COMERCIO-AMERICA: ¿Habrá ALCA en 2005?

Los países protagonistas de la apertura comercial hemisférica apuestan a destrabar las negociaciones del ALCA, pero la construcción de consensos amenaza el cronograma.

Con optimismo moderado no exento de temores, comenzaron el domingo en la meridional ciudad estadounidense de Miami los ejercicios de calentamiento para la VIII Reunión Ministerial del ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas), que se llevará a cabo este jueves y el viernes.

Fuera del hotel Intercontinental, en el centro de la ciudad, un centenar de manifestantes antiglobalización ensayaba consignas y daba retoques de color a títeres, pancartas y banderines.

Dentro del hotel, empresarios del continente intercambiaban tarjetas de presentación durante el VIII Foro Empresarial, la primera de una serie de reuniones consideradas cruciales para desbloquear el ALCA, que negocian 34 países americanos, todos excepto Cuba.

La conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), celebrada en septiembre de Cancún, parecía un callejón sin salida para la esperanza de hacer de América una zona de libre comercio con un mercado de 800 millones de personas, y un producto interno bruto de 11 billones de dólares.
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Pero en la Cumbre Iberoamericana, finalizada el sábado en Bolivia, los presidentes de las economías líderes de América Latina —Brasil, México, Chile y Argentina— dieron el visto bueno a la iniciativa básicamente estadounidense del ALCA.

Esto es, a la idea esencial de que el libre comercio (un intercambio sin barreras, pero con reglas de juego equitativas), es beneficioso para las economías de los países, estimula su crecimiento, genera empleo y, por ende, contribuye a reducir la pobreza.

Los gobiernos intentan moderar la percepción de que se liberan los mercados simplemente para que las grandes corporaciones hagan negocios.

Muchos industriales grandes, pequeños y medianos de los países más pobres temen ser borrados del mapa por la fuerza y los recursos de los poderosos competidores estadounidenses. Y los agricultores sienten el mismo temor.

Anthony Hosang, presidente de la Asociación de Manufactura de Trinidad y Tobago lo expresa al afirmar que tal como están planteadas las cosas, ésta podría llamarse ”Area de Libre Comercio para América”, por Estados Unidos, dando a entender que este país se llevará todos los beneficios.

Pero no todos piensan así.

”No debe olvidarse que estamos luchando arduamente por eliminar las diferentes barreras que limitan el comercio internacional y los subsidios de más de 100.000 millones de dólares a los agricultores de los países ricos, pero con el objetivo de eliminar la pobreza que azota a nuestros países”, dijo IPS el canciller brasileño Celso Amorim.

Además de los grandes países latinoamericanos, un puñado de centroamericanos e incluso algunos de la Comunidad Andina están dispuestos a seguir esta línea de acción, adelantando sus compromisos por vía de acuerdos bilaterales con Estados Unidos.

¿Por qué no es posible entonces pensar que el ALCA pueda estar acordado en 2005, como estaba previsto?

No es tan sencillo.

El foro empresarial del sábado transcurrió a puertas cerradas. Richard Mills, portavoz del representante comercial de Estados Unidos Robert Zoellick, advirtió el domingo que muchos de los debates del ALCA, que se desarrollan en nueve grupos de negociación, no podrán ser abiertos al público.

Allí discutirán sobre acceso a mercados, agricultura, compras gubernamentales, inversión, competitividad, derechos de propiedad intelectual, servicios, soluciones de controversias, subsidios y competencia desleal. Pero los resultados de estas discusiones deberán hacerse públicos más temprano que tarde.

De lo contrario, resaltará el descontento de miles de manifestantes que han viajado de distintas partes del continente y del resto del mundo, algunos siguiendo las negociaciones de encuentro en encuentro.

”El ALCA es un acuerdo que, dicen, es de libre comercio. Pero la verdad es que es un pacto tras puertas cerradas que destruye leyes que protegen a trabajadores, al ambiente, a los campesinos y a los indígenas”, dijo Sasha Constanza-Chock, uno de los manifestantes apostados a las puertas del Intercontinental.

Los organizadores de la conferencia ministerial esperan que el protagonismo no esté en la calle, sino en las mesas de trabajo y en las reuniones plenarias, y que tengan la batuta los representantes de Brasil y de Estados Unidos, países que copresiden la negociación.

El ex director de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), Isaac Cohen, cree que esto es parte de un consenso: ”Brasil y Estados Unidos son las economías más grandes y también representan los polos de la negociación. Son copresidentes de un proceso y están comprometidos a actuar con responsabilidad y liderazgo”.

Ambos gobiernos tienen estrategias divergentes, pero buscan evitar el surgimiento de nuevas diferencias y al mismo tiempo salvar los obstáculos que dieron al traste con la ronda de negociaciones de la OMC.

De hecho, Brasilia y Washington acordaron dejar los temas más delicados, como la eliminación de los subsidios agrícolas, los derechos intelectuales y la regulación de las inversiones, sean tratados en la OMC, pero sin dejar de avanzar a la meta de que el ALCA entre en vigor en 2005.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, espera que con flexibilidad en los plazos y con ”trajes a medida”, es decir nada de soluciones únicas para todos los casos, se podrán manejar las contradicciones internas del mercado brasileño.

Por una parte, el sector industrial brasileño quiere un proceso gradual, mientras que el sector agropecuario aspira a una apertura inmediata.

Similares contradicciones enfrenta el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, que además está en año preelectoral y no necesita fracasos en el área comercial.

Brasil pretendió asumir el ALCA como una negociación en bloque, llevando a la mesa de discusión a sus socios del Mercado Común del Sur (Mercosur, del que también forman parte Argentina, Paraguay y Uruguay). Pero hasta en esto ha tenido que ser flexible.

La propuesta brasileña de negociar un ALCA básico o ”light” fue la fórmula más conveniente y en lugar de contradecir parece conjugarse con la de Estados Unidos de tomar la vía alterna de múltiples acuerdos bilaterales, que surgió como una estrategia para evitar discusiones en bloque y, en cierto modo, aislar políticamente a Brasil.

Estados Unidos ha estado acelerando acuerdos en el continente, a partir de la experiencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con Canadá y México.

Un acuerdo con Chile entrará en vigor en 2004, y se espera que Miami sea el escenario en el que se anuncien acuerdos similares con Panamá, Perú y posiblemente Ecuador y Colombia.

Negociaciones similares se llevaron a cabo durante este año con cinco países de América Central, y hasta República Dominicana se ha animado a sumarse a la tendencia.

Brasil afirma que las reglas de juego para la paulatina eliminación de barreras comerciales ya están escritas en la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), lo que puede servir de guía para el resto de los países sudamericanos.

Pero esta semana se pondrá a prueba la verdadera flexibilidad de los negociadores, el impacto de los acuerdos bilaterales y la efectividad para lograr consensos a puerta cerrada mientras se intenta construir una imagen progresista y de sensibilidad social hacia la sociedad civil.

No luce fácil. Por eso el encuentro de Miami es considerado fundamental.

Si se pasa esta prueba, pese a los 20.000 manifestantes que marcharán contra los objetivos de este modelo de integración, ”el proceso hacia el ALCA podría moverse de nuevo con vigor, pero no necesariamente con rapidez”, en palabras de Isaac Cohen. 2005 podría ser también una fecha flexible.

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