Insurgentes de Liberia ya se encuentran a ocho kilómetros del centro de la capital, mientras el presidente Charles Taylor, acusado por el Tribunal Especial de la ONU para crímenes de guerra en la vecina Sierra Leona, lucha por mantenerse en el poder.
Los rebeldes Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD) exigen la renuncia de Taylor, mientras el caos reina en Monrovia, de un millón de habitantes.
Miles de personas que huían de los combates en la periferia de la ciudad se dirigieron al centro, pues consideraban que allí tendrían más seguridad.
El caos aumentó luego de que Estados Unidos ordenó a sus diplomáticos no esenciales abandonar Liberia el viernes. Hace dos semanas, el Departamento de Estado (cancillería) estadounidense recomendó no viajar al país africano.
El caos se agravó el miércoles, cuando el Tribunal Especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Sierra Leona solicitó el miércoles la detención y extradición de Taylor a las autoridades de Ghana, donde el jefe de Estado negociaba un acuerdo de paz con un grupo insurgente que pretende derrocarlo.
Pero las autoridades ghanesas dejaron ir a Taylor y hasta le proveyeron un avión para que volviera a Liberia.
El gobierno de Ghana arguyó que no recibió a tiempo el pedido del tribunal, que investiga los delitos cometidos durante la sangrienta guerra civil librada en Sierra Leona entre 1992 y 2002.
Taylor, que asumió la presidencia de Liberia en 1997 luego de ocho años de guerra civil, fue señalado en marzo por el tribunal como responsable de crímenes de guerra en Sierra Leona, donde al parecer colaboraba con el insurgente Frente Unido Revolucionario (RUF), enfrentado con el gobierno entre 1992 y 2002.
El tribunal constató que Taylor entrenaba a miembros del RUF y les suministraba armas a cambio de diamantes, pero no hizo pública su acusación porque esperaba el momento en que el presidente liberiano saliera de su país y pudiera ser así detenido y extraditado. Pero todo se arruinó.
Ahora esperamos otra oportunidad, cuando el señor Taylor vuelva a salir de su país. Obviamente no estará dispuesto a a extraditarse a sí mismo, dijo este jueves el sectretario del tribunal, Robin Vincent.
El fiscal, David Crane, dijo a periodistas que el presidente liberiano es ahora un criminal de guerra fugitivo, y pidió la colaboración de la comunidad internacional para su detención.
La acusación se hizo pública en un momento muy difícil para Taylor, y añade ahora más presión contra su gobierno, que lucha por no caer ante el constante avance de los rebeldes que quieren derrocarlo.
Además, se esperaba que Taylor y el LURD alcanzaran en Ghana un cese del fuego, que incluiría el despliegue de una fuerza internacional de paz y el desarme de los bandos en pugna.
El jueves, miembros del LURD —según Taylor, apoyados por Freetown— ingresaron en los suburbios de Monrovia. El gobierno ahora controla sólo tres de los 15 distritos del país.
La acusación contra Taylor significa una declaración de guerra. El pueblo liberiano no lo aceptará, afirmó un portavoz de Freetown en las conversaciones en Ghana. Otro portavoz dijo que Monrovia no reconoce la autoridad del tribunal.
El tribunal también investiga desde marzo a los señores de la guerra Foday Sankoh e Issa Sesay, del RUF, y a Sam Hinga Norman, líder de la milicia progubernamental Kamajors.
La acusación contra Taylor no se hizo pública de inmediato, pues el tribunal esperaba una oportunidad de detenerlo cuando el mandatario liberiano viajara fuera del país.
El último tramo de la incesante guerra civil de Liberia comenzó en 1999, cuando LURD acusó a Taylor de dictador y lanzó una rebelión en el norte del país. Once de los 15 distritos del país quedaron sumidos en la violencia.
La apertura del diálogo en Ghana se retrasó el miércoles, al parecer porque los presidentes Thabo Mbeki, de Sudáfrica, Olusegun Obasanjo, de Nigeria, Laurent Gbabo, de Costa de Marfil, y John Kofou, de Ghana, estaban reunidos para considerar la orden de captura internacional librada contra Taylor.
Con Taylor, el número de acusados por crímenes de guerra por el tribunal ascendió a 10. Entre ellos se destacan el ex líder de la junta militar de Sierra Leona Johnny Paul Koroma, también fugitivo, y el ex comamdante del RUF Sam Bockarie, alias Mosquito, a quien se presume muerto.
Taylor estudió en Estados Unidos. Regresó poco después de que el sargento Samuel Doe tomara el poder en Liberia en 1980. Luego fue nombrado director de la Agencia General de Servicios, cargo desde el cual controló la mayor parte del presupuesto del país.
Doe lo acusó de malversar 900.000 dólares, y entonces se vio obligado a huir a Estados Unidos. Taylor, pese a negar las acusaciones, fue enviado a una prisión en el nororiental estado de Massachusetts ante un pedido de captura de parte de Liberia.
En circunstancias nunca aclaradas, Taylor logró escapar y huyó a Costa de Marfil para desde allí iniciar en 1989 una guerra civil que derrocaría el gobierno de Doe en 1997.
El arzobispo católico Michael Francis dijo esperar que las conversaciones en Ghana entre Taylor y el LURD contribuyan a la paz. Los liberianos están hartos de conferencias que siempre carecen de sentido real, señaló.
Liberia, país fundado por esclavos estadounidenses liberados en 1847, ya tuvo 13 conferencias de paz, y la población todavía vive en medio de combates. (