El exitoso lanzamiento de una nave tripulada al espacio, el 15 de este mes, es el primer paso del ambicioso programa en la materia de China, cuyos alcances científicos y militares son estudiados con lupa por observadores occidentales.
Una explosión de emociones en el gigante asiático acompañó el regreso a la Tierra, en la mañana del día siguiente, del primer astronauta chino, el teniente coronel Yang Liwei, luego de 21 horas en órbita.
La Shenzhou V (Nave divina) aterrizó suavemente en una meseta de la nororiental región de Mongolia Interior. Yang fue recibido como un héroe en su país, y mientras fuera de él se multiplicaron las felicitaciones y las interrogantes sobre qué viene después.
El vuelo de Shenzhou V es la cereza del pastel del programa espacial chino, es un fuerte mensaje para Estados Unidos y Rusia de que China está en su mismo nivel, y se ubica delante de Europa y de Japón, dijo a Tierramérica Dean Cheng, investigador del Proyecto Asia de la Corporación del Centro de Análisis Naval (CNAC, por sus siglas en inglés), con sede en Washington.
La excelencia espacial china ya se vio fortalecida desde el vuelo no tripulado del Shenzhou III (en marzo de 2002). Por su infraestructura y sus avances tecnológicos, China está en condiciones de sostener un programa prometedor, aseguró Cheng, estudioso de asuntos espaciales chinos durante la última década.
El vuelo del Shenzhou V se realizó mientras la flota de transbordadores espaciales de Estados Unidos está paralizada, tras el accidente en febrero de la nave Columbia.
El vuelo debe ser un alerta para todos los estadounidenses de que algo está mal con nuestro programa espacial, opinó Rick Tumlinson, de la Fundación Frontera Espacial (Space Frontier), un grupo no gubernamental que fomenta la conquista humana del espacio.
Roger Handberg, especialista de la estadounidense Universidad de Florida Central, coincide. Los estadounidenses se han tornado indiferentes sobre los vuelos tripulados y han asumido que éstos pueden continuar indefinidamente sin apoyo, dijo a Tierramérica.
El éxito de China nos recuerda cuán frágil es el apoyo a la investigación espacial, y que la única manera de garantizar la seguridad de enviar hombres al espacio es la participación de más naciones, añadió.
China se convirtió en el tercer país del mundo en lanzar un hombre al espacio, 40 años después de Estados Unidos y Rusia. Fue un acto simbólico de su afirmación como gigante de la tecnología y potencia mundial emergente.
El presidente chino Hu Jintao describió la misión como un honor para nuestra gran madre patria, y llamó a Yang un guerrero que exploraría el espacio exterior para realizar el sueño del milenio de la nación.
China mantiene satélites en órbita desde los años 70, e inició el actual programa espacial hace 11 años, a instancias del entonces presidente Jiang Zemin.
Las autoridades mantienen hermetismo sobre el alcance de sus ambiciones en la materia, pero anunciaron que en los próximos tres años pondrán un satélite en órbita alrededor de la Luna, para investigar su geografía y recursos.
El programa se llama Chang'e, nombre tomado de una leyenda china sobre una mujer de inusual belleza que voló hacia la Luna y se quedó allí como su diosa.
Beijing también anunció una misión tripulada a la Luna y, para 2020, la construcción de una estación espacial. China no participa en la Estación Espacial Internacional manejada por Estados Unidos y Rusia.
Dean Cheng es escéptico sobre esos plazos, pero dice que si la pregunta es '¿está China preparada para realizar una misión a la Luna en una década?', la respuesta es sí, sin duda.
En este momento es sólo cuestión de ingeniería, digamos que los aspectos teóricos básicos están resueltos, aseveró.
Los planes futuros de China contenidos en varios documentos son por ahora meros trozos de papel hasta que los gobernantes decidan apoyarlos, comentó Handberg.
Las misiones espaciales a la Luna son científicamente importantes, pero deben competir con otras necesidades sociales y económicas. Esa será la prueba del compromiso chino con el proyecto espacial, apuntó.
Recordemos que Estados Unidos pudo haber continuado sus viajes a la Luna después de 1972, pero decidió invertir su dinero en otras cosas. Ese es el dilema de todos los programas espaciales: el dinero, añadió el experto.
En julio, un informe del Pentágono (Ministerio de Defensa de Estados Unidos) señaló que es previsible que el programa chino contribuya al perfeccionamiento de sistemas espaciales militares en el periodo 2010-2020.
Los vuelos tripulados contribuyen poco a cambiar la ecuación del comercio o la seguridad nacional. La cuestión es si Beijing y Washington convertirán esto es una nueva fuente de competencia, opinó James Lewis, del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés).
Es probable que el gobernante Partido Comunista Chino se haya propuesto recuperar apoyo popular y promover la unidad nacional mediante la hazaña del Shenzhou, y aparentemente lo lograron. Los cuestionamientos sobre el costo y los méritos del programa espacial quedaron ahogados en medio de la euforia nacional.
Según los críticos, el envío de un ser humano al espacio es una empresa demasiado costosa para un país que tiene de 42 a 106 millones de pobres, según distintos cálculos.
Los detractores, que raramente se atreven a criticar en público al prestigioso programa espacial, señalan que está dominado por los militares, y que los fondos que insume podrían utilizarse mejor en otras áreas científicas.
El vuelo espacial tripulado le recuerda a esas personas la era de Mao Zedong (1949-1976), el fundador de la China comunista, cuyo gobierno intentaba competir con las potencias espaciales por razones militares.
No hay datos oficiales sobre el presupuesto espacial chino, pero diversos estudiosos suponen que implica un gasto de alrededor de 2.000 millones de dólares anuales, un monto comparable al japonés y mayor que el ruso, pero modesto en comparación con el estadounidense, de más de 15.000 millones de dólares al año.
En los meses previos al lanzamiento, la maquinaria de propaganda del Estado chino exaltó la misión por sus aplicaciones científicas y restó importancia a su costo.
El programa espacial mejorará las telecomunicaciones y los satélites meteorológicos, en beneficio de la agricultura, aseguran científicos chinos.
Todo programa espacial en cualquier país enfrenta críticas por los elevados gastos que acarrea y, en el caso de vuelos tripulados, se discute si son actos políticos destinados a la audiencia doméstica, consideró Cheng.
Si eso invalida o no una misión espacial será cuestión de debate por mucho tiempo, pero al final del día, poner un hombre en órbita, no importa de qué nacionalidad sea, implica una gran dosis de valentía, concluyó.
* Con aportes de Antoaneta Bezlova (China), Diego Cevallos (México) y Cristina Hernández-Espinoza (Estados Unidos). Publicado originalmente el 18 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (