El gobierno de Estados Unidos afronta el desmantelamiento del mayor argumento con que sostuvo la invasión lanzada contra Iraq el 20 de marzo: que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva.
La Casa Blanca admitió esta semana que la mención por parte del presidente George W. Bush en enero de un supuesto intento del presidente iraquí Saddam Hussein de comprar uranio en Africa para fabricar armas nucleares se basó en información errónea.
El dato debería haber sido retirado del discurso del Estado de la Nación pronunciado todos los años en el Congreso legislativo, indicó el gobierno.
"El gobierno de Bush no brindó un panorama adecuado de la amenaza militar" iraquí, advirtió este miércoles Gregory Thielmann, que encabezó hasta septiembre la Oficina de Asuntos Militares, Estratégicos y de No Proliferación de armas del Buró de Inteligencia del Departamento de Estado (cancillería).
Por otra parte, el Centro de Investigaciones Pew divulgó este miércoles una encuesta, según la cual el porcentaje de estadounidenses entrevistados que consideraban "muy bueno" el desempeño militar de este país en Iraq cayó de 61 a 23 desde fines de abril hasta comienzos de julio.
"Si el público estadounidense concluye que murieron soldados porque el gobierno mintió, será extremadamente serio. La opinión pública está mostrando cambios claros al respecto", dijo el experto en control de armas Joseph Cirincione, del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.
Cirincione dijo no creer que el gobernante Partido Republicano sea capaz de evitar una gran investigación sobre los argumentos esgrimidos para lanzar la guerra en Iraq.
Pero Bush se mantuvo en sus trece este miércoles, al ser interrogado al respecto en una conferencia de prensa en Sudáfrica.
"No tengo dudas de que Saddam Hussein era una amenaza para la paz mundial y no tengo dudas de que Estados Unidos y nuestros aliados y amigos hicimos lo correcto al removerlo del poder. Estoy convencido de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva", aseguró.
Mientras, el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, negó este miércoles ante el Comité de Servicios Armados del Senado haber dado una versión exagerada de la amenaza. Legisladores del opositor Partido Demócrata exigieron entonces la convocatoria de una investigación exhaustiva en el Congreso.
"La coalición (internacional invasora) no actuó porque hubiera descubierto dramáticas nuevas evidencias" sobre las condiciones del arsenal iraquí, sino "porque vimos la evidencia a la luz de la experiencia nueva y dramática del 11 de septiembre" de 2001, indicó Rumsfeld.
En esa fecha, aviones comerciales secuestrados por militantes radicales islámicos se estrellaron contra las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York y contra el Pentágono, sede en Washington del Departamento (ministerio) de Defensa, en atentados que dejaron un saldo de más de 3.000 muertos.
Cirincione calificó las últimas afirmaciones de Rumsfeld de "espeluznantes". "Funcionarios del gobierno han dicho repetidamente que no tenían evidencias" sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Iraq antes de la invasión, indicó.
Pero cada vez más legisladores y analistas independientes creen que el informe sobre el uranio en Africa —basado sobre documentos gruesamente fraguados y supuestamente suministrados por una agencia de espionaje italiana— es, en realidad, la punta del iceberg.
Todos los supuestos errores de inteligencia y exageraciones que abonaron el terreno para la invasión a Iraq fueron, según los críticos, esfuerzos del ala más derechista del gobierno de Bush, concentrados en el Pentágono y en la oficina del vicepresidente Dick Cheney para asegurarse de que hubiera una guerra.
Al contrario de lo que repiten Bush y otros altos funcionarios, "Iraq no representaba en marzo de 2003 una gran amenaza militar para Estados Unidos", sostuvo Thielmann, un veterano del servicio exterior, en una conferencia de prensa.
También indujeron a error las afirmaciones del gobierno sobre capacidades iraquíes para producir armas biológicas y químicas, almacenamiento de misiles Scud y vínculos con Al Qaeda, a menudo basadas en distorsiones de lo que había informado la comunidad de inteligencia, sostuvo.
