Uruguay se manifiesta cauto y toca el pedal del freno del Mercosur apenas iniciada su presidencia temporaria del bloque, ante el empuje argentino y brasileño para profundizar aspectos políticos y poner rumbo al parlamento regional.
El canciller uruguayo Didier Opertti fijó entre las prioridades de la agenda de este semestre impulsar la acción de la Comisión Parlamentaria Conjunta del Mercosur (Mercado Común del Sur), por entender que es el instrumento adecuado para caminar hacia una necesaria armonización legislativa.
De ese modo tratará desde la presidencia, que rota cada seis meses entre los países miembros, de frenar la iniciativa de Brasil y respaldada por Argentina de crear un parlamento supranacional de este bloque, conformado también por Paraguay y que tiene como asociados a Chile y Bolivia.
El Mercosur será la prioridad de la política exterior uruguaya en los próximos seis meses, dijo Opertti.
Sin embargo, Uruguay ha visto crecer el escepticismo interno ante los escasos logros comerciales que obtuvo por formar parte del bloque.
Ahora, el planteo brasileño de tender a un Mercosur político, más allá del plano económico-comercial que marcó su nacimiento, es considerado en el mejor de los casos prematuro por el gobernante Partido Colorado de Uruguay y rechazado de plano por el otro partido tradicional y aliado ocasional, el Nacional o Blanco.
En cambio, es aplaudido con entusiasmo por el izquierdista y opositor Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), la mayor fuerza parlamentaria, y por el centroizquierdista Nuevo Espacio, cuyos líderes transmitieron su apoyo a fines de junio a los presidentes Néstor Kirchner, de Argentina, y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil.
”Argentina y Brasil están dispuestos en serio hoy a profundizar el proceso de integración y si Uruguay no sigue ese impulso perderá el tren de la historia”, dijo a IPS el senador encuentrista Reinaldo Gargano.
Los gobiernos de los dos países mayores del Mercosur, que comenzaron su camino este año, ven con beneplácito esa alineación a sus propuestas de parte de la oposición uruguaya, que de seguir con el nivel de apoyo ciudadano que marcan hoy las encuestas puede obtener el gobierno en las elecciones del año próximo.
El Parlamento del Mercosur es un proyecto necesario, aunque a construir a mediano plazo para consolidar la institucionalidad, apuntó Gargano, quien acompañó a los líderes partidarios Tabaré Vázquez, del EP-FA, y Rafael Michelini, del Nuevo Espacio, en esa visita a Buenos Aires y Brasilia, donde fueron recibidos con perfil de delegación oficial.
Ese trato pautó la afinidad de miras respecto del futuro del Mercosur de los nóveles gobernantes de Argentina y Brasil con la izquierda uruguaya, que reclamó desde los comienzos del bloque regional en 1991 que trascendiera a lo político y social y no fuera un mero acuerdo comercial.
Gargano apuntó, además, la escasa incidencia en las decisiones de los organismos ejecutivos del bloque de la Comisión Conjunta Parlmentaria, la cual integró desde el nacimiento del Mercosur y por nueve años.
”La Comisión está imposibilitada de adoptar resoluciones de carácter vinculante y hasta ahora ninguno de los acuerdos allí obtenidos han sido tomados en cuenta por las autoridades del Mercosur”, como el Consejo del Mercado Común, aseguró.
Sin embargo, Opertti insistió en apuntalar el trabajo de esta Comisión, para lo cual informó, en rueda de prensa del 11 de este mes en Montevideo, que propondrá que cada parlamento de los países miembros conforme una comisión especial para tratar de modo exclusivo los asuntos regionales.
Una de las tareas centrales de estos cuerpos será trabajar para lograr la imprescindible armonización de las legislaciones de cada país, como por ejemplo las normas sobre quiebra, en materia de seguros o laboral, que hoy presentan diferencias muy importantes, explicó.
Por toda esa tarea pendiente, para Uruguay el parlamento del Mercosur ”no está en el horizonte inmediato, pues además habría que remover algunos obstáculos constitucionales” debido al carácter suprancional que tendría, observó Opertti.
Tampoco ha sido explicitado su composición ni cómo se eligirían sus miembros, dado que el principio de representación proporcional, ”tan caro a los uruguayos”, no serviría para este cuerpo legislativo regional, añadió.
El canciller de Uruguay, en cambio, se mostró a favor de canalizar la idea del ministro de Economía de Argentina, Roberto Lavagna, de crear un sistema monetario común, que según el funcionario uruguayo ”abarca la posibilidad de una moneda única, común o de referencia”.
Como el Mercosur es hoy también la prioridad del EP-FA, Gargano se sumó al planteo de montar un instituto de coordinación monetaria regional.
”Debemos coordinar las políticas cambiarias” en ese instituto a crear, para que los problemas que pueda afrontar un país no perjudiquen a los socios, con una moneda de referencia primero y tender luego a una moneda común, explicó a IPS.
El telón de fondo de esta iniciativa es la peor crisis que soportó el Mercosur desde 1991, que tuvo en el desequilibrio cambiario un aspecto central.
Primero fue la devaluación del real en Brasil en enero de 1999, luego el colapso de Argentina de diciembre de 2001 y la consecuente derogación de la ley de convertibilidad que había mantenido su moneda ligada al dólar uno a uno, y más tarde la depreciación del peso uruguayo.
Como esta propuesta se viene trabajando desde 1998 es posible que se pueda llegar con algún documento acabado a la cumbre que se relizará en Asunción el 16 de agosto, al día siguiente de la investidura de Nicanor Duarte Frutos como nuevo presidente de Paraguay, sostuvo Opertti.
El funcionario uruguayo se remitió al trabajo iniciado por Lavagna hace cinco años, en conjunto con el economista brasileño Fabio Giambiagi, en busca de diseñar un proceso de convergencia coordinada de políticas macroeconómicas para el bloque.
En la agenda de prioridades de Uruguay también figura la implementación de cadenas de producción complementarias y de comercialización extrabloque para abrir nuevos mercados y utilizar nichos de cada socio en beneficio del conjunto.
Pero Opertti se manifestó escéptico sobre conseguir grandes avances durante la presidencia temporal del bloque. ”En seis meses no vamos a cambiar la región”, sino que ”vamos a resolver algunos asuntos puntuales”, admitió.
Entre esos temas concretos se tratará de acordar códigos sanitarios comunes, una cuestión central para lograr, por ejemplo, un alerta temprano ante un rebrote de fiebre aftosa y evitar así los problemas ocurridos en la región en 2001, o los reiterados contratiempos en las exportaciones de arroz uruguayo a Brasil.
Es hora de que ”el Mercosur comience a limpiar la mesa ya que está atrasado en muchas cosas”, como las cuestiones fitosanitarias apuntadas y los resoluciones sobre intercambio comercial aún pendientes, agregó.
Tampoco expresó mucho entusiasmo sobre los resultados en las ya extensas negociaciones para crear una zona de libre comercio entre el Mercosur y la Comunidad Andina de Naciones (CAN), integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.
El tema se discutirá el 4 de agosto en una reunión de cancilleres de ambos bloques en Montevideo, aunque ”tenemos diferencias y dificultades que vienen de tiempo atrás”, señaló el canciller en referencia al hasta ahora infructuoso proceso de acercamiento, iniciado en 1998.
En ese marco, Opertti declaró que no ve posible que Venezuela ingrese antes de fin de año al Mercosur, como lo solicitó formalmente en junio en Asunción. Ese es ”un tema esencialmente político”, dijo de modo algo enigmático.
La discusión con la CAN primero y con Venezuela luego pueden extenderse hasta el año próximo, sentenció. (