DERECHOS HUMANOS-JAPON: Coreanos pagan los pecados de Pyongyang

El reconocimiento hace más de un año por Corea del Norte del secuestro sistemático de japoneses en los años 60 y 70 provocó una ola de rechazo, insultos e incluso ataques físicos contra descendientes de coreanos en Japón.

”El año pasado ha sido un revés para nuestros esfuerzos por lograr igualdad de derechos en Japón”, declaró So Chung So, miembro de Chongryon, una organización de la comunidad coreana que respalda al gobierno comunista de Pyongyang.

Luego de una visita en septiembre de 2002 del primer ministro japonés Junichiro Koizumi, Pyongyang liberó a cinco de los japoneses que había mandado secuestrar mediante espías, en el auge de la guerra fría, para obligarles a enseñar la lengua y las costumbres japonesas en escuelas de espionaje norcoreanas.

Hasta esa reunión cumbre, Pyongyang había negado cualquier responsabilidad en las misteriosas desapariciones de japoneses, muchos de los cuales murieron en cautiverio.

Desde entonces, se han registrado numerosos ataques contra miembros de la comunidad coreana en Japón, en su mayoría perpetrados por grupos de derecha, pero también por organizaciones de estudiantes y otras personas.

Una encuesta realizada por Chongryon reveló que 39.9 por ciento de las estudiantes de origen coreano de cinco y sexto grado y 48,3 por ciento de las estudiantes de más edad fueron víctimas de agresiones orales del tipo ”vuelve a Corea” o ”serás secuestrada”.

”Hay fuertes emociones en el público”, reconoció el profesor Haruhisa Ogawa, que por muchos años hizo campaña para el regreso de los japoneses secuestrados de Corea del Norte.

Ogawa advirtió que puede crecer la hostilidad de los japoneses hacia la comunidad coreana a menos que Corea del Norte resuelva el asunto en forma rápida.

Aunque Pyongyang reconoció los secuestros y pidió disculpas, se niega a permitir que los hijos de los secuestrados, que permanecen en Corea del Norte, regresen a Japón.

Además, persisten las fricciones entre ambos países por el desarrollo de armas nucleares de Pyongyang y por la colonización japonesa de la península de Corea entre 1910 y 1945. Corea del Norte reclama a Japón una indemnización por esa agresión, y además, ambos gobiernos no han firmado un tratado de paz.

La mayoría de los coreanos japoneses son descendientes de miles de trabajadores traídos desde la península durante la segunda guerra mundial (1939-1945) como mano de obra barata para el Ejército Imperial. En ese entonces, Corea no estaba dividida.

So Chung So culpa a los medios de comunicación por la escalada de violencia contra la comunidad coreana, que atribuye a la difusión de una imagen ”escalofriante” de Corea del Norte y su pueblo.

”Aunque me solidarizo con los japoneses por la triste situación de sus conciudadanos secuestrados, condeno a la prensa por presentar a todos los norcoreanos como una amenaza potencial”, dijo, en referencia al aumento de los informes sobre actividades militares y de espionaje de Corea del Norte y de las críticas hacia su presidente, Kim Il Sung.

La discriminación de los coreanos en Japón no es nueva, pero el año pasado fue especialmente duro, declaró Chong Hyon Suk, una japonesa de 40 años descendiente de coreanos.

Chong, profesora de inglés, está casada con otro coreano y tiene dos hijos que asisten a una escuela apoyada por Pyongyang en Tokio, los cuales han vivido el último año en permanente miedo y ansiedad, afirmó.

”La escuela decidió incluso dejar de exigir a los estudiantes el uso del uniforme, el atuendo nacional coreano, por razones de seguridad”, dijo Chong.

Los descendientes de coreanos en Japón suman unos 620.000, en su mayoría residentes de tercera y cuarta generación.

Casi todos están afiliados al Norte (según Chongryun serían unos 200.000) o al Sur, aunque la mayoría de los inmigrantes llegaron a Japón cuando Corea era una península unida bajo el dominio japonés, que terminó en 1945.

Tras la derrota de Japón en la segunda guerra mundial, los coreanos residentes en este país debieron enfrentar una política que les negaba la nacionalidad.

Luego llegó la guerra de Corea (1950-1953), y la península quedó dividida en dos. Muchos coreanos decidieron asumir la nacionalidad surcoreana entonces, pero otros prefirieron vivir sin pasaporte para retener la nacionalidad coreana, es decir, ni del Sur, ni del Norte.

Se cree que este último grupo procede en general de Corea del Norte. En un intento por mantener los vínculos con su patria, asistieron o envían a sus hijos a escuelas financiadas por Pyongyang y viajan a Corea del Norte para visitar a sus familiares.

Aunque esto despierta sospechas en Japón, es la única forma para los norcoreanos de estudiar su cultura y mantener su identidad, explican.

”Estos complejos vínculos históricos están en el corazón de los coreanos relacionados con Corea del Norte. Se aferran a su identidad, pero al mismo tiempo consideran que Japón es su hogar”, concluyó So. (

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