Africa tiene una milenaria historia de emigración. Antes, sus habitantes eran arrancados del continente y explotados como esclavos. Hoy, millones de africanos se desarraigan por sus propios medios en busca de mejores oportunidades.
Los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Africana (UA), reunidos en su segunda cumbre, llamaron esta semana a los emigrantes a invertir su tiempo, capacidad y capital en el desarrollo de sus países de origen.
Debemos acelerar nuestro trabajo de fortalecimiento de las relaciones de cooperación y solidaridad con la diáspora africana, dijo el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, quien dejará este sábado en Maputo la presidencia de la UA en manos del mozambiqueño Joaquim Chissano.
El Banco Mundial calculó que Africa perdió un tercio de los ejecutivos entre 1960 y 1987 a causa de los cierres de empresas públicas y privadas.
A menudo, las empresas deben reemplazar esos ejecutivos por otros africanos exiliados en Occidente, un proceso que implica un gasto de 4.000 millones de dólares anuales, indica un estudio de la sudafricana Universidad de Natal según el cual 23.000 profesionales calificados emigran cada año.
Las remesas enviadas por los exiliados a sus familias son cada vez más vitales para las finanzas de los países en desarrollo. China e India son pioneros en afianzar el vínculo de las comunidades de expatriados y en alentarlos a que inviertan tiempo y dinero en sus naciones de origen.
La Nueva Sociedad para el Desarrollo de Africa (NEPAD), plan de la UA para el despegue económico del continente, ofrece un papel crucial a los exiliados, mencionados en el texto de ese programa como AID, siglas en inglés de africanos en la diáspora que en ese idioma también significan ayuda.
La NEPAD, que cuenta con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas y el Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo, propone reclutar el apoyo de los AID en la movilización efectiva de recursos a través de la inversión.
Este programa, impulsado por Mbeki, el presidente nigeriano Olusegun Obasanjo y el argelino Abdelaziz Bouteflika, fue acordado por los 52 países de la UA. Este bloque sustituyó en 2002 a la Organización para la Unidad Africana, que funcionó por 40 años.
Los arquitectos del programa ven en la diáspora un elemento esencial, pues se trata de millones de inmigrantes y de estadounidenses, europeos y caribeños que reivindican sus vínculos ancestrales con Africa.
La NEPAD establecerá incentivos adecuados para la transferencia regular y sustancial (de dinero) de la diáspora, en especial como medio de impulsar el volumen de la inversión privada en Africa, indica un documento del programa.
Los africanos en el extranjero pueden y deben ser alentados para jugar un papel significativo en la defensa de sus países y del continente, agrega el texto.
Esta participación implica promocionar los rasgos positivos del continente para aplacar la mala imagen que predomina en el Norte industrial, donde se toman las principales decisiones en materia de inversión, asistencia y comercio.
Las remesas enviadas a Africa ya superan el flujo de asistencia de los países donantes. En Eritrea, equivalen a 83 por ciento de las exportaciones, y en Mali, a 20 por ciento del producto interno bruto.
Los gobiernos también alentarán el retorno de emigrantes, en especial de los más calificados, sostuvo Vincent Williams, del Proyecto Migración de Africa Austral, institución con sede en Ciudad del Cabo y financiada por seis países de la región y por Canadá.
La primera tarea será la confección de un banco de datos para evaluar de manera adecuada la dimensión de la diáspora. Eso requiere entender por qué la gente se va, y no siempre se trata de dinero, indicó Williams.
El retorno de los emigrantes implica un gran trabajo de promoción e incentivos. Llamar al patriotismo no basta, explicó.
El presidente Mbeki consideró, además, que estrechar vínculos con la diáspora implica emprender el camino hacia la solución de los graves problemas que dejaron la esclavitud y el colonialismo.
En ese sentido, propuso en la cumbre que los jefes de Estado y de gobierno de la UA asistan en enero próximo a las celebraciones por el bicentenario del fin de la esclavitud en Haití.
En 1804, Haití se convirtió en la primera república negra del mundo, tras derrotar a los ejércitos de Napoleón que querían mantenerla como una colonia esclava, dijo.