La asociación Grupo dos Amigos de Olivença tiene mucho que agradecer a la CIA estadounidense, que destacó entre los conflictos fronterizos internacionales la condición portuguesa del minúsculo y olvidado enclave español de Olivenza.
En la última edición de su anuario sobre la situación mundial The World Factbook, la CIA (Agencia Central de Inteligencia) indicó que Portugal ha reafirmado periódicamente su reclamo por los territorios alrededor del poblado de Olivenza, España.
Esa observación se ubicó en la sección de disputas, la misma en que figuran el enclave británico en Gibraltar, reclamado por España, las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, emplazadas en la costa marroquí, el estado indio de Cachemira, que alimenta el conflicto con Pakistán, y la provincia serbia de Kosovo.
Mientras los amigos de Olivença reaccionaron con euforia al ver sus reivindicaciones atendidas por primera vez, en España el caso fue minimizado. La prensa española ridiculizó a la CIA, pero consideró al mismo tiempo que su anuario alienta a movimientos lusos que exigen la devolución de esa ciudad fronteriza.
A nivel oficial, tanto Lisboa como Madrid prácticamente ignoraron el caso.
La única excepción fue una corta declaración del entonces canciller luso, Antonio Martins da Cruz —quien renunció este mes por razones ajenas al caso—, quien llamó a sus compatriotas a la serenidad y destacó las excelentes relaciones entre los dos Estados ibéricos.
En esa ocasión, Da Cruz no dejó de recordar que España es el principal inversor extranjero en Portugal.
La respuesta de los Amigos de Olivença no se hizo esperar.
Una política de buena vecindad (…) no puede construirse sobre equivocaciones, resentimientos y hechos mal consumados. Portugal debe asumir finalmente que ha llegado el momento de colocar la cuestión de Olivença en la agenda diplomática luso- española y exigir el cumplimiento del derecho internacional, dijeron.
Pero el conflicto no debe ser puesto a consideración de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), dijo a IPS el presidente de los Amigos de Olivença y fiscal adjunto del Estado, Antonio Márques.
El problema debe ser resuelto en el cuadro de las relaciones bilaterales luso-españolas. El asunto no debe ser colocado fuera de contexto. Sólo si hubiese resistencia por parte de España, entonces nuestro Estado, no nosotros, es que debería llevar el problema a otros foros, sostuvo Márques.
Otros grupos de ciudadanos quieren avanzar con la denuncia ante la Unión Europea (UE) o ante la ONU, pero nuestra organización, que cuenta con mas de 600 miembros sin norte político —porque van desde comunistas hasta la derecha—, está apartado de esas iniciativas, aseguró.
La prensa de ambos países dedicó desde mediados de septiembre grandes espacios a un asunto que hasta ahora sólo era seguido en Portugal, por unos pocos nacionalistas que también integran grupos nostálgicos del pasado épico de su país.
Ante la publicación de la CIA, los principales periódicos portugueses dieron tribuna al caso de Olivença-Olivenza.
El cambio de una letra, la ç portuguesa por la z en español, vale 750 kilómetros cuadrados de territorio, 11.000 habitantes, la delimitación definitiva de 20 kilómetros de frontera ibérica y sobre todo, el orgullo herido de una nación.
Los orígenes de la plaza fuerte, localizada en Extremadura, a pocos kilómetros de la actual frontera luso-española, se remontan al año 1230, cuando el rey de León, Alfonso IX, recuperó Badajoz de manos de los árabes, que habían invadido la península en 711.
En la misma época, la floreciente corona de Castilla sufría una serie de contratiempos históricos que la debilitaron ante Portugal, la potencia emergente del occidente de la península.
La inexistencia de fronteras claras y las constantes reclamaciones de Lisboa obligaron al rey Fernando IV de Castilla a firmar en 1295 el Tratado de Alcañices, que consagra el paso definitivo de Olivenza a Portugal.
Este enclave fronterizo, militarmente estratégico, permaneció cinco siglos en manos de Portugal hasta que tropas españolas apoyadas por Francia expulsaron en 1801 los portugueses. La soberanía de Madrid en Olivenza se consagró mediante el Tratado de Badajoz.
En 1807, Francia y España pactaron en secreto la invasión de Portugal y el reparto de su territorio entre los dos países. El príncipe y mas tarde el rey de Portugal Joao VI, exiliado en la entonces colonia de Brasil debido a la invasión napoleónica, tomó conocimiento del pacto hispano-galo, declaró inválido el Tratado de Badajoz y exigió la devolución de Olivenza.
