Se aproxima un verano caliente en la capital de Estados Unidos. Ya estalló como una bomba de racimo la controversia sobre los informes difundidos por el gobierno antes de la guerra contra Iraq, y aún no probados, sobre los arsenales del régimen de Saddam Hussein.
El mismo día, tres importantes semanarios —Time, Newsweek y US News & World Report— informaron sobre posibles mentiras del gobierno, y dos prestigiosas publicaciones conservadoras —The Weekly Standard y The Wall Street Journal— se mostraron escandalizadas ante las insinuaciones en ese sentido.
En el tapete está la posibilidad de que el presidente George W. Bush y los integrantes de su gabinete hubieran mentido o exagerado al asegurar que Iraq poseía armas de destrucción masiva.
Esto es potencialmente muy serio. Si se demuestra que fuimos a la guerra a causa de datos de inteligencia 'cocinados' por el gobierno, rodarán cabezas. No solo cabezas pequeñas: también de las grandes, dijo una fuente del Congreso legislativo.
La administración de George W. Bush ya estaba a la defensiva la semana pasada, a medida que la controversia tomaba cuerpo en Europa y en particular en Gran Bretaña.
El primer ministro Tony Blair fue acusado por exagerar deliberadamente los informes de inteligencia o, al menos, de haber sido embaucado por el ala más conservadora del gobierno de Bush, como lo afirmó el fin de semana su ex ministro de Relaciones Exteriores, Robin Cook.
Para empeorar la controversia, el diario británico The Guardian informó el sábado sobre una conversación a comienzos de año entre el secretario de Estado (canciller) estadounidense Colin Powell y su par británico Jack Straw en el hotel Waldorf de Nueva York.
Powell le dijo a Straw que estaba inquieto porque consideraba posible que los hechos le explotaran en la cara. El secretario de Estado se refería a las pruebas que presentó el 5 de febrero ante el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la supuesta posesión de armas de destrucción masiva por parte de Iraq.
Este lunes en Roma, empero, Powell insistió en que continuaba considerando que las evidencias presentadas entonces al órgano de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) habían sido abrumadoras.
Pero Estados Unidos controla Iraq hace dos meses, y hasta ahora ha fracasado en obtener evidencia concreta de los programas de armas de destrucción masiva iraquíes. Los investigadores ni siquiera encontraron una.
La inquietud de Powell era evidente en febrero, según los tres principales semanarios estadounidenses.
US News & World Report informó que, en un ensayo en la sede de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de lo que leería al día siguiente en el Consejo de Seguridad, Powell, de modales habitualmente moderados, arrojó varias páginas al aire. No leeré esto. Esto es una mierda, dijo entonces, según la revista.
El mismo semanario afirmó que la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), dependiente del Departamento (ministerio) de Defensa, concluyó en septiembre de 2002 que no hay información confiable de que Iraq esté produciendo y almacenando armas químicas.
Ese mismo mes, el secretario (ministro) de Defensa, el conservador Donald Rumsfeld, le decía al Congreso legislativo que Bagdad ha amasado grandes cantidades de armas químicas clandestinas, incluidos VX, gas sarín, ciclosarín y gas mostaza.
La CIA fue reticente en cumplir el pedido del Comando Central de las Fuerzas Armadas estadounidenses de información sobre los depósitos de armas de destrucción masiva que debían atacarse en las primeras etapas de la invasión, afirmó uan fuente militar a la revista Newsweek.
Y lo que la CIA le dio al Comando Central fue basura, según un informante del cuerpo militar. Se trataba, fundamentalmente, de edificios ya bombardeados en la guerra del Golfo de 1991.
Está simplemente comprobado. No hay duda de que Saddamuirlas. No sé la respuesta, agregó.
Funcionarios de inteligencia retirados, tanto de la CIA como de la DIA, también acusan a esos organismos de torcer o exagerar la evidencia para justificar la guerra.
Ambas agencias fudores.
En cambio, altos ex funcionarios de la CIA, lrte, afirmó entrevistado por la televisión.
Desde entonces, el secretario de Defensa ha sugerido que el régimen de Saddam Hussein pudo haber tenido tiempo para destruirlas. No sé la respuesta, agregó.
Funcionarios de inteligencia retirados, tanto de la CIA como de la DIA, también acusan a esos organismos de torcer o exagerar la evidencia para justificar la guerra.
Ambas agencias fudores.
En cambio, altos ex funcionarios de la CIA, la DIA y el Departamento de Estado (cancillería) manifiestan su desconfianza hacia Chalabi, considerado el favorito del Departamento de Defensa para conducir el gobierno interino de Iraq.
Mientras, el título principal de la última portada de la revista Time rezaba Armas de desaparición masiva. ¿Los espías estadounidenses estaban equivocados o fueron manipulados?, se preguntó el periodista Michael Duffy.
Hemos ido a virtualmente todo sitio de suministro de munición entre la frontera kuwaití y Bagdad. Pero (las armas) simplemente no están allí, dijo, según Time, el general James T. Conway, comandante de la Primera Fuerza Expedicionaria de Marina.
En cambio, el diario The Wall Street Journal acusó este lunes a la izquierda francesa y europea de intentar oscurecer la victoria estadounidense y sembrar descontento.
Que no se encuentren armas de destrucción masiva no le quita nada a la victoria en la guerra de Iraq, aseguró el periódico en su editorial. (