Más de 30.000 casos de dengue registrados en América Central en lo que va de este año muestran que es una grave amenaza para la salud pública de la región y que se requieren medidas alternativas para combatirla, dijo a IPS el experto Mario Vargas.
Los controles por medio de insecticidas resultan insuficientes, y es necesario un enfoque más integral de la epidemia, que hasta ahora no da tregua en el istmo, opinó Vargas, investigador de la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica, una de las más prestigiosas del área.
El año pasado la Organización Mundial de la Salud admitió que para el combate del dengue se debe recurrir a nuevas estrategias, porque así lo demuestra el significativo aumento de casos en todo el mundo, afirmó.
De los casos registrados en la región este año, 15.807, o sea cerca de la mitad, ocurrieron en Costa Rica, 12.000 en Honduras, 2.765 en El Salvador, 823 en Nicaragua y 181 en Guatemala.
Esos casos correspondieron al llamado dengue clásico, la variedad más frecuente de la enfermedad, cuyos principales síntomas son dolor de cabeza, fiebre, dolor muscular, náuseas, vómitos y sarpullidos.
Vargas piensa que la cifra de casos en América Central es mucho mayor que la reportada, y que Costa Rica aparece con el número más elevado porque posee un sólido sistema de atención primaria, que permite detectar con precisión la incidencia de la enfermedad.
Existen cuatro tipos de virus causantes de dengue, transmitidos por la picadura del mosquito Aedes aegypti. El más grave es el dengue hemorrágico, con grandes sangrados que, si no son atendidos de inmediato, pueden causar la muerte del paciente en cuestión de horas.
Este año hubo en Costa Rica 54 casos de dengue hemorrágico, ninguno de ellos fatal, en Honduras se registraron 200 casos y 17 fallecidos, en El Salvador 108 y seis muertos, y en Guatemala ocho enfermos y tres decesos.
En Nicaragua no se precisó el número de casos de dengue hemorrágico, pero no hubo muertes.
En el mundo, hay en promedios anuales 51 millones de casos de dengue clásico y 500.000 de dengue hemorrágico, según la Organización Mundial de la Salud.
Esa agencia de la Organización de las Naciones Unidas reconoce que el problema del dengue se ha incrementado en las últimas décadas y se presenta en la actualidad en 100 países, de América, Asia y Africa, en los cuales causa cada año, en promedio, unas 24.000 muertes.
Especialistas de América Central coincidieron con Vargas en que el dengue no sólo se asocia con la pobreza en términos estrictamente económicos, como se ha pregonado, sino que su propagación también responde a factores culturales y sociales presentes en sectores con buenos niveles de ingreso.
Así lo destacaron la directora de epidemiología del Ministerio de Salud de Costa Rica, Teresita Solano, el coordinador nacional de epidemiología de El Salvador, Julio Armero, y también Concepción Zúniga, del Ministerio de Salud de Honduras.
En nuestro país uno va a casas de profesionales y se encuentra con que en sus patios tienen tremendos basureros, así como recipientes en los que se almacena agua, y esto favorece la propagación del mosquito. Es claro que el dengue es un problema cultura y social y no solo de salud, dijo Solano a IPS.
En Costa Rica, el dengue ha tenido mayor propagación en las zonas urbanas, a diferencia de lo que sucede en otros países de la región, señaló.
El dengue se consideró erradicado en la región en los años 80, pero desde 1993 reapareció con mucha fuerza.
Los especialistas insistieron en que la enfermedad requiere atención inmediata, pues un paciente con dengue clásico puede resultar afectado rápidamente por el hemorrágico.
Vargas considera imprescindible impulsar un nuevo enfoque del control del dengue, además de controlar mediante fumigaciones la reproducción del mosquito transmisor en agua estancada, y de llamar continuamente a la población a participar en la prevención.
Es necesario recurrir a alternativas como el control biológico, una técnica empleada con gran éxito en el campo agrícola. Para el dengue se pueden utilizar olominas, que son pequeños peces de agua dulce, el gusano llamado Romanomermis, y ciertos crustáceos, indicó.
Las olominas se comen las larvas de Aedes aegypti.
Es un control práctico, económico y en el que puede intervenir toda la comunidad, pero en especial los niños, explicó Vargas.
Es un grave error creer que con fumigaciones con insecticidas se controlará el avance del dengue. Por el contrario, se corre el riesgo de que el mosquito desarrolle resistencia a los químicos. Las fumigaciones tienen que ser muy controladas, puntualizó.
En Honduras, el número de casos disminuyó en forma acentuada, de 32.000 en 2002 a 12.000 en lo que va de este año, pero lamentablemente, el número de muertes es igual al año anterior, con 17 registradas, o sea que la mortalidad aumentó, dijo a IPS el médico Zúniga.
El funcionario pronosticó, al igual que Vargas y Solano, que será imposible la erradicación total del dengue en América Central, dada su actual propagación, y lamentó que falten iniciativas para la coordinación en el área del combate contra la enfermedad, además de criticar en especial la posición costarricense de no participar en medidas regionales.
El mayor número de casos de dengue en Honduras se ha registrado en la zona de la noroccidental ciudad de San Pedro Sula, la segunda de ese país, informó Zúniga.
Uno de nuestros principales problemas en la lucha contra el dengue es la falta de recursos, porque contamos sólo con 1.500 personas para coordinar actividades en todo el país, dijo.
En muchas áreas de Honduras no hay acceso al sistema de suministro de agua potable, y la población almacena agua en recipientes donde puede reproducirse el Aedes aegypti, indicó Zúniga.
Existen riesgos similares en otros países de la región, y por eso no hay que descuidar la prevención durante los meses secos de verano, sino intensificarla, coincidieron Zúniga y Vargas.
Uno de los graves problemas relacionados con el dengue que afronta El Salvador, donde las áreas más afectadas por la enfermedad son las urbanas, es la propensión a automedicarse por parte de los pacientes, sostuvo Armero.
Esa es una práctica que nos ha costado erradicar, pero poco a poco la gente entiende que no puede automedicarse, porque esto representa un peligro para su propia salud, comentó.
En opinión de Armero, las declaratorias de emergencia, como la que se prdujo en octubre en El Salvador, obligan a la sociedad a prestar mayor atención al dengue, pero una vez superado el miedo, las medidas preventivas se vuelven a olvidar. (