El rebrote de fiebre aftosa en vacunos de Paraguay lleva otra vez a mirar con recelo a Argentina y pone en duda la eficacia de medidas de prevención tomadas en el Mercosur tras la crisis sanitaria de 2000 y 2001, que causó graves daños a la economía regional.
El retorno este año de la aftosa a Paraguay, que le hizo perder su estatus de libre de la enfermedad con vacunación, puso en alerta a los otros países del Mercosur (Mercado Común del Sur), Argentina, Brasil y Uruguay.
Aunque la aftosa no afecta la calidad de la carne ni se trasmite a humanos, debilita a los animales, provocando graves perjuicios económicos a los criadores.
Pero portavoces oficiales y empresarios del sector agropecuario del bloque creen que esta vez la aftosa no causará los estragos de antes, gracias a la fluida comunicación entre las autoridades sanitarias que minimizó la desconfianza aún existente con Argentina.
Muchos no olvidan que Argentina admitió la existencia de aftosa en sus rebaños sólo en marzo de 2001, ocho meses después de que apareciera en realidad el primer foco según expertos, para luego insistir en que se había transmitido a través del ingreso de ganado de contrabando de Paraguay.
Ahora, nuevamente se cruzan las acusaciones entre paraguayos y argentinos sobre el origen de un foco de aftosa registrado a fines de julio en el departamento de Boquerón, en suelo de Paraguay pero a pocos kilómetros de la triple frontera con Argentina y Bolivia.
Un grupo de indígenas paraguayos cruzó de Argentina hacia nuestro país con ganado infectado. Allí comenzó todo, dijo a IPS un ganadero de Paraguay que prefirió mantener su identidad en reserva.
Por su parte, el director general de Campo del Servicio Nacional de Salud Animal de Paraguay (Senacsa), Manuel Barboza, apuntó que los técnicos a su cargo fueron informados que del lado argentino hubo animales enfermos y entonces se comenzó a revisar el área.
Barboza agregó que gente que comercia ganado vacuno a través de la frontera detectó posteriormente animales enfermos en Paraguay, tras lo cual el servicio sanitario argentino ingresó a nuestro país en forma irregular, tomando muestras que luego dieron positivo.
Igual la sangre no llegó al río. Al día siguiente, cuando estuvimos en la región, donde se había denunciado la existencia del foco, se habló con los técnicos argentinos y se acordaron tareas conjuntas a ser realizadas, explicó el funcionario paraguayo.
Sin embargo, no importa de dónde vino el mal, y la aftosa se detectó en Paraguay y aquí hay que tomar las medidas que los manuales indican para enfrentar esta enfermedad, dijo más cauta a IPS la presidenta de la Cámara Paraguaya de la Carne, Alba Pettengill.
También Carlos Nassif, de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), informó de la presencia de especialistas de su país colaborando en Paraguay. Existe la mejor predisposición en el tema, porque se entiende que esto debe resolverse en la región, explicó.
Rápidamente, la histeria corrió entre los ganaderos paraguayos, al punto de que un grupo de la misma zona donde fue detectado el foco de aftosa el año pasado señaló que se encubrían nuevos casos, lo cual obligó a la Senacsa a multiplicar esfuerzos para aplacar los ánimos. Así, todas las pruebas dieron negativo.
De cualquier modo, el director adjunto del Departamento de Defensa Animal del Ministerio de Agricultura de Brasil, Jamil Gomes de Souza, admitió que hoy la situación en Bolivia (asociado al Mercosur) y Paraguay es preocupante.
Adoptamos todas las medidas de prevención en Brasil y en las fronteras y ahora nos toca esperar y ayudar los países vecinos, indicó a IPS.
En cambio, el director general de Servicios Ganaderos de Uruguay, Recaredo Ugarte, restó importancia al hecho al sostener que los actuales rebrotes del mal en vacunos bolivianos y paraguayos no suponen por ahora un riesgo para el bloque.
