RUGBY: El mundo ovalado también es desigual

La transformación del rugby en un deporte cada vez más profesional va en desmedro de las pequeñas islas del Pacífico, que pese a su larga tradición no pueden competir con la supremacía económica de las potencias de Europa y Oceanía.

Fiji, Samoa y Tonga comenzaron a sentir la gran disparidad económica con naciones como Australia, Inglaterra, Francia y Nueva Zelanda, en especial desde que el rugby pasó a consolidarse como deporte profesional en los años 90, después de haber sido practicado por aficionados en la mayoría de los países.

Los tres países isleños del Pacífico sur no pudieron contar con sus principales jugadores para la Copa Mundial de Rugby 2003, que se realiza en Australia desde el 10 de este mes, debido a que los equipos europeos para los que juegan, en especial británicos, se negaron a prestarlos para este campeonato de dos meses.

Además, a estos pequeños países se les hace cada vez más difícil afrontar los gastos para este tipo de acontecimiento deportivo, al punto de que el presidente de la Unión de Rugby de Samoa, Tuilaepa Sailele Malielegaoi, advirtió que su país podría retirarse del calendario de la IRB tras el mundial de Australia.

"Fiji, Tonga y nosotros mismos pasamos por una situación financiera desesperante debido al impacto del rugby profesional y a la falta de habilidad de la IRB para encontrar una solución al problema. Samoa está siendo forzada a retirarse del calendario de la IRB y a volver al rugby aficionado", señaló en un comunicado.

El rugby de Samoa pasó a ser profesional hace unos años, pero todavía se encuentra lejos de igualarse al de Australia y Nueva Zelanda, las dos potencias de Oceanía.

La preocupación en Fiji, Samoa y Tonga, donde el rugby es el principal deporte, llegó a tal grado que, por primera vez, los líderes del Foro de Islas del Pacífico la incluyeron en el comunicado final de su última cumbre, realizada en agosto en Nueva Zelanda.

Encabezados por la primera ministra neocelandesa Helen Clarke, instaron a la IRB, con sede en Dublín, a cambiar sus reglas para favorecer a los pequeños países del Pacífico sur.

Los tres pequeños países isleños, que suman una población de poco más de un millón de personas, están descontentos porque la IRB no obligó a los equipos europeos a liberar a sus jugadores para cumplir con su "deber nacional" en el mundial.

También desaprueban nuevas reglas según las cuales los jugadores sólo pueden integrar un solo seleccionado nacional en su vida, al igual que en el fútbol.

Tonga no pudo contar para el campeonato con ocho de sus principales jugadores, mientras Fiji perdió cuatro y Samoa al menos dos de sus estrellas a causa de los contratos en Europa, donde la temporada de rugby recién comenzó.

"Tonga no puede alcanzar la remuneración que reciben en esos equipos ingleses, pero se trata de la Copa Mundial", dijo Mas Aho, portavoz del equipo tongoleño.

El jefe ejecutivo de la Unión de Rugby de Fiji, Pio Bosco Tikoisuva, acusó a la crisis a la decisión de realizar la Copa Mundial en octubre y noviembre, cuando comienza la temporada en el hemisferio Norte.

"Si la IRB quiere que el juego se propague y desarrolle en los así llamados países del segundo escalón (en el que se ubican las islas del Pacífico), entonces necesitan reglas flexibles para que se desarrollen los equipos", dijo a IPS el director técnico de Samoa, Kenape Tuuau.

En el segundo mundial, Inglaterra 1991, Samoa sorprendió a todos cuando llegó a los cuartos de final tras derrotar a la respetada selección de Gales en Cardiff, y perdió por un muy estrecho margen con los poderosos australianos.

Samoa tuvo también una muy buena actuación en el tercer campeonato mundial, Sudáfrica 1995, cuando llegó otra vez a los cuartos de final, esta vez derrotada por los locales, que a la postre obtuvieron el título.

"El profesionalismo no nos ayudó", sostuvo Tuuau.

El técnico dijo que muchos niños samoanos que se destacan en este deporte en la escuela obtienen becas para poder estudiar en Nueva Zelanda, donde se desarrollan como jugadores profesionales.

"Muchos optaron por jugar en Nueva Zelanda, y esto impide que luego puedan jugar para el seleccionado de Samoa. La mayoría de ellos se perdieron la oportunidad de jugar en este mundial", se quejó Tuuau.

Un tercio de los jugadores de Nueva Zelanda son descendientes de samoanos.

Ninguno de los integrantes de la selección neocelandesa, los llamados "All Blacks" ("Todos de negro"), ha jugado en un equipo de Samoa.

En cambio, la mayoría de los jugadores samoanos que participaron de los campeonatos mundiales de 1991 y 1995 pertenecían a algún club de Nueva Zelanda.

Sólo cuatro de los 30 integrantes del seleccionado de Tonga que están jugando en el campeonato mundial pertenecen a un equipo de su propio país. Nueve juegan en Nueva Zelanda, siete en Australia y el resto en Europa.

Tonga es una pequeña isla con apenas 100.000 habitantes, pero tiene una fuerte tradición en el rugby. Calificó a Australia 2003 luego de vencer a los campeones de Asia, Corea del Sur, por 119 a 0.

El director técnico de Tonga, el neocelandés Jim Love, dijo al sitio en Internet Planet Rugby que cuando asumió el cargo se tuvo que enfrentar a grandes dificultades para contar con los jugadores tongoleños que están en el exterior.

"Es frustrante poder tener a algunos jugadores a veces, y a veces no. Si miras a los All Blacks, tienen cuatro tipos que podría estar jugando en Tonga", señaló.

Muchos jóvenes jugadores de Fiji, Samoa y Tonga desean desde temprana edad obtener una beca para poder algún día jugar para los prestigiosos All Blacks o para los llamados Wallabies (una especie de canguro, como se conoce al seleccionado australiano). Y sobre todo, ambicionan los sueldos que se pagan en esos países.

Pero, pese a todo esto, el rugby profesional tiene para estos países ciertos beneficios. Las remesas enviadas por los jugadores de rugby en el exterior a sus familias, como las de los soldados en misiones de paz de la Organización de las Naciones Unidas, son un importante ingreso.

Las islas de Pacífico, que sólo tienen condición de observadores en la IRB, dominada por los países de Europa, Australia y Nueva Zelanda, quieren también disfrutar de los beneficios por los derechos de transmisión televisiva de los encuentros.

"Tenemos el talento, pero necesitamos los ingresos, de manera que nuestros jugadores puedan recibir la remuneración adecuada para el cumplimiento de su 'deber nacional'", dijo Aho.

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