Las presiones de empresarios turísticos y agrícolas de Estados Unidos ante su Congreso comienzan a resquebrajar la rígida y añeja política de embargo hacia Cuba, pese al traspié de esta semana del proyecto de liberar los viajes a esta isla caribeña.
El grupo negociador del Senado y la Cámara de Representantes decidió finalmente mantener la prohibición a los estadounidenses de visitar Cuba que rige desde hace más de 40 años, luego de que el presidente George W. Bush amenazara con vetar la ley, más general, en caso de no ser retirado ese artículo del proyecto.
Pero esa decisión sólo parece aplazar una apertura que es considerada inevitable, como lo anticipaba la primera votación favorable en ambas cámaras legislativas de Estados Unidos del referido proyecto, que expresamente impedía utilizar fondos para investigar y multar a quienes viajaran a Cuba.
El Ministerio de Relaciones Exteriores cubano consideró, al respecto, que las fuerzas anticubanas en Estados Unidos y el gobernante Partido Republicano de ese país habían tenido que recurrir a mecanismos antidemocráticos para eliminar la enmienda señalada.
La acción evidencia que la política estadounidense contra Cuba es un rotundo fracaso y debe cambiar en tanto no representa los más genuinos y legítimos intereses del pueblo norteamericano, agregó en un comunicado divulgado el jueves, un día después de la resolución tomada en Washington.
El propio senador Richard Shelby, del sudoriental estado estadounidense de Alabama del Partido Republicano al igual que Bush, admitió que no tuvieron otra alternativa que eliminar la referencia a Cuba para que siguiera adelante la ley presupuestal en cuestión.
Sólo el personal diplomático, los periodistas en misiones oficiales y la comunidad cubana radicada en Estados Unidos pueden viajar desde ese país a Cuba sin una licencia del Departamento del Tesoro estadounidense.
Las restricciones, vigentes desde 1963, afectan a cualquier ciudadano o persona extranjera con residencia en Estados Unidos, a excepción de los originarios de Cuba. Las consecuencias de violar la ley incluyen hasta 10 años de cárcel y multas de entre 50.000 y 250.000 dólares.
Un comunicado de la Casa Blanca había advertido el 23 de octubre que vetaría cualquier iniciativa en el Congreso que favoreciera el fin de las restricciones a los viajes de placer a la isla de régimen socialista.
De cualquier modo, analistas en La Habana consideran favorable el hecho de que ambas cámaras hubieran aprobado por amplia mayoría la ahora frustrada enmienda, que, si bien no levantaba la prohibición explícitamente, sí impedía su aplicación.
Según trascendió, un grupo pequeño de empresas, encabezado por operadores de vuelos fletados a Cuba, ha reunido apoyo de algunas grandes firmas para buscar el levantamiento de las restricciones de viajes.
Somos una gran industria, y algunas veces, no usamos el poder político que tenemos en términos de empleos y votos, dijo Brad Belt, director general de la Asociación de Profesionales de la Industria de Viajes, con sede en la sudoccidental ciudad estadounidense de Los Angeles.
Fuentes del sector reconocieron que se está analizando con interés la experiencia positiva de los grupos de presión del sector agrícola en el Congreso de su país, que lograron en 2001 la autorización de las ventas al contado a Cuba.
Desde la autorización en noviembre de ese año, las exportaciones de alimentos, ganado e insumos se elevan a cerca de 500 millones de dólares.
Al mismo tiempo, el fin de las restricciones a los viajes de placer a la isla caribeña podría traer importantes ingresos, tanto para el país receptor como para el emisor, coincidieron fuentes de ambas partes.
Cuba espera una avalancha de personas, en caso de concretarse finalmente el levantamiento de la prohibición estadounidense, que podría rondar de 2,5 millones a tres millones en cinco años, según Miguel Figueres, asesor del Ministerio cubano de Turismo.
De ser así, los ingresos para la isla oscilarían entre 3.000 millones y 4.000 millones de dólares anuales.
En tanto, en Estados Unidos pronostican un beneficioso impacto para las aerolíneas, el turismo de cruceros, los servicios vinculados a ambas industrias y, por ende, la creación de decenas de miles de nuevos empleos.
Para Robert Whitley, presidente de la Asociación de Operadores de Turismo de Estados Unidos, la demanda acumulada es muy grande tras más de cuatro décadas de restricciones a los viajes entre los dos países.
Cuba espera atraer este año alrededor 1,9 millón de turistas, de los cuales algo más de 10 por ciento corresponderá igualmente a estadounidenses.
El turismo representa más de 40 por ciento de los ingresos del Estado, según datos de La Habana.
Este mes, con la prohibición aún en plena vigencia, la mayoría de los 700 galeristas, artistas y críticos de arte que asisten a la Bienal de Artes Plásticas de La Habana proceden precisamente de Estados Unidos.
Yo vengo siempre porque es una buena oportunidad para comprar y después colocar en el mercado doméstico. Algunas veces he venido con licencia, otras no, reconoció a IPS un galerista de Nueva York.
Cerca de la mitad de los 80.000 estadounidenses que viajaron a Cuba en 2002 lo hicieron sin licencia, por un tercer país. A esta cifra de arribos se suman otras 150.000 personas de origen cubano residentes en Estados Unidos.
El Consejo Económico Comercial Estados Unidos-Cuba, con sede en Nueva York, indicó que entre 1995 y 2000 los viajes no autorizados a la isla crecieron a un ritmo anual de 19 a 21 por ciento y los autorizados entre nueve y 11 por ciento.
Figueres comentó que, a consecuencia de la prohibición vigente desde hace cuatro décadas, unos 25 millones de turistas estadounidenses han dejado de visitar Cuba.
Por cada millón de turistas impedidos de viajar a Cuba, las aerolíneas de Estados Unidos pierden 300 millones de dólares, sus agencias de viajes y operadores 160 millones y las importadoras de alimentos y bebidas alrededor de 45 millones de dólares.
Un estudio realizado por la firma consultora The Brattle Group a solicitud del no gubernamental Centro para la Política Internacional, ambos con sede en Washington, cree que la cifra anual puede estabilizarse en los tres millones a largo plazo en caso que se libere el tráfico de personas hacia Cuba.
Así, las ganancias de las aerolíneas estadounidenses ascenderían a 415 millones de dólares al año. La creciente demanda de viajes aéreos generará ingresos indirectos entre 650 millones y 1.080 millones de dólares anuales, pronosticaron.
En la modalidad de turismo de cruceros, se espera que la escala en puertos cubanos traerá una expansión de los viajes hacia el Caribe desde puertos estadounidenses en 10,8 por ciento y un crecimiento en 397.000 pasajes cada año.
En total, el grupo Brattle consideró que las ganancias por la apertura del destino Cuba al turismo estadounidense serían de hasta de 1.600 millones al año y la creación de nuevos empleos oscilaría entre 16.888 y 23.020.
El estudio fue presentado en octubre en la primera Conferencia de Viajes Estados Unidos-Cuba que reunió en la sudoriental ciudad mexicana de Cancún a unos 100 representantes de la industria turística estadounidense y a funcionarios cubanos.