Argentina, Brasil y Uruguay no tienen focos de fiebre aftosa, ni tampoco sospechas de la misma. Sólo se están tomando medidas de prevención para evitar su introducción involuntaria, señaló.
Este rebrote de aftosa ya ocasionó a Paraguay un nuevo cierre del mercado cárnico brasileño, que había recuperado en diciembre de 2002 tras un incidente ocurrido dos meses antes.
En octubre de ese año en el nororiental departamento paraguayo de Canindeyú, fronterizo con Brasil, dos animales dieron positivo en los controles, lo cual generó suspicacias y acusaciones cruzadas entre ganaderos y autoridades sanitarias a ambos lados de la frontera.
Desde entonces Paraguay no cesó de perder mercados. Según datos oficiales, Chile, Brasil, Colombia, Federación Rusa, Israel y Sudáfrica dejaron de comprar carne paraguaya tras el incidente.
Por ese mismo motivo, Paraguay tampoco puede usufructuar los beneficios de la recientemente otorgada cuota Hilton de 1.000 toneladas, llamada así a los cortes de alta calidad y sin hueso para el mercado de Estados Unidos y Europa. Las pérdidas por este concepto se aproximan a los cinco millones de dólares.
Los frigoríficos paraguayos consiguieron mantenerse trabajando entre 20 y 50 por ciento de su capacidad, atendiendo sólo el mercado local.
La crisis sanitaria pasada tuvo a Brasil como el primero en reconocer el retorno de la aftosa a la región en agosto de 2000. En octubre de ese año Uruguay también aceptaba la presencia del virus, mientras que Argentina lo negó hasta marzo de 2001.
Los mayores daños económicos fueron a causa de la pérdida de mercados externos. El ministro brasileño de Agricultura de entonces, Marcus Pratini de Moraes, estimó en mayo de 2001 que su país había perdido unos 300 millones de dólares en exportaciones.
Así, se dejó de vender a mercados fundamentales como la Unión Europea y Medio Oriente y hasta Chile, Rusia y Singapur, que también dejaron de importar carne porcina y de pollo, con pérdidas adicionales calculadas en 150 millones de dólares.
En esa crisis de 2000 también fueron sacrificados en Brasil, a través del llamado rifle sanitario, unos 11.000 vacunos en el meridional estado de Río Grande del Sur, que tiene fronteras con Argentina y Uruguay, y en otras regiones en cantidades difícil de precisar.
Uruguay también se vio afectado de modo fundamental en su comercio exterior, al cerrarse los mercados de su carne vacuna de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá y México, además de que fueron sacrificadas unos 21.000 animales.
La Unión Europea y Canadá reabrieron sus puertas a la carne uruguaya en octubre de 2001, como reconocimiento a sus esfuerzos para poner freno a la enfermedad a través de la vacunación masiva de su rebaño. Poco después lo hicieron Egipto, Polonia, Hungría, Chile, Argelia y Rusia.
En cambio, Estados Unidos permitió el ingreso de carne uruguaya sólo en mayo de este año, mientras que México todavía no ha reanudado las importaciones, aunque se espera lo haga para septiembre.
Para Argentina, la crisis sanitaria de 2001 fue la peor registrada en su historia, con 2.200 casos detectados. A pesar de ello, el sacrificio de animales fue mínimo, con menos de 1.000 de sus 51 millones de cabezas, en ese país considerado el cuarto productor mundial y séptimo exportador de carne,
En esa oportunidad se suspendieron todas las exportaciones cárnicas argentinas, a excepción de la cuota Hilton, pero hoy sólo le resta recuperar 14 de sus 77 mercados, entre ellos el estadounidense, el canadiense y de algunos países asiáticos.
La exportación de carne argentina creció 94 por ciento el año pasado, respecto de 2001, con ventas estimadas en 257.000 toneladas y valuadas en 481 millones de dólares.
* Con aportes de Viviana Alonso (Argentina), Mario Osava (Brasil) y Raúl Pierri (Uruguay)