Dar cometa, coima, mordida o un «diego» son palabras usadas en América Latina para cometer pequeños actos de corrupción cotidiana, un fenómeno que llegó a echar raíces en su cultura y que ataca una flamante convención de la ONU.
Con excepción de Chile, que mantiene la fama de ser el menos corrupto de América Latina y el Caribe pese a los escándalos recientes en ese sentido que involucran a legisladores y empresarios, en la región se percibe a la corrupción como un grave problema y se convive con ella en medio de un mar de retórica y algunos planes gubernamentales para erradicarla.
Un informe anual de Latinobarómetro, firma no gubernamental radicada en Chile que sobre corrupción y otros temas consultó a 18.638 personas en la región, indica que 80 por ciento de ellos respondieron que esa práctica aumentó a lo largo del año pasado.
Sin corrupción nada funciona, es algo que llevamos en la sangre, aseguró el mexicano Patrocinio Bruno de 15 años, mientras el joven estudiante venezolano Juan Caldeira declaró que es un mal que nunca acabará y la recién graduada bióloga brasileña Fabiola Slavestrini sentenció que la corrupción hace parte del ser humano.
La Convención de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) Contra la Corrupción, que se abrirá a la firma de gobiernos en una cita sobre el tema que se realizará del 9 al 11 de diciembre en México, asegura que la erradicación de la corrupción sí es posible y se debe trabajar por ella.
La corrupción socava las instituciones y los valores de la democracia, la ética y la justicia y comprometen el desarrollo sostenible y el imperio de la ley, señala el documento, que fuera adoptado el 30 de octubre en la Asamblea General de la ONU.
Pero el nuevo tratado de la ONU centra su atención en lo que deberían hacer los gobiernos y legisladores del mundo, para enfrentar esta práctica ilegal en las esferas del Estado y de las corporaciones empresariales, y nada dice de la modalidad cotidiana, que en el caso de América Latina enfrentan millones de personas.
Muchos sentirán lejana esta nueva convención, pues en general perciben que la corrupción es parte de la vida, dijo a IPS Arturo del Castillo, investigador de temas de corrupción en el Centro de Investigación y Docencia Económicas de México (CIDE).
No obstante es seguro que las personas se alegrarán y cambiarán de percepción si este instrumento internacional funciona y por su inspiración se castiga a los corruptos de cuello blanco (empresarios y personas de poder), declaró el experto.
Según la convención, "la corrupción ha dejado de ser un problema local para convertirse en un fenómeno transnacional que afecta a todas las sociedades y economías, lo que hace esencial la cooperación internacional para prevenirla y luchar contra ella".
En Argentina, donde la entrega de un soborno a un particular o a una autoridad se conoce como coima, peaje, retorno o "el diego" (en referencia al 10 por ciento), es común que quienes venden las entradas a cines y teatros se reserven los mejores lugares de esos establecimientos para ofertarlos al final a mayores precios.
En México, en tanto, el soborno se conoce como mordida y su uso está extendido. Cuando un usuario que acude a una oficina pública ve que el encargado de turno abre el cajón de su escritorio, sabe que deberá colocar un billete en ese lugar para seguir con el trámite.
Transparencia Mexicana, capitulo en este país de Transparencia Internacional (TI), afirma que en México se registran casi 214 millones de actos de corrupción en el uso de servicios públicos cada año. Añade que los hogares destinan el 6,9 por ciento de su ingreso a ese destino.
Situaciones similares se repiten en otros países de la región.
En Brasil, por ejemplo, muchos contribuyentes compran facturas de médicos para así justificar reducciones en sus impuestos, mientras en Venezuela, donde la expresión pagar peaje es sinónimo de soborno, por 20 dólares se puede obviar el examen de manejo necesario para obtener una licencia de conducir.
En Paraguay, que según estudios de TI es el país más corrupto de América Latina, para que un funcionario de aduanas haga la vista gorda y permita el paso de un cargamento de contrabando, el interesado debe pagar una cometa.
Chile, que TI lo ubica como el país menos corrupto de la región, no se salva de esa práctica cotidiana, aunque a niveles mucho menores que en los países vecinos.
