Dos años después de la caída del gobierno de Fernando de la Rúa (1999-2001) en medio de un estallido social que dejó unos 30 muertos, el ex presidente y su último ministro de Economía, Domingo Cavallo, están lejos de intentar una autocrítica, y en cambio se presentan como víctimas de un complot.
El demorado apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI), el presunto boicot de la oposición, la deslealtad del vicepresidente, los excesos policiales, la voracidad de los bancos y hasta un programa de entretenimientos en televisión fueron señalados esta semana por De la Rúa como responsables de su salida anticipada del gobierno.
Por su parte, Cavallo, inventor del odiado sistema de restricciones al retiro de efectivo de los bancos que afectó a millones de ahorristas, acusó este viernes de la crisis a Eduardo Duhalde, designado por el Poder Legislativo tras la caída de De la Rúa para completar su mandato.
Duhalde dispuso la devaluación del peso tras una década de paridad forzosa con el dólar (el llamado régimen de convertibilidad) ideada por el propio Cavallo cuando era ministro de Carlos Menem (1989-1999).
Según Cavallo, Duhalde y ”los gobernadores” provinciales con sus ”malas administraciones” contribuyeron a producir la crisis, junto con el primer reemplazante de De la Rúa, Adolfo Rodriguez Saá, que gobernó apenas cinco días y anunció el cese de pagos de la deuda externa a los acreedores privados.
De la Rúa, elegido por casi la mitad del electorado argentino, fue candidato de la centroizquierdista Alianza y asumió en diciembre de 1999 gracias a una imagen de político honesto y austero, serio y hasta ”aburrido”. Todo lo contrario de su antecesor Menem.
Sin embargo, a poco de andar, el gobierno de la Alianza, formada por la tradicional Unión Cívica Radical (UCR) de De la Rúa y el Frente País Solidario (Frepaso) decepcionó a los votantes, y tras un año y medio de gestión habían aumentado la deuda externa y los índices de pobreza y desempleo, mientras se agravaba una profunda recesión.
Para ese momento, cuando una encuesta de la consultora Equis indicaba que 93 por ciento de los consultados estaban ”desilusionados” con el gobierno, el vicepresidente Carlos Alvarez, del Frepaso, renunció a su cargo por falta de apoyo presidencial para investigar las denuncias de corrupción y sobornos que rondaban al Senado.
Para el periodista y actual diputado Miguel Bonasso, autor del libro ”El palacio y la calle” que investigó el estallido del 19 y 20 de diciembre de 2001, no hay dudas de que De la Rúa se había aislado hasta de sus propias fuerzas, ni de que él mismo fue el principal responsable de su caída.
”De la Rúa fue víctima de su propia ceguera, de su incapacidad, pero en estos días procura negar esa realidad y culpar a todos de una suerte de conspiración gigantesca en su contra”, añadió.
El escándalo de los sobornos en el Senado marcó el comienzo de la crisis que derivó en la dramática renuncia del presidente. Dos años después, aquellas denuncias volvieron a cobrar impulso por las revelaciones de un arrepentido, que a su vez llevaron a De la Rúa a romper el silencio que se había impuesto tras renunciar.
El ex presidente negó haber ordenado que se les pagara a senadores que se resistían a aprobar un proyecto de reforma laboral exigido por el FMI, aseguró que no hubo una reunión en la Casa Rosada, sede de la presidencia, donde ordenó ese pago según el denunciante, y aprovechó para acusar a muchos de la caída de su gobierno.
También sostuvo que miembros de la UCR podrían querer perjudicarlo ahora mediante estas denuncias que lo involucran, y criticó a Alvarez por haber renunciado y por acusarlo de ser el responsable político del pago de sobornos.
Sobre la represión a los manifestantes que protestaron ante la Casa Rosada hace dos años, dijo que la ”imprudencia policial” llevó a cometer excesos, y negó haber ordenado disparar contra quienes protestaban espontáneamente. Aquella represión dejó seis muertos y centenares de heridos.
