresar a territorio rebelde para reprimir a los insurgentes.
Al día siguiente, altos oficiales militares pidieron la retirada de los franceses en un mensaje televisado, en el que también llamaban a una nueva ofensiva contra los rebeldes.
Jóvenes patriotas leales a Gbagbo se manifestaron toda esta semana frente a las instalaciones que ocupan las tropas francesas en la ciudad portuaria de Abidjan, capital económica del país africano, para exigir su salida.
Francia está detenido en la trampa marfileña, dijo la analista diplomática Isabelle Lasserre, del diario Le Figaro, de París.
Los soldados franceses también han soportado ataques de los rebeldes. Dos fueron asesinados en una emboscada en la zona desmilitarizada en septiembre.
Los civiles de Francia también están en la mira. Un soldado marfileño mató al periodista Jean Hélène el 22 de octubre frente a la sede central de la policía de Abidjan. Colonos franceses han sufrido hostigamiento desde el estallido de la guerra civil en septiembre de 2002.
Los soldados del país europeo se apostaron en Costa de Marfil en diciembre pasado para controlar el cese del fuego entre el ejército y los rebeldes en armas para derrocar a Gbagbo.
Esta operación dio muestras de ser extremadamente frágil, sostuvo Lasserre.
La operación de mantenimiento de paz dispuesta en la primavera boreal por la Organización de las Naciones Unidas, encabezada por los soldados franceses acompañados por 1.200 de países vecinos, tenía como prioridad apoyar al gobierno y bloquear el avance rebelde sobre Abidjan y la capital, Yamoussoukro.
Sin una intervención militar francesa, los rebeldes podrían haber derrotado fácilmente al ejército de Gbagbo, afirmó el analista.
El gobierno de Jacques Chirac desempolvó un acuerdo de cooperación militar de 1965 para justificar su intervención. El tratado obliga a París a defender con las armas a Costa de Marfil de una intervención extranjera. El país africano se independizó de Francia en 1960.
Pero, en el plano diplomático, el gobierno francés adhirió extraoficialmente la demanda rebelde de derogar las leyes que prohíben a los inmigrantes de países vecinos participar en actividades políticas y acceder a la tierra de cultivo.
Gbagbo accedió en enero a derogar la legislación, en un acuerdo con Francia que incluía también el desarme de rebeldes y tropas del gobierno.
El acuerdo se convirtió en letra muerta. Los rebeldes decidieron en septiembre no participar en el gobierno. Lejos de desarmarse, ambas partes, en especial el ejército, están engordando sus arsenales. El país sigue dividido.
Gbagbo afirmó el jueves que los insurgentes habían acordado iniciar su desarme efectivo el 15 de este mes. Pero al día siguiente, el líder rebelde Antoine Beugre indicó que no entregarían las armas.
Solo la presencia de los militares franceses está impidiendo que se desate una guerra abierta.
Gbagbo dice ahora que el acuerdo fue una mala solución. Se basa en un análisis errado del origen de la guerra civil, dijo el mandatario a Le Figaro el martes.
El mandatario acusó a las vecinas Burkina Faso y Liberia de estar detrás de la rebelión. Mercenarios anglohablantes vinculados con esos países participaron en la rebelión, según distintas versiones.
Algunos de los principales líderes rebeldes son ex oficiales militares marfileños aliados con opositores proscriptos desde las elecciones de 2000.
Costa de Marfil fue un país próspero hasta 1999, cuando el entonces presidente Henri Konan Bedié fue derrocado en un golpe militar, el primero de la historia de esta nación.
El líder golpista, Robert Guei, ordenó la celebración de elecciones a fines de 2000, pero excluyó al líder opositor Alassane Ouattara. Las protestas populares obligaron a Guei a mantenerse al margen, lo que propició la llegada de Gbagbo al poder.
Guei fue linchado por los seguidores de Gbagbo en los primeros días de la guerra civil.
El presidente justifica la ira contra Francia. El pueblo y el ejército marfileño ya tuvieron suficiente de este impasse. Los militares me dicen: 'Laurent, ahora tenemos suficientes armas, acabemos con la guerra, manifestó Gbagbo.
El mandatario también justificó el asesinato de Hélène. No amo a Radio France International, la emisora estatal para la que trabajaba el periodista, por la sencilla razón de que no me ama a mí.
Gbagbo dijo que visitará Francia a mediados de mes para agradecer al presidente Jacques Chirac por su apoyo a Costa de Marfil durante la crisis, pero también para recordarle que la crisis no ha terminado y que continuaremos necesitando la ayuda francesa. (