Conformar una alianza de naciones democráticas para mantener el orden mundial y derrocar a los 43 dictadores que quedan en el planeta no es una idea tan loca para el ex embajador estadounidense Mark Palmer.
De hecho, la presentó en su último libro, casi a manera de manual, con el título ”Breaking the Real Axis of Evil: How to Oust the World's Last Dictators” (”Rompiendo el verdadero eje del mal: Cómo derrocar a los últimos dictadores del mundo”).
Palmer fue acompañado en el lanzamiento del libro por el historiador y analista político Francis Fukuyama, autor del polémico ensayo ”El fin de la Historia”, de 1989, en el que planteó que con la caída del bloque comunista se llegaba al fin del ”avance del hombre hacia la modernidad”, esto es, hacia la democracia liberal y capitalista.
El ex embajador de Estados Unidos en Hungría y alto funcionario del Departamento de Estado (cancillería) se inspiró en la visión global de la política del filósofo alemán Emmanuel Kant (1724- 1804), quien llegó a hablar de una ”liga de repúblicas” que decidiera el curso de los acontecimientos mundiales.
El ex embajador presentó el miércoles el libro en Washington y aseguró que, unidas, las democracias pueden ”deshacerse de los 43 dictadores que quedan en en el mundo para 2025”.
Palmer vivió 11 años en la Unión Soviética, Yugoslavia y Hungría. En este último país fue embajador entre 1986 y 1990.
Además, ocupó cargos importantes en el Departamento de Estado bajo los gobiernos de los presidentes Richard Nixon (1969-1974), Jimmy Carter (1974-1977), Ronald Reagan (1981-1989) y Bill Clinton (1993-2001).
Fundó varias estaciones de televisión independientes en seis países de Europa oriental luego de la caída del bloque comunista en 1991, y se destacó como un promotor de la democracia.
El autor hizo un llamado a crear una ”nueva estructura del poder internacional”, cuyo principal objetivo debe ser promover la democracia y derrocar a dictadores.
”En Estados Unidos tenemos una causa para nuestra política exterior, que es la guerra al terrorismo. Pero esta es una causa terrible. Carece por completo de sentido y es sólo un método, no un fin en sí mismo”, señaló por su parte Fukuyama.
La ”nueva estructura” que propone Palmer incluiría una ”comunidad de democracias” que voten como en la Organización de las Naciones Unidas, y una nueva OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) de alcance mundial, que ayudaría a promover y consolidar la democracia.
Para Palmer, los dictadores deben ser detenidos por esta liga de naciones y juzgados por crímenes contra la humanidad en tribunales internacionales, pero es necesario mantener un diálogo con ellos para que su derrocamiento sea lo menos violento posible.
El ex embajador destacó que fue gracias al diálogo que la caída del comunismo en Hungría fue menos sangrienta que en la vecina Rumania, y criticó al presidente estadounidense George W. Bush por su falta de diálogo con el gobierno de Corea del Norte.
Palmer propuso revisar las sanciones económicas impuestas a regímenes como el del presidente libio Muammar Gaddafi, y señaló que Medio Oriente es ”el corazón de la oscuridad democrática”.
China, donde según Palmer ”vive más de 66 por ciento de la población sometida a una dictadura”, también está en la lista de objetivos a cambiar para la nueva estructura mundial.
Palmer propuso crear un centro o instituto mundial que difunda valores democráticos, y que fuera administrado por la ONU.
El presidente y fundador del Centro Internacional sobre Conflictos No Violentos, Robert Ackerman, coincidió con Palmer y señaló que ese centro debería ”capacitar a miembros de la sociedad civil” en la resistencia no violenta.
Fukuyama apoyó la idea del centro, señalando que la ONU nunca trabajó para acabar con las dictaduras porque ”está basada sólo en la soberanía, y no en conceptos ni en convicciones”.
El historiador subrayó la importancia de apuntalar el proceso de transición tras la caída de una dictadura y de establecer gobiernos democráticos estables.
Fukuyama señaló que en varios países de América Latina, como Bolivia y Colombia, continúa la tensión e inestablidad a pesar de varios años de gobiernos electos en forma democrática.
En Asia, Pakistán afronta problemas para convertirse en una ”democracia legítima”, y estos problemas no se deben sólo a los militares y a los fundamentalistas islámicos, sino a que ”los así llamados demócratas son una pequeña clase de propietarios de tierras que dominan la economía y la política”, indicó.
Una democracia legítima será el resultado ”no sólo de la caída de un hombre en particular o de una institución, sino de una revolución social, que incluya una reforma agraria”, dijo Fukuyama.