La puesta en vigor el 1 de enero de 2004 del tratado de libre comercio entre Chile y Estados Unidos ayudará a dar viabilidad al ALCA, en contra de la posición de algunos gobiernos latinoamericanos y de organizaciones de la sociedad civil.
Así lo señaló a IPS Coral Pey, coordinadora en Chile de la Alianza por un Comercio Justo y Responsable (ACJR), una organización no gubernamental contraria al "avasallamiento" con que, a su juicio, se busca cumplir el plazo de crear en 2005 el ALCA (Area de Libre Comercio de las Américas).
La ratificación el 22 de octubre por el parlamento chileno del tratado bilateral de libre comercio (TLC) con Estados Unidos es un precedente en favor del gran acuerdo hemisférico, cuyo destino inmediato será analizado el 20 y el 21 de este mes en la cita de Miami de ministros de 34 países, todos los de América salvo Cuba.
La negociación del ALCA debe culminar a comienzos de 2005, con vistas a someter de inmediato el texto a la ratificación de los parlamentos nacionales y lograr que cobre vigencia a fines de ese mismo año o desde los primeros días de 2006.
"En un horizonte regional lo que hace el tratado de Chile con Estados Unidos es precipitar el ALCA, viabilizar el ALCA en un contexto donde no solamente organizaciones de la sociedad civil, sino países, gobiernos, están planteando una negociación positiva, que pasa por restringir el marco del ALCA, por no apurarlo", apuntó Pey.
La reunión de Miami será acompañada en esa misma ciudad por una masiva concentración de activistas contrarios al acuerdo hemisférico, mientras en Argentina, Brasil y otros países de América Latina se convocarán también manifestaciones contra el ALCA.
En ese marco, los gobiernos de Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, Néstor Kirchner, de Argentina, y Hugo Chávez, de Venezuela, abogan por alargar el plazo de negociación del tratado americano, que también es observado con alguna desconfianza por países del Caribe anglófono.
Chile aparece al margen de esos reparos, acorde con su permanente apertura comercial, que se tradujo en el último año en tratados con la Unión Europea y Corea del Sur, además del acuerdo con Washington, en una estrategia que ahora apunta a lograr convenios similares con India y China.
La canciller chilena Soledad Alvear participó a comienzos de este mes en una reunión informal en Washington de delegados gubernamentales de varios países de América con el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, cuyo propósito fue buscar fórmulas para desbloquear las tratativas del ALCA.
A su regreso, la ministra sostuvo en Santiago que el tratado con Estados Unidos no debe ser obstáculo para fortalecer lazos con el Mercado Común del Sur (Mercosur), conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, y del cual Chile es asociado al igual que Bolivia.
"Una cosa es el proceso de negociación comercial (con Washington) y otra es tener un proceso de integración de un grupo importante de América del Sur", dijo Alvear, quien aseguró que Brasil comprende el "camino propio" de Chile.
Para la ACJR, en cambio, Chile está priorizando una estrategia bilateral Norte-Sur, marcada por la asimetría, a través del acuerdo con Washington, que no sólo contradice intereses latinoamericanos sino que además favorece la "hegemonía política, económica y militar" que propugna el gobierno estadounidense de George W. Bush.
"El TLC con Estados Unidos es un acuerdo llamado de última generación, donde se comprometen la agricultura, la propiedad intelectual, los servicios y las inversiones, lo cual significa consolidar un modelo de desarrollo y una lógica que ha sido tremendamente mercantil", sostuvo Pey.
La activista agregó que la aprobación del TLC con Estados Unidos fue "un proceso inconsulto, sin participación de la sociedad civil, donde se trasgredió el estatuto de probidad administrativa que exige la transparencia de todas las decisiones públicas hacia la ciudadanía".
Las consultas que se hicieron a diversos sectores sindicales, empresariales y organizaciones sociales, fueron, según Pey, más bien una "operación de marketing", en la cual "el TLC se vendió como una mercancía" incluso a los legisladores, que lo aprobaron por amplia mayoría.
El senador independiente Nelson Avila, uno de los pocos que votó en contra del tratado, planteó a IPS que Chile se somete con el TLC a una estrategia de Estados Unidos a nivel mundial, que busca reforzar su hegemonía económica.
"Lo que Estados Unidos impulsa es una globalización fundamentalmente financiera. El TLC es un proceso mutilador en la medida que se remite al factor que más beneficia a Estados Unidos (mediante la liberalización de las inversiones)", agregó el legislador, expulsado a comienzos de este año del cogobernante Partido Por la Democracia.
En cambio, desde el gobierno se realzan las bondades del tratado, que permitirá desde el 1 de enero el ingreso a Estados Unidos libre de arancel de 82 por ciento de los productos agrícolas que Chile exporta a ese país y dejar sin arancel a todos los envíos silvoagropecuarios en 12 años, como explicara el ministro de Agricultura, Jaime Campos.
"Todos sabemos que detrás de este acuerdo hay posibilidades de crecimiento para Chile, hay más empleos para Chile y hay más riqueza para Chile", proclamó el presidente Ricardo Lagos en octubre, tras la ratificación del tratado con Estados Unidos en el Senado.
El entusiasmo llevó a altos funcionarios del Departamento de Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería a afirmar que en el año 2004 Chile podría tener un crecimiento del producto de seis por ciento, gracias a los acuerdos comerciales con la Unión Europea, Corea del Sur y Estados Unidos.
Pero el ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, más cauto, llamó a no hacer cuentas apresuradas y a ser "un poquito más cuidadosos", al tiempo que ratificó la proyección de crecimiento de 4,4 por ciento para el próximo año, hecha por su ministerio y el Banco Central.