Cinco meses después de implantado el control de cambios en Venezuela sus efectos son escasa oferta legal de divisas y un importante mercado negro, mientras las reservas se recuperan a niveles satisfactorios para el gobierno.
El joven Jorge, estudiante de economía, tenía magros ingresos hasta la implantación del control el 21 de enero. "Desde entonces, vía teléfono e Internet, hago contacto con demandantes de dólares o euros, busco a quien quiera vender esas divisas, y gano de 2.000 a 4.000 dólares por mes", confió a IPS.
La cotización oficial del dólar es 1.600 bolívares. Jorge paga en promedio 2.200 bolívares por cada dólar que recibe en cheques, 2.300 por transferencias electrónicas y 2.400 si obtiene los billetes verdes.
"El precio del dólar lo fijan cuatro o cinco individuos que venden un apartamento u otro bien en el extranjero, deciden traer la plata y dicen: 'Aquí tengo 100.000 dólares, a equis precio, ¿quién los quiere?'. Ese es el precio del día, 2.500 o 2.700 bolívares", dijo a IPS, el 24 de este mes, el presidente de la red de casas cambiarias Italcambio, Carlos Dorado.
En 2002, la economía no petrolera de Venezuela, responsable de tres cuartas partes del producto interno bruto de 100.000 millones de dólares anuales, demandó unos 1.100 millones de dólares mensuales.
Más de 90 por ciento de esos dólares procedieron del Banco Central, que a su vez las obtuvo de la industria petrolera, responsables de más de 85 por ciento de la entrada de divisas al país.
"El mercado venezolano demandaba de 45 a 50 millones de dólares diarios, y actualmente consigue apenas de cuatro a cinco millones por día. Por ese camino, a las empresas sólo les quedará la opción de agotar sus ahorros, acudir a un mercado negro cada vez más caro o, sencillamente, cerrar sus puertas", según Dorado.
A Italcambio "sólo llegan a cambiar dólares a la tasa de 1.600 bolívares algunas personas imposibilitadas legalmente de acudir al mercado negro, como los diplomáticos. Pero ni uno solo de los pensionados europeos cuyos cheques tramitamos ha entregado el talón para que se lo cambiemos al monto oficial", comentó.
La empresa de Dorado, con 50 oficinas y 900 empleados, copaba 85 por ciento del mercado minorista de divisas del país y ganaba en promedio 500.000 dólares mensuales. "Ese es el monto de lo que he perdido cada mes desde febrero. Me impuse como límite diciembre. Si esto sigue así, cerraremos", indicó el cambista.
Valentina Quispe, peruana y vendedora de prendas en Caracas, dijo a IPS que enviaba a su familia de 300 a 400 dólares mensuales, pero que ahora se le hace muy difícil conseguirlos o reunir bolívares para comprarlos, y por eso manda "ropa, juguetes y algunos otros productos".
Roberto León, empleado en el noroccidental estado de Zulia, fronterizo con Colombia, dijo a IPS que él y sus parientes consiguen dólares en Maicao, al norte del país vecino, "aunque es peligroso, porque podemos ser víctimas de asaltantes y también está el riesgo de comprar dólares falsos".
El control de cambios fue implantado cuando agonizaba la fallida huelga de 63 días lanzada en diciembre para desalojar del poder al presidente Hugo Chávez por la organización patronal Fedecámaras y la central sindical, más miles de gerentes de la estatal industria petrolera.
Esa huelga costó al país cerca de 10.000 millones de dólares, con pérdidas para la industria petrolera de 6.000 millones, y durante su desarrollo se produjo una fuga de capitales que llevó las reservas de casi 16.000 millones de dólares en noviembre a 13.890 millones el 21 de enero, cuando el gobierno cerró el mercado cambiario.
El tipo de cambio ese día era de 1.717 bolívares por dólar, casi el doble que un año atrás, y el gobierno lo fijó desde febrero en 1.600 bolívares por billete verde, al tiempo que creó una Comisión de Administración de Divisas (Cadivi) para manejar el sistema.
Las reservas se han recuperado y alcanzaron 17.493 millones de dólares el 20 de junio, informó el Banco Central. En mayo, el viceministro de Producción, Víctor Alvarez, dijo que un nivel aceptable para levantar el control de cambios sería que las reservas se ubicasen entre 18.000 y 20.000 millones de dólares.
Chávez dijo que no habría "ni un dólar para los golpistas", como llamó a quienes organizaron la huelga, pero la Cadivi diseñó un esquema para entregar divisas a todo solicitante que cumpla una serie de requisitos y pruebe solvencia, trámite que empresarios privados denuncian como engorroso y difícil de cumplir.
"El gobierno ha implantado un paro cambiario de cinco meses, y ahora prepara una maxidevaluación que provocará más quiebras y desempleo", sostuvo la vicepresidenta de Fedecámaras, Albis Muñoz.
El control de cambios "asfixia a la economía, porque es inoperante y en la práctica significa una confiscación de las divisas por parte del gobierno", dijo el economista opositor Pedro Palma.
Según Dorado "en estos cinco meses apenas se ha entregado 69 millones de dólares a importadores, y así es imposible que funcione una economía cuyas dos terceras partes se mueven con importaciones".
Sin embargo, el presidente de la Cadivi, Edgar Hernández, dio cuenta de que se aprobaron 6.800 solicitudes de divisas para importación, y la entrega de 594 millones de dólares, entre ellos 72 millones para el sector automotor y 60 millones para el de la salud, así como 3,2 millones de dólares para estudiantes en el exterior.
El ministro de Finanzas, Tobías Nóbrega, informó que "ya se liquidaron (entregaron) 230 millones de dólares" y que "las empresas están entendiendo que si cumplen los trámites se entregan los dólares y no hay un prejuicio".
"Las cosas están decididamente mejor", opinó el director en Caracas de la trasnacional de alimentos Cargill, aunque el jefe para América Latina de la firma de productos de consumo masivo Procter & Gamble comentó que en Venezuela "acumulamos un alto nivel de cuentas por pagar y eso no puede durar".
Nóbrega, cuyo ministerio tomó esta semana las riendas de la Cadivi, admitió que estudia un mecanismo de cobro de impuestos a la venta de divisas, a cambio de aflojar los controles, "aunque no podemos levantar el control de un día para otro".
Palma y Dorado admitieron que si se levanta el control de cambios puede generarse una corrida financiera, por la demanda acumulada durante meses, y sugirieron iniciar una transición gradual.
Por el momento, el gobierno ha optado por importar directamente, con sus propias divisas, alimentos esenciales como harina de trigo, pollo, carne de vacuno, azúcar y arroz, que distribuye principalmente a través de una red de mercados populares bajo supervisión de las Fuerzas Armadas.