La explotación sexual infantil es un fenómeno creciente en América Central, donde cientos de niñas y niños son víctimas de redes criminales que encuentran en la marginalidad un terreno fecundo para el lucro, sin que las autoridades logren frenarlos.
Esas redes tienen vínculos entre sí, y también con grupos que dedicados a otros tipos de negocios ilícitos, entre ellos el narcotráfico.
Entre los países de la región que más problemas presentan en materia de explotación sexual infantil están Costa Rica y Honduras, según la organización no gubernamental (ONG) Casa Alianza, dedicada a la atención de la niñez abandonada en América Latina.
En Costa Rica, las denuncias de ese delito aumentaron de 15 semanales a 15 diarias, y en Honduras hay informes sobre por lo menos unos 10.000 niñas y niños en riesgo de ser víctimas de redes de explotación sexual.
En Guatemala, El Salvador y Nicaragua el problema también se agrava, sin que las políticas estatales logren combatirlo con éxito.
La explotación sexual de la infancia va en aumento, pese a lo esfuerzos de gobiernos y ONG, afirmó este viernes el especialista tailandés Vitit Muntarbhorn, en la inauguración de un foro jurídico en Costa Rica.
Uno de los factores que contribuyen a ese incremento es el desarrollo de nuevas tecnologías, entre ellas Internet, que permiten aumentar la oferta de servicios sexuales, incluyendo los ilegales, opinó ante unos 60 delegados de ONG reunidos para discutir políticas para combatir la explotación sexual infantil.
De todos modos, una de las ventajas en ese combate es que el tema es cada día más visible para las sociedades, expresó Muntarbhorn.
En América Central, la explotación sexual de la niñez se produce sobre todo para satisfacer la demanda de turistas, en su mayoría procedentes de Estados Unidos y Europa, según indagaciones de varias ONG.
En Honduras, una investigación aún sin divulgar de Casa Alianza determinó que existen redes muy fuertes en todo el país para explotar a niñas y niños, vinculadas con otros negocios ilícitos como el narcotráfico, dijo a IPS Ubaldo Herrera, director de esa institución en Tegucigalpa.
Los niños sometidos al ultraje sexual proceden, desde luego, de las clases marginales, y en Honduras el problema es sin duda muy grave. Recién ahora se está logrando que la explotación sexual comercial infantil sea visible para nuestra sociedad, alegó.
La infancia explotada sexualmente labora en bares, prostíbulos, casas de masajes y centros nocturnos, y las víctimas más solicitadas son las de 12 a 16 años, precisó Herrera.
Una situación similar se presenta en el resto de los países de la región.
En una nación en la que casi 80 por ciento de la población padece los estragos de la pobreza, resulta difícil combatir la explotación comercial infantil, pero hay que insistir en que es éste es un desafío social y moral para Honduras y América Central, sostuvo Herrera.
En el último año, la explotación sexual de los niños es más que evidente en Honduras, lo que sucede es que en una sociedad machista como la nuestra se tolera demasiado ese mal, aseveró.
En Costa Rica, pese al aumento de denuncias, la estatal Fiscalía de Delitos Sexuales del Organismo de Investigación Judicial, solo cuenta con cinco investigadores, señaló Rocío Rodríguez, también de Casa Alianza.
Queda claro que al Estado no le interesa destinar los recursos suficientes para combatir ese delito, dedujo.
Uno de los problemas es que la sociedad contribuye con su tolerancia, que se explica a partir de rasgos socioculturales, como el machismo, comentó Rodríguez.
En el marco de las leyes vigentes, es muy difícil demostrar que una persona está explotando sexualmente a un niño o niña, y prácticamente el agresor tiene que ser sorprendido en el acto, y la tenencia de pornografía infantil no es penalizada, explicó.
En Nicaragua, el procurador de Derechos Humanos, Benjamín Pérez, lamentó que la explotación sexual de los niños aumente a vista y paciencia de las autoridades.
El funcionario manifestó a IPS que en Nicaragua las principales causas que empujan a los jóvenes a prostituirse se concentran en la pobreza, el desempleo y la alta deserción escolar, que es de 50 a 55 por ciento en la primaria.
A lo largo de la carretera que comunica a Managua con la costa atlántica, es más que evidente que las niñas se exhiben y se venden a los camioneros con el afán de ganarse un dinero fácil, destacó Pérez.
Cada año es más visible este problema. Lo que sucede es que en Nicaragua todo se centra en la discusión macropolítica y los demás temas se dejan de lado, deploró.
Pérez afirmó que la policía nicaragüense no cuenta con recursos ni capacitación adecuados para combatir la explotación sexual infantil.
En Guatemala, una investigación realizada por Casa Alianza en 2001 mostró que al menos 2.000 niñas y niños sufrían explotación sexual, y que había cerca de 5.000 expuestos al peligro de sufrirla.
Casa Alianza determinó en una indagación de 2001 que en muchos de los 3.959 prostíbulos de El Salvador trabajaban personas del sexo femenino de 18 años. (