Una vez derrotada Francia y su aliada España, Portugal pidió la anulación definitiva del Tratado de Badajoz y la devolución de Olivenza, pretensión atendida en el artículo 105 del Congreso de Viena (1815), celebrado tras la caída de Napoleón Bonaparte.
Casi dos siglos después, Madrid no devolvió el enclave. A nivel oficial, Lisboa no exige el cumplimiento del Congreso de Viena a su vecino, pese a la información que contiene el anuario de la CIA.
Quien hoy visite Olivenza encontrará una ciudad de construcción lusitana. Los palacios son iguales a los del área antigua de Río de Janeiro o de Macao. Sus murallas fortificadas son idénticas a las de bastiones lusos del nordesteo brasileño, de la keniana Mombasa, de la malasia Malaca, de la hindú Goa o de la angoleña Luanda.
Sin embargo, este ambiente arquitectónico convive con hábitos nada portugueses, sino típicamente españoles, tales como tomar cerveza acompañada de pipas (semillas de girasol) mientras se habla de toros. Allí se escucha flamenco y cante jondo, se duerme la siesta y se cena a las 11 de la noche.
Pero Márques recordó que durante la dictadura del general Francisco Franco (1939-1975) el portugués fue prohibido, inclusive en las calles, conservándose como idioma de las familias. La educación en castellano era obligatoria y 90 por ciento de los mayores de 40 años, efectivamente, no hablan portugués.
De todos modos, añadió, en esta generación de jóvenes que ya no tuvieron el portugués como lengua materna se verifican fenómenos interesantes de recuperación de sus orígenes lusitanos.
Así, es frecuente que protesten lanzando frases en portugués ante las autoridades, dijo.
Nuevas acciones de reclamo se registrarán en oportunidad de la próxima cumbre luso-española, que se celebrará en la localidad portuguesa de Figueira da Foz, el 7 de noviembre, siempre solicitando una solución bilateral del caso, dijo Márques.
En un artículo publicado el mes pasado en El Periódico de Extremadura, el analista español Juan Zambrano sostuvo que la iniciativa de la 'inteligencia' estadounidense ha provocado reacciones de estupor, cuando no de risa.
La inclusión del imaginario conflicto en la lista lo coloca, según la CIA, al nivel de disputas como las de India y Pakistán por la región de Cachemira, o la de israelíes y palestinos a cuenta de la franja de Gaza, advirtió Zambrano.
Por su parte, el miembro de la Junta (gobierno regional) de Extremadura Ignacio Sánchez, afirmó que llegó a pensar que se trataba de una broma. Lo que la CIA vuelve a demostrar que no entiende nada de lo que pasa mas allá de las fronteras de Estados Unidos, sostuvo.
Olivenza no está en las agendas ni del gobierno español ni del portugués y, que yo sepa, no existe ningún conflicto territorial abierto entre los dos países, agregó Sánchez.
El alcalde de Olivenza, Ramón Rocha, apeló al humor. Me he tomado este tema en broma, porque todavía no he visto ningún terrorista por aquí, afirmó.
Rocha agregó en tono más serio que la CIA, pese a la gravedad de lo que sucede en Iraq o en Africa, no tiene otra cosa más importante que añadir a su informe de este año una imaginaria disputa por la ciudad oliventina.
El diario El Mundo de Madrid subrayó el 26 de septiembre que el gobierno de José Maria Aznar no esperaba que un aliado estratégico como Estados Unidos dejase caer esta carga de profundidad, que podría tener graves consecuencias si escapa al control de la diplomacia.
Olivenza mereció este mes un editorial en el periódico electrónico portugués Diario Digital, firmado por el subdirector del semanario Expresso, Fernando Madrinha.
España firmó el Tratado de Viena, pero jamás cumplió la obligación que asumió. El Estado portugués dejó caer el caso en el olvido, por lo que el hecho consumado se fue convirtiendo en un hecho histórico, prácticamente irresoluble, escribió Madrinha.
En una edición anterior, Expresso recordó que si el realismo político fuese una fatalidad, la ex colonia portuguesa de Timor Oriental aun sería indonesia y Estonia todavía sería rusa.
En cuanto a Olivenza, según Madrinha, no debe darse el caso como cerrado ni verlo como una causa remota y perdida de un grupo de lunáticos. (