Una de ellas y que roza la corrupción, es a la que deben apelar los conductores que intentan estacionar en las calles de Santiago, pues deben arreglarse los bigotes, como le llaman al pago a cuidadores informales para conseguir un sitio y evitar daños en su automóvil. Esta modalidad es común en casi todas las ciudades grandes de América Latina, pero en muchas es reglamentada por las comunas.
Cuba, el único país de régimen socialista de la región, tampoco está exento de la corrupción. Ir por la izquierda es sinónimo de obtener algún beneficio fuera de la ley.
Pero también hay casos mayores de corrupción, como la cometida por Luis Orlando Domínguez, primer secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas y miembro del Equipo de Coordinación y Apoyo del presidente Fidel Castro.
Domínguez fue detenido a mediados de 1987 por cargos de malversación, abuso de autoridad, falsificación de documentos públicos, abuso en el ejercicio del cargo y uso indebido de recursos financieros y materiales.
Uno de los casos más sonados en ese país y que concluyó con la aplicación de la pena de muerte se dio en 1989, cuando fueron acusados y condenados por narcotráfico y corrupción cuatro ex militares de algo rango, entre ellos el hasta ese momento héroe de la República, general Arnaldo Ochoa.
Es que a niveles de gobierno y empresas los ejemplos de corrupción en América Latina abundan. En Paraguay, el ex presidente Luis González Macchi enfrenta un juicio acusados de asociación criminal, lesión de confianza, enriquecimiento lícito y abuso de poder durante su mandato de 2000 a 2003.
Una encuesta realizada el año pasado por el Centro de Información y Recursos para el Desarrollo de ese país, indicó que 86 por ciento de los paraguayos se sentían agobiados por la corrupción gubernamental.
Mientras, en Argentina quedó plenamente comprobado que en los años 90 la firma IBM consiguió a través de sobornos contratos por más de 700 millones de dólares para informatizar sucursales del estatal Banco de la Nación y la Dirección General Impositiva.
En Brasil, donde en 1992 fuera derrocado el presidente Fernado Collor de Mello por hechos de corrupción, se lidia ahora con un caso que apunta a jueces y policías por la venta de sentencias, falsificación de documentos, lavado de dinero y otros delitos graves.
En tanto, en México se sigue con la madeja de una investigación que señala que la empresa petrolera estatal Pemex entregó dinero a través de su sindicato para campañas electorales del Partido Revolucionario Institucional, que perdió el gobierno en 2000 luego de ejercerlo por 71 años consecutivos.
La corrupción es el aceite que permite que se muevan los engranajes del Estado, es una frase acuñada por investigadores del tema en México.
El consorcio financiero Inverlink está actualmente acusado en Chile de corromper a funcionarios públicos y traficar con bonos estatales y está en marcha un pesquisa contra legisladores que supuestamente habrían recibido sobornos de empresarios para interceder a su favor en la adjudicación de concesiones de plantas de revisión de automóviles.
La corrupción es el pan de cada día en muchos países de América Latina, pero también lo es los países desarrollados, que deben sonrojarse por haber intentado en varias oportunidades dar cátedra de transparencia y rectitud, apuntó el experto del CIDE.
Un ejemplo de ello es el caso de la empresa multinacional de energía Enron, que según datos dados a conocer en mayo por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos hizo que el gobierno de ese país presionara a distintas naciones en desarrollo para obtener concesiones y resolver los problemas de inversión de la empresa.
Enron, que quebró a fines de 2001 en medio de un escándalo financiero, exhortaba agresiva y regularmente a funcionarios del Tesoro, el Departamento de Estado (cancillería) y de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos a reunirse con delegados de gobiernos extranjeros y del Banco Mundial para resolver a favor de la firma las disputas con esos gobiernos.
Esa compañía estadounidense no pagó impuestos en los 15 años anteriores a su bancarrota pese a obtener ganancias anuales de miles de millones de dólares, y al quebrar tenía una deuda multimillonaria y numerosas acusaciones de fraude contable.
* Con aportes de Marcela Valente (Argentina), Mario Osava (Brasil), Patricia Grogg (Cuba), Gustavo González (Chile), Alejandro Sciscioli (Paraguay) y Humberto Márquez (Venezuela).