AMERICA CENTRAL: Corredor de esperanza para la lapa verde

Dos corredores biológicos que se unen en la frontera de Costa Rica y Nicaragua son la última esperanza de supervivencia para la lapa verde en uno de sus hábitat más importantes de América Central.

En esa zona fronteriza quedan entre 25 y 35 parejas reproductivas de las 50 que se requieren para una población saludable genéticamente, según datos del Proyecto de Investigación y Conservación de la Lapa Verde, que se desarrolla desde 1994 en la región.

El ave de la familia de los psitácidos tiene una distribución limitada a las tierras húmedas de la vertiente del Caribe, desde el este de Honduras hasta el norte de Colombia, con una población aislada en la costa ecuatoriana sobre el océano Pacífico.

De vistoso color verde y un largo de 79 centímetros, anida de diciembre a junio y tiene en promedio dos crías, pero no todas las parejas se reproducen cada año. Se desplaza hasta 35 kilómetros diarios y migra de altitud en busca de alimento. Por eso importa proteger su hábitat.

La disminución de poblaciones de lapa verde está asociada a la deforestación y especialmente a la tala del almendro (Dipteryx panamensis), que constituye su principal fuente de anidación y sustento, pero cuya madera es muy cotizada. En Costa Rica el ave ocupa hoy 10 por ciento de su territorio original.

La lapa verde es la especie estandarte de una labor de protección mucho más amplia, que busca conservar importantes ecosistemas en las tierras altas, las llanuras del norte y la vertiente atlántica de Costa Rica, así como en el sudeste de Nicaragua.

Para lograrlo se procura integrar el corredor biológico costarricense San Juan-La Selva, con el nicaragüense El Castillo, para formar el Corredor Biológico Binacional El Castillo-San Juan La Selva, que consolide en una sola unidad biológica 29 áreas protegidas con un total de 1,3 millones de hectáreas.

Lo que se conoce como la Zona Huetar Norte de Costa Rica, a lo largo de la frontera con Nicaragua, contiene el último hábitat de conexión viable entre ambos países para mantener la continuidad del Corredor Biológico Mesoamericano, un proyecto ambicioso que comprende a los estados meridionales de México y los siete países centroamericanos.

El reto de la iniciativa binacional es restablecer la continuidad biológica en una región con bosques muy fragmentados.

Los instrumentos son el establecimiento de áreas protegidas, el pago de servicios ambientales a propietarios por la conservación de sus bosques y actividades productivas sostenibles, como la agricultura orgánica y la reforestación con especies nativas.

Un comité binacional está armonizando las legislaciones de ambos países, capacitando personal de las áreas protegidas en el tráfico de especies silvestres y compartiendo experiencias en investigación y educación ambiental, dijo a Tierramérica Carlos Ulate, representante del Area de Conservación Huetar Norte en el Proyecto del Corredor Biológico Mesoamericano.

”El objetivo es lograr comunidades 'bioalfabetizadas', con una producción ambientalmente amigable y un turismo que las beneficie verdaderamente”, afirmó Ulate.

Para asegurar la continuidad biológica, una coalición de casi 15 organizaciones costarricenses, integradas en el Comité Ejecutivo del Corredor Biológico-San Juan La Selva, busca crear el parque nacional Maquenque en buena parte del área costarricense de reproducción de la lapa verde, estimada en unos 1.120 kilómetros cuadrados.

”La propuesta responde a la necesidad de contar con un área protegida suficientemente grande para albergar a la lapa verde y que serviría, además, como zona de amortiguamiento para la Reserva Indio Maíz, en Nicaragua”, señaló a Tierramérica Olivier Chassot, del Proyecto de Investigación y Conservación de la Lapa Verde.

Un decreto del gobierno costarricense establece los límites preliminares de ese parque y suspende el aprovechamiento forestal en el área, mientras se realizan estudios y se gestionan fondos nacionales e internacionales para la compra de tierras.

También se lleva a cabo un proceso de consulta con las comunidades que viven en la zona del parque. Muchos propietarios de bosques han manifestado su voluntad de conservar sus tierras para destinarlas a la protección, dijo a Tierramérica la investigadora Gisselle Monge, integrante del Comité Ejecutivo.

Cuando se establezca, será el primer parque nacional costarricense en proteger el bosque tropical húmedo de bajura, con la población más importante de almendro de montaña y sus ecosistemas asociados, como los humedales.

* La autora es colaboradora de Tierramérica. Publicado originalmente el 8 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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