Indígenas del valle de Pisac, en el corazón histórico de Perú, retoman el cultivo de variedades nativas de papa, un tubérculo que se consume hace 8.000 años, con el fin de proteger la biodiversidad y la cultura quechua.
Siete comunidades participan en la creación de un centro de fomento de técnicas ancestrales de cultivo, denominado Parque de la Papa en Pisac, en el sudoriental departamento del Cusco.
Será una especie de banco genético comunal, dinámico y vivo, dijo a Tierramérica Pedro Morales, especialista del Ministerio de Agricultura de Perú.
Originaria de la zona andina de América del Sur, la papa es una de las plantas con mayor diversidad genética, pero la evolución de su cultivo comercial en el mundo se ha basado en una sola especie, la Solanum tuberosum.
En las últimas décadas, el mayor rendimiento por hectárea de la variedad comercial y la presión de la demanda han inducido a los campesinos indígenas a abandonar el cultivo de las especies nativas, especialmente en los valles de la sierra central y norte.
Según el Centro Internacional de la Papa (CIP), se producen en Perú tres millones de toneladas de papa nativa al ano, que representan solo 28 por ciento del total nacional.
El Parque de la Papa es una idea muy buena para nosotros los campesinos. Por primera vez tenemos apoyo para conservar las formas tradicionales de cultivar que nos enseñaron nuestros abuelos, dijo a Tierramérica Justino Ccana, varayoq (dirigente) de la comunidad campesina quechua Amaru.
La llamada papa nativa tiene características distintas —entre ellas una forma más irregular— de la papa comercial o mejorada.
La papa comercial ha sido desarrollada según las características de la demanda, buscando incrementar su rendimiento y resistencia a las plagas, y al mismo tiempo uniformizando su forma, tamaño y presentación, explicó Morales, del Ministerio de Agricultura.
Por supuesto que eso ha sido importante y beneficioso para la humanidad, pues convirtió a la papa en el cuarto producto alimenticio mundial, reconoció.
Pero, por otro lado, dicho proceso implica la erosión de biodiversidad genética del maravilloso tubérculo, lo que aumenta su vulnerabilidad ante el posible surgimiento de nuevas plagas o predadores. Para reducir ese riesgo se han creado bancos de germoplasma, agregó Morales.
Se llama germoplasma al material genético de reproducción o de propagación vegetativa de las plantas. En otras palabras, es cualquier parte de una planta que se puede usar para hacer crecer otra nueva.
El Parque de la Papa, considerado el primer programa de su tipo en el país andino, será precisamente una especie de banco de germoplasma, y contara con el auspicio del CIP, el Consejo Nacional del Medio Ambiente, el Instituto Peruano de Recursos Naturales y la Fundación Rockefeller y el Instituto Internacional de Desarrollo y Medio Ambiente, entre otros.
Creo que servirá para enseñar a la demás gente a querer a nuestras papitas tal como nosotros las queremos, dijo Ccana, el dirigente quechua.
El cariñoso diminutivo refleja el tipo de relación emocional entre el mundo andino tradicional y los frutos que les proporciona la 'Pachamama' (madre tierra). La papa es un elemento sagrado, cuyas formas y virtudes ancestrales hay que proteger con cariño, explicó el líder del proyecto de Biodiversidad y Recursos Genéticos del CIP, William Roca.
* Publicado originalmente el 28 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (