AMBIENTE: Conservacionismo no llegó a los mares

Desde 1962, año del primer Congreso Mundial de Parques, la cantidad de sitios protegidos pasó de unos dos millones de kilómetros cuadrados a casi 19 millones. Pero apenas 0,5 por ciento del territorio marino del planeta ostenta esa categoría.

La conservación de vida silvestre absorbe el principal uso de la tierra en varias zonas rurales del planeta y puede convertirse en una de las herramientas más poderosas para aliviar la pobreza en el mundo. En cambio, menos de 0,5 por ciento de los mares y océanos del mundo forma parte de áreas protegidas.

Este es un asunto clave revelado en el V Congreso Mundial de Parques, que se celebra entre el 8 y el 17 de este mes en la oriental ciudad sudafricana de Durban, con la presencia de unos dos mil delegados.

La cuestión central del encuentro es cómo vincular la conservación de hábitat y ecosistemas con el crecimiento económico, la creación de empleos y el desarrollo rural.

Las áreas protegidas del mundo ocupan ahora más superficie que los cultivos permanentes, lo cual las convierte en la forma más significativa de uso de la tierra en áreas rurales deprimidas, sostuvo el director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Klaus Toepfer.

”Desde 1962, año del primer Congreso Mundial de Parques, la cantidad de sitios protegidos se ha multiplicado, pasando de unos dos millones de kilómetros cuadrados a casi 19 millones en la actualidad”, dijo Toepfer.

Más de 100.000 áreas protegidas se crearon en el planeta, 90 por ciento de ellas en los últimos 40 años, señaló un informe divulgado el martes 9 por el PNUMA y la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN).

Entre 10 y 30 por ciento de paisajes naturales vitales del planeta, como las selvas amazónicas, la tundra del 5rtico y las llanuras tropicales de la sabana africana, se encuentra protegida.

Pero otros ecosistemas biológica y ecológicamente importantes no están amparados por ningún régimen de conservación. Menos de 10 por ciento de los grandes lagos y menos de 0,5 por ciento de los mares y océanos del planeta forman parte de reservas o parques naturales, según el informe.

El desafío del Congreso, que se reúne una vez por década, es hallar formas de administrar las áreas protegidas de modo de que sus beneficios alcancen a la población que vive más allá de sus límites.

”Engrosar la lista de áreas protegidas no puede ser un fin en sí mismo”, pues ”no podemos darnos por satisfechos si terminamos con islas de vida silvestre bien conservadas, en un mar de degradación ambiental”, dijo Toepfer.

”Los recursos genéticos y naturales que poseen, los servicios 'ecosistémicos' que brindan, y el ingreso potencial de actividades como el turismo sustentable, pueden ser instrumentos vitales para combatir la pobreza, si son aplicados en forma apropiada”, abundó.

Este punto fue subrayado por el ex presidente sudafricano Nelson Mandela (1994-1999) en su discurso de apertura del Congreso, el 8 de septiembre.

Combinar la protección del ambiente con la asistencia económica a los pobres es el desafío más grave que afronta hoy el conservacionismo, dijo Mandela.

”Si bien muchos administradores de parques asumen responsabilidades adicionales para el bienestar social y económico de las comunidades vecinas, el reparto equitativo de costos y beneficios de las áreas protegidas sigue siendo un tema pendiente”, subrayó por su parte el director general de UICN, Achim Steiner.

Dirigentes de varias comunidades rurales vecinas a los parques nacionales sudafricanos criticaron al actual gobierno por no aplicar programas de conservación que beneficien a la población rural más pobre.

Líderes de organizaciones rurales de Sudáfrica se reunieron durante tres días en Cape Vidal, al norte de Durban, para preparar su participación en el Congreso.

Si bien Sudáfrica ha hecho varias reformas a la política de conservación, destinadas a aliviar la pobreza mediante la protección de la biodiversidad, éstas no se aplican de modo apropiado en varias partes del país, según el Memorando de Cape Vidal.

”Debemos pasar de las palabras a la práctica”, dijo Livingstone Maluleke, líder del pueblo makuleke, inicialmente desplazado del área norte del Parque Nacional Kruger, al que luego se entregó la propiedad de sus tierras en esa reserva.

La necesidad de respetar los derechos humanos de la población cercana a las áreas protegidas fue igualmente subrayada por el Indigenous People's Caucus (Cónclave de Pueblos Indígenas), que reúne a cientos de delegados al Congreso.

Este grupo señaló el 9 de septiembre que se opondría a cualquier política de conservación que implique la expulsión o exclusión de las comunidades indígenas de sus territorios ancestrales.

Los delegados indígenas instaron al Congreso a prestar ”especial atención al severo problema de la expulsión y la exclusión sistemática de pueblos aborígenes de sus tierras en la creación de áreas protegidas en Africa y otras regiones del mundo”.

* Publicado originalmente el 13 de septiembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (

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