El Consejo de Gobierno de Iraq, creado hace menos de una semana, da pasos muy tímidos en el limitado espacio que le dejan las omnipresentes fuerzas de ocupación de Estados Unidos y el propio pueblo iraquí, que duda de su legitimidad. Se supone que el órgano, designado por la alianza invasora de Estados Unidos y Gran Bretaña, tiene poderes ejecutivos, con derecho a nombrar ministros, aprobar el presupuesto, renovar leyes y designar un comité de expertos que redactarán una nueva Constitución.
Desde que fue instalado el domingo, sus 25 miembros se reúnen todos los días con el jefe de la administración estadounidense en Iraq, Paul Bremer, y realizan breves ruedas de prensa al fin de cada jornada.
La conformación del órgano colegiado busca representar de forma casi proporcional a todos los grupos étnicos y religiosos iraquíes. Está integrado por 18 musulmanes (13 de la rama chiita y cinco de la sunnita), cinco kurdos, un cristiano y in turco.
El Consejo ha tomado muchas medidas simbólicas, como la anulación de los días festivos decretados por el derrocado régimen de Saddam Hussein y fijar otro recordando la entrada de los soldados de la coalición británico-estadounidense en Bagdad. También formó comisiones para diseñar políticas de gobernanza.
Ha tomado algunas decisiones que tienen que ver con la política exterior, pero por ahora ninguna para resolver los graves problemas internos como la inseguridad, la parálisis de la economía y el desempleo.
El Consejo de Gobierno envió una delegación que representará a Iraq en una reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas a fines de este mes, y estudia enviar otra a una gira por distintos países árabes, incluyendo a aquellos que tuvieron una buena relación con Saddam Hussein, como Siria.
Esta delegación también se reuniría con el secretario general de la Liga Arabe, Amr Moussa, mientras otra se dirigiría a Europa para elevar el perfil del nuevo órgano ejecutivo.
Pero el Consejo todavía no ha dado pasos firmes en los problemas internos más acuciantes de Iraq, mientras estudia el grado de aceptación que tiene en la población. De hecho, muchos iraquíes cuestionan su legitmidad.
”Sí, este Consejo tiene limitaciones, pero intentaremos dar lo mejor de nosotros para ampliar su legitimidad y así abreviar el periodo de ocupación”, afirmó Seyyed Abdel Aziz Hakim, uno de sus miembros, en la ceremonia de inauguración el domingo.
Aziz Hakim es el hermano menor del ayatolá Mohammed Baqer Hakim, líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, de la rama chiita.
Estas limitaciones existen debido a que las fuerzas de la coalición, en especial los 140.000 soldados de Estados Unidos, controlan la mayor parte del territorio y toman decisiones sobre asuntos que influyen en la vida diaria de los 25 millones de iraquíes.
”No me gusta este Consejo por muchas razones. La primera es que no tiene ningún poder para manejar todos los asuntos que son importantes para nosotros”, afirmó Hatem Abdel Fattah, un iraquí de 25 años.
”¿Cómo van a pagar los salarios o dónde nos harán trabajar si los ministerios fueron destruidos? Sabemos que son asuntos graves y por eso es que no tomamos en serio a este Consejo, pues no puede resolver nuestros problemas”, añadió.
”Mira a los miembros del Consejo. Son hombres de mediana edad que vivieron la mayor parte de su vida fuera de Iraq. Son hombres ricos. ¿Qué experiencia pueden tener ellos en gobernar un país? Gobernar no es tener un negocio. Es darle a las personas lo que necesitan”, dijo Fatima Jasim, una ama de casa de 45 años.
Tampoco está claro hasta dónde llega la disposición de Bremer a ceder poderes al Consejo para satisfacer a algunos sectores iraquíes o a los propios miembros del órgano colegiado.
Bremer afirmó en más de una oportunidad en las últimas semanas que el Consejo de Gobierno iraquí tendría ”amplios poderes”, pero el lunes aclaró a periodistas, luego de una reunión con delegados del Banco Mundial, que es la coalición la que tiene la autoridad para ”determinar la dirección de la economía iraquí”.
El jefe de la administración estadounidense en Iraq explicó que, si bien se tendrán en cuenta las opiniones de los miembros del Consejo, él y sus asesores tomarán la decisión final.
”Sabemos que la tarea es muy difícil para el Consejo, mucho más difícil que la nuestra. Son mirados muy de cerca, y sólo el tiempo determinará si contarán con el apoyo del pueblo iraquí o no”, afirmó Bremer. (