Estados Unidos parece ahora dispuesto a acelerar el trámite para transferirle a los iraquíes el gobierno de un país cada vez más candente, donde casi a diario son atacadas sus fuerzas. Pero eso no significa que cederá todo el control.
Por un lado, Washington está ansioso por crear un gobierno iraquí de transición, darle más espacio a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y retirar parte de sus fuerzas, debido a que la opinión pública estadounidense está cada vez más preocupada por sus soldados.
Pero, por otro, Iraq tiene demasiada importancia por su petróleo y por su ubicación geopolítica en Medio Oriente como para ser abandonado, coincidieron diplomáticos, analistas políticos y líderes de organizaciones no gubernamentales.
Estados Unidos había rechazado la idea de aprobar un calendario para el traspaso del poder a los iraquíes, pero cambió de opinión en los últimos días ante el creciente número de víctimas entre sus soldados.
Pueden haber iraquíes en un gobierno mientras Iraq siga ocupado, pero eso es algo muy distinto a que haya un genuino gobierno iraquí, dijo a IPS el director del Instituto para la Precisión Pública, con sede en Washington, Normal Solomon.
El activista, autor del libro 'Target Iraq: What the News Media Didn't Tell You (Objetivo Iraq: Lo que los medios de prensa no le dijeron), sostuvo que las contradicciones en las posturas del gobierno de Estados Unidos son flagrantes.
A instancias de Washington, el presidente del Consejo de Gobierno iraquí, Jalal Talabani, pidió al Consejo de Seguridad de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) una resolución creando un gobierno provisional iraquí para junio de 2004.
Talabani aseguró que una vez instalado el gobierno, la Autoridad Provisional de la Coalición en Bagdad será disuelta y la ocupación militar llegará a su fin.
Pero en las oficinas de la ONU se especula que ese gobierno provisional luego podría solicitar formalmente a las fuerzas estadounidenses que permanezcan en Iraq.
De esta forma, Estados Unidos dejaría de ser una fuerza de ocupación pero seguiría controlando el país.
El presidente George W. Bush, en su visita a Gran Bretaña la semana pasada, fue ambiguo ante la prensa.
Vamos a terminar el trabajo que empezamos, aseguró, y luego dijo: Podemos tener menos tropas en Iraq, o más, lo que sea necesario para garantizar la seguridad en el país.
Washington está decidido a manipular el proceso de elección de los miembros de un nuevo gobierno iraquí el próximo año, y si en alguna forma el plan sale mal, entonces las tropas tendrán que quedarse, dijo Solomon.
El embajador permanente de Gran Bretaña en la ONU, Emyr Jones Parry, insistió ante el Consejo de Seguridad que el papel formal de la Autoridad Provisional de la Coalición, presidida por el estadounidense Paul Bremer, terminará cuando se forme un gobierno de transición.
La ocupación militar llegará a su fin al mismo tiempo, aseguró.
Un diplomático árabe puso en duda que la ocupación termine pronto, sobre todo considerando las últimas versiones de prensa sobre un supuesto plan de Bush de mantener al menos 100.000 soldados en Iraq durante los próximos tres años.
Tenemos un Consejo de Gobierno que es objeto de la manipulación de Estados Unidos, y pronto tendremos un gobierno provisional iraquí que operará en iguales términos y condiciones, dijo a IPS.
Solomon dijo dudar que los soldados estadounidenses se queden en Iraq sólo como espectadores.
En las actuales circunstancias, es difícil imaginar cómo un gobierno en Bagdad será administrado por los iraquíes mientras desde Washington se siguen manejando las cuerdas, dijo a IPS Adam Shapiro, coproductor del documental About Bagdad (Sobre Bagdad).
Además, el actual Consejo de Gobierno es una entidad a la que la mayoría de los iraquíes ni conocen ni respetan ni consideran legítima, señaló.
El periódico The New York Times aconsejó a Bush la semana pasada que deje a Iraq en manos de la ONU, debido a que el malestar popular contra la ocupación está aumentando.
La ONU tiene por lejos más experiencia, credibilidad y reputación de neutralidad para estos asuntos que Estados Unidos, señaló.
El secretario general, Kofi Annan, aclaró que el papel de la ONU será discutido a la luz de la situación de seguridad en el país árabe. No creo que vayamos todavía. Pienso que tenemos que seguir de cerca la situación de seguridad, dijo a periodistas.
La ONU comenzó a tener más recaudos luego de que se divulgara hace un año un vídeo en el que supuestamente el líder de la red terrorista Al Qaeda, el saudita Osama bin Laden, acusó al foro mundial de ser un agente de Estados Unidos y nada más que una herramienta del crimen.
Desde entonces, la ONU y otras organizaciones internacionales fueron objeto de atentados suicidas en Iraq.
El primero de ellos ocurrió el 19 de agosto y causó la muerte de 22 funcionarios, entre ellos el brasileño Sergio Vieira de Mello, subsecretario general de la ONU y jefe de su delegación en Bagdad. Al menos 150 personas resultaron heridas en ese atentado con coche bomba.
El segundo ataque ocurrió el 22 de septiembre, y en octubre fue perpetrado otro contra la Cruz Roja, que dejó más de 20 muertos, en su mayoría iraquíes.
Funcionarios de la ONU señalaron que si el foro mundial recibe el mandato del Consejo de Seguridad de intervenir en Iraq, debería adoptar una forma de administración similar a la aplicada en Kosovo y Timor Oriental.
Pero Shapiro dijo que esta opinión no es realista. La actual situación es un desafío mucho mayor. La ONU no tiene mucha credibilidad en Iraq, lo cual es algo muy problemático, afirmó.
Shapiro señaló que Iraq es completamente diferente a Kosovo y a Timor Oriental, tanto en tamaño, como en su población y en su gran diversidad cultural.
Además, consideró demasiado prematuro hablar de un repliegue militar estadounidenses, sobre todo si Bush es reelecto en 2004.
Tenemos que recordar que hay muchas compañías estadounidenses con grandes inversiones en Iraq, y que la importancia estratégica de su petróleo es un factor clave, señaló.
Solomon coincide en que Washington no tiene intenciones de renunciar al control efectivo de Iraq, pues lo necesita para cumplir con sus deseos de dominio económico y geopolítico en Medio Oriente.
Conforme pasa el tiempo, la situación se parece más a una versión moderna de la guerra de un imperio colonial contra la resistencia local, sostuvo.