La instalación de altos comisionados de Pakistán e India en Nueva Delhi e Islamabad, respectivamente, es una señal más de la mejora de los vínculos entre los dos vecinos y rivales asiáticos, pero el diálogo sobre Cachemira continúa bloqueado.
En un nuevo paso hacia la normalización de los vínculos diplomáticos bilaterales, Shiv Shankar Menon se hará cargo esta semana de la misión de India en Islamabad. Su homólogo pakistaní, Aziz Ahmed Khan, se instaló en Nueva Delhi el 30 de junio.
India había degradado en forma unilateral la representación diplomática en ambos países al cargo de alto comisionado suplente luego de un atentado a su parlamento, el 13 de diciembre de 2001, que atribuyó a grupos fundamentalistas islámicos establecidos en Pakistán. También se cortaron los vínculos aéreos y terrestres.
Las relaciones comenzaron a mejorar en abril, cuando el primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee extendió una rama de olivo a Pakistán durante una visita a la parte de Cachemira controlada por India, que es causa de disputa entre ambos países desde 1947.
El primer ministro pakistaní, Mir Zafarullah Jamali, respondió llamando a Vajpayee para decirle que estaba dispuesto a resolver todos los problemas bilaterales. En pocos días, se restauraron los vínculos aéreos y terrestres.
India se dispone ahora a reanudar los servicios de autobús a Pakistán el día 11. Además, hubo mutuas visitas de delegaciones de empresarios para explorar oportunidades comerciales.
India y Pakistán ya pelearon dos guerras abiertas y una no declarada por Cachemira desde 1947, cuando Gran Bretaña dividió el subcontinente según grupos religiosos antes de abandonarlo.
Pakistán nunca aceptó la decisión del gobernador hindú de Cachemira ese año de incorporar parte de la región a India, e insiste en que Nueva Delhi debe cumplir una resolución del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que exige un referendo de autodeterminación en ese territorio.
La parte de Cachemira controlada por Nueva Delhi constituye el único estado indio de mayoría musulmana, al igual que la población pakistaní. India lo considera parte integrante del país, no sujeto a ninguna negociación internacional.
Grupos separatistas armados luchan desde 1989 por la autodeterminación de la parte india de Cachemira, en un conflicto que causó la muerte de 30.000 a 60.000 personas, según distintas fuentes.
Nueva Delhi acusa a Islamabad de ofrecer entrenamiento y armas a esos guerrilleros, pero Pakistán afirma que sólo les brinda ”apoyo moral y diplomático”.
Los últimos progresos hacia la normalización de las relaciones diplomáticas no harán a los dos países amigos de la noche a la mañana, pero podrían disipar las nubes de guerra que se ciernen sobre Asia meridional hace dos años.
”India y Pakistán deben permitir un mayor contacto pueblo a pueblo y más intercambios culturales, sociales y políticos. Eso prepararía el terreno para tratar cuestiones contenciosas como la de Cachemira”, instó Afrasiyab Khattak, director de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán.
Aunque los gobiernos no ofrecieron un cronograma para la reanudación del diálogo, pacifistas pakistaníes consideran que los últimos progresos ofrecen nuevas oportunidades económicas y sociales para ambos pueblos.
Khattak opinó que la cuestión de Cachemira debería archivarse al menos por 30 años para que los dos países puedan avanzar en sus relaciones comerciales y culturales.
”Cachemira debe quedar a un lado, y los gobiernos y las sociedades civiles de ambas partes deben impulsar medidas que aumenten la confianza mutua”, coincidió Isa Daudpota, un físico pacifista residente en Lahore.
Políticos y analistas de seguridad de la región también sostienen que Nueva Delhi e Islamabad no están listos para ceder en sus respectivas posiciones sobre Cachemira.
En los últimos días, el presidente pakistaní Pervez Musharraf y altos funcionarios de su gobierno insistieron una y otra vez en que ”no habrá transigencia sobre Cachemira”.
Funcionarios indios realizaron declaraciones similares, aunque moderaron su antigua posición de que Islamabad detuviera por completo lo que Nueva Delhi llama ”infiltraciones transfronterizas” de guerrilleros islámicos en Cachemira como condición para el inicio de cualquier diálogo.
Según Asfandyar Wali Khan, jefe del nacionalista Partido Nacional Awami de Pakistán, la resolución de la cuestión de Cachemira es difícil porque comprometería la posición del poderoso ejército pakistaní, que basa gran parte de su influencia en esa disputa territorial.
”Si se encuentra una solución para Cachemira… ¿cómo justificaría su existencia el ejército? Quizá esta sea la esencia del problema”, dijo Khan, y opinó que por ahora, lo recomendable es aumentar los contactos de pueblo a pueblo.
Pero la postergación de Cachemira no resulta aceptable para los grupos y partidos políticos islamistas de Pakistán.
”Cachemira corre en nuestra sangre. No podemos olvidar los sacrificios del pueblo cachemiro, su opresión por las fuerzas indias y su lucha por la independencia. No podemos abandonarlos y olvidar la cuestión de Cachemira por dictado de Estados Unidos”, dijo un portavoz del partido islamista pakistaní Jamaat-i-Islami.