Thielmann dijo que cuando oyó a Bush hablar ante el Congreso sobre uranio adquirido por Iraq en Africa, se preguntó de qué nuevas evidencias dispondría el gobierno, pero que luego se dio cuenta, con "una mezcla de sorpresa y disgusto", de que el presidente se refería a información ya desmentida.
"La actitud de este gobierno ante los servicios de inteligencia se basa en la fe", y en términos simples consiste en decir: "Sabemos cuáles son las respuestas. Dennos evidencia para apoyarlas", afirmó.
Las acusaciones de Thielmann, a las cuales se presta creciente atención, se suman a las anteriores y similares de otro funcionario retirado del servicio exterior, el ex embajador Joseph Wilson, quien fue el diplomático estadounidense de mayor rango en Bagdad antes de la guerra del Golfo de 1991.
Wilson fue enviado a Níger por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), para verificar informes sobre una compra a ese país, por parte del gobierno iraquí, de uranio para fabricar armas nucleares.
En una entrevista emitida por televisión, el ex embajador dijo que quedó estupefacto cuando Bush se refirió en enero a esa supuesta compra de uranio en su informe anual ante el Congreso.
Wilson dedujo que esa referencia era parte de un esfuerzo más amplio para influir sobre la opinión pública.
"Es realmente grave que el gobierno haya tergiversado los hechos relacionados con una justificación fundamental de la guerra. Eso lleva a preguntarse sobre qué más mentían", dijo el ex diplomático al diario The Washington Post.
El gobierno comienza a preocuparse por esos cuestionamientos, de los cuales se han hecho eco otros funcionarios de inteligencia retirados, entre ellos Vincent Cannistraro, quien fue el máximo analista de la CIA en materia de antiterrorismo.
La incomodidad de las autoridades es potenciada por las crecientes y simultáneas inquietudes que se plantean sobre la actual ocupación de Iraq, cuánto tiempo se mantendrá y qué peligros plantea.
Washington aseguró que los soldados estadounidenses serían recibidos como libertadores por la población iraquíes, pero la resistencia armada contra su presencia parece ir en lento pero sostenido aumento, con un promedio de 13 ataques diarios, según el Comando Central de Estados Unidos en Iraq.
Esos ataques han causado la muerte de unos 30 soldados estadounidenses desde el 1 de mayo, la fecha en que Bush declaró que la guerra había terminado. El gobierno estudia ahora un posible aumento del contingente militar de 145.000 personas desplegadas en territorio iraquí.
Las preguntas de periodistas sobre la cuestión de las armas iraquíes han estropeado los planes de Bush para lograr que su gira de esta semana por Africa subsahariana fuera una victoriosa reafirmación del "conservadurismo compasivo" que proclamó en su campaña electoral.
Cirincione destacó que el gobierno ha fracasado en el intento de hallar evidencias de armas de destrucción masiva o de misiles Scud en Iraq, tras revisar en los últimos tres meses más de 200 sitios en los que consideraba más probable hallarlos.
Eso indica con claridad que los inspectores de desarme de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Iraq habían hecho muy bien su trabajo antes de la invasión, aunque Washington se haya burlado de ellos, adujo.
Altos funcionarios estadounidenses, incluido el secretario de Estado (canciller) Colin Powell, realizaron "un esfuerzo consciente para desacreditar a esos inspectores", sobre la presunta base de informes de inteligencia acerca de armas iraquíes de destrucción masiva, con intensidad creciente hasta iniciar la guerra, subrayó Cirincione.
Ese esfuerzo apuntó a "eliminar la alternativa viable" a la guerra, alegó.
Los consensos sobre la situación en Iraq fueron en general claros cuando el asunto era discutido entre especialistas de distintas agencias vinculados directamente con la recolección y el análisis de datos, pero a medida que los informes se iban procesando en niveles jerárquicos superiores, las interpretaciones eran cada vez más divergentes, señaló Thielmann.
"Sólo puedo suponer que eso se debió a presión" política, añadió. (FIN/IPS/tra-eng/jl/mj-mp/ip/03)
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+ Iraq en transición – Cobertura especial de IPS (http://www.ipsenespanol.net/iraq/index.asp)