De la Rúa rechazó también las críticas a su gestión. Arguyó que el FMI demoró el desembolso de un crédito que iba a evitar la crisis financiera, y que la decisión de limitar el retiro de dinero en efectivo de los bancos (el llamado ”corralito”) le hizo perder sus propios ahorros, producto de la venta de un departamento.
La aplicación del ”corralito” fue ordenada a los bancos para evitar la salida masiva de capitales que ponían en riesgo el régimen de convertibilidad.
En una de las más rechazadas justificaciones del derrumbe de su gobierno, De la Rúa dijo que contribuyó mucho a su pérdida de credibilidad la ”mofa” de la que era objeto por parte de un imitador que lo mostraba como una persona torpe, indecisa y confundida, en el programa televisivo de entretenimientos ”Videomatch”.
El ex mandatario intentó neutralizar al imitador mediante una visita al programa, cuando aún encabezaba el gobierno, pero en esa ocasión cometió varios errores y su situación empeoró.
”Ahí comenzó el deterioro de mi gobierno”, aseguró, e incluso sostuvo que responsables del programa le tendieron trampas para descalificarlo.
Tampoco faltó una acusación de darle el empujón final al entonces opositor Partido Justicialista, de Menem, Duhalde y el actual presidente Néstor Kirchner, quien asumió en mayo.
Pocos dudan de que algunos dirigentes del justicialismo en la provincia de Buenos Aires trataron de acelerar la caída del gobierno, pero nadie cree que eso haya bastado.
El ex presidente dijo que en algún momento va a presentar ”una lista de intendentes” de la provincia de Buenos Aires que habrían convocado irresponsablemente a los argentinos a saquear supermercados y a protestar en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, en vísperas de su caída.
El estallido decidió a De la Rúa a decretar el estado de sitio el día 19 de diciembre de 2001, y eso encendió los ánimos en vez de calmarlos. ”Fue un error”, reconoció el miércoles.
Hace dos años, centenares de miles de personas comenzaron a golpear cacerolas y marcharon a Plaza de Mayo para exigir la renuncia del presidente y de Cavallo.
En diálogo con IPS, el intendente Ricardo Ivoskus, de la localidad de San Martín, de la provincia de Buenos Aires, recordó que en vísperas de la renuncia de De la Rúa miles de residentes en su distrito fueron ”organizados” para marchar hacia la Plaza de Mayo, aunque admitió no tener pruebas de ello.
También reconoció que el país vivía en medio de ”un caos”.
”La situación estaba fuera de control y era un caldo de cultivo para que cualquier 'puntero' (dirigente partidario de base) sacara provecho de la crisis”, evaluó Ivoskus, que integraba entonces la gobernante UCR, y fue reelegido intendente este año, , tras cuatro años de difícil gestión en medio de la crisis.
En San Martín viven unas 500.000 personas. ”Este era un distrito eminentemente industrial, pero en los años 90, con la apertura de la economía y la convertibilidad, cerraron cientos de empresas y talleres”, recordó.
Para el jefe comunal, De la Rúa debió haber devaluado la moneda al asumir. Cuando sus sucesores lo hicieron, en San Martín se abren ”unas 100 empresas por mes”, y ”los que vendieron las máquinas como chatarra se quieren morir”, aseguró.
La devaluación, definida a comienzos de enero de 2002 por el gobierno de Duhalde, precipitó un proceso inflacionario y aumentó niveles ya elevados de pobreza y falta de empleo, pero también contribuyó a cierta reactivación, al estimular las exportaciones y, por encarecimiento de las importaciones, también la producción para el mercado interno.
Este año las variables económicas se encauzaron, con un crecimiento del producto interno bruto que rondará siete por ciento según las previsiones, y caída del desempleo, aunque quedan graves problemas pendientes, entre ellos el de la pobreza y la negociación de una millonaria deuda externa.
En medio de esta incipiente recuperación, la reaparición de De la Rúa y Cavallo, buscando a quién achacar la caída del gobierno que integraron, fue considerada ”patética” por numerosos dirigentes políticos oficialistas y opositores, y también por muchos simples ciudadanos que llamaron a las radios para descalificar al ex presidente. (