JAPON: Más ayuda para Iraq, menos para los pobres

La reconstrucción de Iraq, la seguridad y la guerra contra el terrorismo serán las prioridades en el reducido presupuesto de ayuda para el desarrollo de Japón el año próximo, en detrimento de la reducción de la pobreza.

Tokio planea reducir en 5,8 por ciento su ayuda oficial para el desarrollo para el año fiscal 2004, que comienza en abril, respecto del año anterior, anunció la cancillería. Ochenta por ciento del presupuesto se destinará a donaciones para Iraq.

Se trata del quinto recorte consecutivo en la herramienta diplomática más importante de Japón, que ahora parece volcarse más hacia los intereses nacionales que hacia la reducción de la pobreza.

En el último año fiscal, el presupuesto de cooperación para el desarrollo representó casi 9.000 millones de dólares.

”La recesión económica y las crecientes críticas a la ayuda japonesa forzaron los cambios. La única forma de ganar la aprobación de los contribuyentes es desarrollar estrategias que demuestren beneficios para el país”, dijo a IPS un funcionario de la cancillería.

Los supuestos beneficios para Japón se derivarán de los nuevos fondos para seguridad y para la campaña de Estados Unidos contra el terrorismo, a juzgar por un nuevo borrador presupuestal en que la cancillería identificó la paz y la seguridad como elementos prioritarios.

Un componente clave del próximo presupuesto de ayuda serán los 1.500 millones de dólares prometidos por Japón para la reconstrucción de Iraq, devastado por la invasión estadounidense de este año, guerras anteriores y sanciones internacionales.

Tokio prometió estos fondos para 2004 en una conferencia de donantes celebrada en Madrid el pasado octubre. El paquete representa por lejos la mayor oferta de un donante para Iraq —la Unión Europea prometió 260 millones de dólares—, una medida que, según críticos, refleja la presión sobre Tokio para apoyar a su más estrecho aliado, Estados Unidos.

Esta concentración en la seguridad y el acercamiento a la controvertida política exterior de Estados Unidos restan atención a las políticas de desarrollo, que habían comenzado a recibir más atención antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.

”No veo la necesidad de dar tanto para Iraq, dado que no hay una evaluación clara de las necesidades en ese país, que todavía está en guerra”, declaró Kiyotaka Takahashi, analista político e investigadora de asistencia para el desarrollo del Centro Internacional de Voluntarios de Japón, una organización no gubernamental.

”La medida demuestra la presión que hay sobre Tokio para apoyar a Washington”, explicó Takahashi.

Otro cambio que destacan los observadores es el anuncio de que los créditos de desarrollo para China serán recortados en 20 por ciento, con el argumento de que ese país ha tenido una alta tasa de crecimiento económico en los últimos 10 años.

Los préstamos de Japón para infraestructura de desarrollo en China sumaron 12.000 millones de dólares en 2003.

La rivalidad entre ambos países asiáticos tiene su incidencia en las políticas de Tokio. Algunos políticos japoneses exhortaron el mes pasado a recortar la ayuda al gigante de Asia, luego de que Beijing realizara con éxito su primera misión espacial tripulada.

Pero según expertos en la materia, China es todavía un país en desarrollo.

”Aunque el desarrollo de China ha sido impresionante, ese país todavía enfrenta problemas de pobreza y una amplia brecha entre ricos y pobres, lo que lo convierte en candidato para la ayuda”, señaló Hiroyuki Ohtaka, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Keisei.

”Además, la decisión (de Tokio) indica que el gobierno está siendo forzado a recortar ayuda a sus receptores para cumplir su promesa para Iraq”, agregó.

”No estoy satisfecho con el último presupuesto. Se podría haber impedido que la ayuda oficial para el desarrollo se transformara en un mensaje político fijando objetivos claros para reducir la pobreza, en lugar de concentrarse en la seguridad”, señaló Takahashi.

En un esfuerzo por aplacar las críticas, la cancillería prometió que cumpliría las promesas de ayuda ya realizadas a países necesitados el año próximo.

”Las promesas ya formuladas se cumplirán”, aseguró el funcionario de la cancillería, y destacó que Asia, que tradicionalmente ha recibido 60 por ciento de la ayuda japonesa, continuará recibiendo la mayor parte de la asistencia para el desarrollo.

En junio, Tokio prometió 1.000 millones de dólares para ayudar a Sri Lanka a promover las negociaciones de paz entre el gobierno y los rebeldes Tigres de Tamil, con miras a poner fin al conflicto étnico de más de dos décadas en ese país isleño.

Pero grupos de activistas critican lo que consideran ”doble discurso” en las pautas de ayuda para el desarrollo.

Por ejemplo, señalan, Japón decidió congelar los proyectos de ayuda para Birmania en junio, luego de la detención de la líder opositora Aung San Suu Kyi por el gobierno militar.

Sin embargo, Tokio continúa ayudando a Indonesia, su mayor receptor, aunque el gobierno de ese país lanzó una sangrienta represión militar contra separatistas de la provincia de Aceh el pasado mayo. (

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