DESARROLLO: El comercio sustentable sí existe

Para los 146 gobiernos que participaron en la V Conferencia Ministerial de la OMC, en México, construir un sistema de comercio justo y sustentable sigue siendo un objetivo lejano, pero para un puñado de pequeños agricultores es un hecho palpable.

Alejados de los acalorados debates de los ministros, que se sucedieron del 10 al 14 de este mes, y de las protestas de activistas sociales, agricultores de 40 países en desarrollo se reunieron también en el sudoriental balneario mexicano de Cancún para compartir sus experiencias en proyectos del llamado comercio justo.

Este modelo de mercado alternativo ya registra ventas por más de 400 millones de dólares al año.

Con este sistema, respaldado por grupos no gubernamentales, pequeños agricultores que cultivan en comunidad y con técnicas amigables con el ambiente tienen la garantía de que se colocarán sus productos en los mercados a precios mayores a los regidos por la oferta y demanda convencionales.

Existen más de cinco millones de productores en el mundo que reciben los beneficios de este modelo comercial, reportó Fraid Labelling Organization, grupo que emite certificaciones de comercio justo y que, junto a otros grupos, se encarga de colocar los productos en los mercados.

En el mundo hay 43.000 tiendas que venden café, té, cacao, miel, azúcar, arroz, plátano, mango, piña, jugo de naranja y flores certificadas. Además de otros 100 derivados de esos productos.

El sistema apela a la conciencia de los consumidores.

El comprador sabe que los precios de los productos certificados son mayores a los vigentes en el mercado libre, pero también conoce que ese alimento es de calidad y que fue cultivado de manera sustentable en cooperativas, comunidades o asociaciones de pequeños agricultores.

Pero la mayoría de los consumidores está en los países industrializados, donde los niveles de ingreso son altos.

”Sé que tenemos muchas limitaciones pues en nuestros países pobres los consumidores privilegian el precio y no la calidad”, dijo a Tierramérica Ricardo Apaza, campesino boliviano del grupo Ceibo, asociación que agrupa a 800 familias de productores de cacao orgánico y que es parte del proyecto de comercio justo.

Isaías Martínez, campesino mexicano que produce café orgánico, opinó algo similar, pero es optimista sobre el futuro.

”Nuestra producción de café sube igual que las ventas, pero no sólo porque vendemos en los países ricos, sino porque empezamos a ser competitivos frente al café tradicional”, apuntó.

Los promotores del comercio justo consideran que las reglas de la OMC (Organización Mundial del Comercio) y el libre mercado están definidas por grandes corporaciones e intereses de los países industrializados.

Por esa razón demandan promover cambios que permitan a los productores competir con precios adecuados y a los consumidores adquirir mayores niveles de conciencia social y ambiental.

De modo paralelo a la cita ministerial de la OMC en Cancún, los promotores del comercio justo realizaron un simposio sobre el tema y organizaron una feria, donde unos 20 pequeños agricultores integrantes del proyecto exhibieron sus productos.

”El comercio debe verse con objetivos sociales y ecológicos, si no el mundo no tiene futuro”, declaró a Tierramérica el salvadoreño Ricardo Navarro, uno de los portavoces del grupo internacional Amigos de la Tierra en América Latina.

”La OMC sólo quiere un comercio que beneficie a las corporaciones y no a la gente. Pero hay un límite para la producción y el consumo que promueven las empresas y eso no parecen entenderlo los países ricos”, señaló.

Desde el año pasado, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) trabaja con psicólogos y expertos en teorías conductistas para intentar poner de moda los patrones de consumo ”verde” en el mundo.

No obstante, reconoce que eso no será suficiente para regiones como América Latina, donde los malos hábitos de consumo se funden con la imposibilidad de millones para cubrir sus necesidades primarias.

Los 240 millones de pobres de América Latina parecen tener ya bastante con preocuparse por la comida del día a día.

”Carece de sentido hablar de un consumo sustentable si las necesidades actuales de consumo básicas y primarias no se han cubierto aún”, declaró a Tierramérica Diego Masera, coordinador del programa de Industria y tecnología del PNUMA para América Latina.

A nivel planetario, el consumo de la quinta parte de la población mundial que vive en el Norte es responsable principal de la mayor parte de la destrucción ambiental del mundo.

Esa pequeña porción, cuyos ingresos son 74 veces mayores a los de la quinta parte más pobre, suma 86 por ciento del gasto global en consumo, indican datos de la Organización de las Naciones Unidas.

La minoría rica usa 65 por ciento de la electricidad disponible en el planeta, 84 por ciento del papel y 85 por ciento de todos los metales. Además, emite 70 por ciento del total de dióxido de carbono, gas que enloquece el clima y los equilibrios ambientales.

Si todos los habitantes de la Tierra llegaran a adoptar el estilo de vida de los más ricos, se necesitarían los recursos de cinco planetas juntos para satisfacer a todos, advierten los estudios.

En América Latina, 20 por ciento de la población tiene ingresos 19 veces mayores que el 20 por ciento de los más pobres. La desigualdad es tal, que para millones de pobres el consumo de productos básicos llega a ser un lujo.

Masera advirtió que los ricos contribuyen en mayor medida al deterioro ambiental, pero son los pobres los que pagan las peores consecuencias.

Además, ninguno de los gobiernos de América Latina tiene una política ”coherente y estructurada” para promocionar el consumo sustentable, señala la no gubernamental Consumers International.

Cambiar esta realidad no será nada fácil. Más de 10 años lleva en la agenda de los gobiernos del mundo el compromiso por promover el consumo sustentable, pero poco o nada se avanza para cumplirlo.

Además, los países pobres están copiando ”los modelos insostenibles del Norte y no se plantean alternativas cultural, económica y ambientalmente sustentables”, lo que ”es alarmante”, expresó Masera.

La agenda de la OMC definida en la IV conferencia ministerial, celebrada en 2001 en Doha, la capital de Qatar, contempla un plan de negociaciones comerciales que apunta al objetivo de lograr un comercio más justo, que ayude a los países en desarrollo a salir de la pobreza.

Sin embargo, las negociaciones que deberían concluir a más tardar a fines de 2004 se mantienen estancadas en varios puntos, según pudo constatarse en el fracasado encuentro ministerial celebrado en Cancún.

”No hay que esperar el comercio justo, hay que pelearlo como nosotros”, recomendó Apaza.

* Publicado originalmente el 13 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe