El gobierno de China puso fin a un breve período de relativa apertura de la prensa en vísperas de un discurso del presidente Hu Jintao que impulsará demoradas reformas políticas, aunque dentro del régimen de partido único.
Los censores temen que los medios de comunicación contribuyan a reavivar el movimiento por la democracia de 1989 que terminó en junio de ese año con la masacre de centenares de manifestantes inermes en la plaza de Tiananmen, en Beijing.
Fuentes partidarias declararon que el discurso que pronunciará Hu el 1 de julio, en el 82 aniversario del gobernante Partido Comunista, esbozará un programa de reformas democráticas dentro del partido.
Aunque Beijing rechaza la idea de la democracia occidental y advirtió en reiteradas ocasiones que sus reformas políticas seguirían un rumbo diferente al de la democracia multipartidaria, funcionarios del partido temen que aun una reforma tímida envalentone a los medios de comunicación.
La información sobre la neumonía atípica o síndrome respiratorio agudo severo (SRAS) en China, el país más afectado por la epidemia, derribó barreras sobre temas tabú, y esto abrió el camino para que medios de prensa debatieran asuntos impensables hasta hace apenas unos meses.
Durante años, los censores comunistas se ocuparon de mantener silencio sobre cuestiones ”sensibles”, por temor a que la apertura pusiera en peligro la estabilidad social, una prioridad del Partido Comunista.
Pero ante la condena internacional por su ocultamiento de información vital sobre el SRAS, con resultados fatales, Beijing se vio obligado a soltar las riendas a la prensa y permitir más libertad, al menos en la publicación de información sobre salud.
En consecuencia, el primer ministro Wen Jiabao anunció en mayo una nueva serie de normas para las emergencias públicas de salud, y habló de la necesidad de la difusión de información ”oportuna, precisa y completa”.
Los resultados superaron las expectativas de los promotores del cambio político.
Una vez que los medios se vieron libres para investigar, fue difícil frenarlos. Estimulados por la demanda pública de noticias ”reales” y ayudados por el aluvión de información que ofrece Internet, los periodistas chinos se lanzaron a la cobertura de temas prohibidos.
Revelaciones de escándalos y corrupción en el intento inicial del gobierno de ocultar las verdaderas dimensiones de la epidemia de SRAS, así como informes sobre accidentes militares, en general un tabú para el gobierno, formaron parte del reciente período de relativa libertad de los medios chinos.
”La prensa nunca había sido de lectura tan interesante”, comentó un miembro retirado del Partido Comunista, que solicitó reserva. ”Hace algunos años, leer el periódico llevaba apenas un par de minutos”, agregó.
Sin embargo, ahora que se acerca el discurso de Hu, los censores del partido apretaron las clavijas para evitar que se repita lo ocurrido en 1989, luego de que el entonces jefe del partido Zhao Ziyang permitiera la libre discusión de distintos asuntos, como parte de una plataforma de reformas políticas.
Las quejas sobre corrupción partidaria fueron los detonantes de las protestas en las calles de Beijing ese año.
Los líderes chinos han evitado toda reforma política desde que las protestas en la plaza de Tiananmen fueron reprimidas en forma sangrienta por tanques militares, el 4 de junio de 1989. Esta vez, el gobierno no quiere correr riesgos.
En esa línea, las autoridades clausuraron a principios de este mes el semanario Beijing Xinbao, del Diario de los Trabajadores, y despidieron a sus directores, por la publicación de un artículo crítico hacia el gobierno central en su edición del día 4.
El artículo, titulado ”Siete cosas desagradables de China”, violó las normas nacionales de publicación, según el diario Wen Wei Po, de Hong Kong.
A fines de mayo, cuatro personas recibieron largas condenas por publicar artículos que según las autoridades incitaban a la subversión.
La policía de Internet también utiliza un complejo sistema de rastreo para atrapar a quienes siembren rumores sobre el SRAS, ahora punibles en virtud de una nueva ley sobre enfermedades infecciosas.
Asimismo, aunque el gobierno apoyó abiertamente una cobertura ”completa” de la epidemia, bloqueó en mayo un informe del canal estadounidense de televisión Cable News Network sobre el SRAS.
”Esta represión marca un cambio para peor en la situación ya difícil de los periodistas chinos”, lamentó en una declaración Ann Cooper, directora ejecutiva del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), con sede en Nueva York.
Según el CPJ, China es el país con más periodistas encarcelados. Actualmente hay 38 en prisión.
Lo que revelará Hu Jintao el 1 de julio se parece al intento de ”democratización partidaria interna” del Partido Comunista de la antigua Yugoslavia.
Aunque puedan resultar alentadoras para muchos reformistas, las propuestas probablemente fortalecerán el dominio del partido al volverlo más aceptable y legítimo a los ojos de la opinión pública.
Las reformas que propondrá Hu establecerán libertad de competencia y discusión y normas de transparencia, pero siempre dentro del régimen de partido único.