España e Italia son blanco de la ira del gobierno de Cuba, que acusa a sus autoridades de instigar las sanciones diplomáticas impuestas por la Unión Europea, motivo este jueves de dos multitudinarias manifestaciones en la capital de la isla.
La demostración frente a las embajadas española e italiana en La Habana siguió a la fuerte reacción del gobierno de Fidel Castro expresada en la víspera contra las medidas diplomáticas que la Unión Europea (UE) decidió aplicar a Cuba a partir del 5 de este mes.
Las autoridades calcularon en más de un millón la suma de las dos gruesas columnas que marcharon por las calles habaneras, una encabezada por el presidente Castro y la otra por su hermano Raúl Castro, primer vicepresidente y ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
El mandatario se había referido con irritación el miércoles por la noche, al hablar unas tres horas ante las cámaras de televisión, sobre las sanciones decididas por la UE para expresar su malestar por la ejecución de tres secuestradores de una lancha de pasajeros y el encarcelamiento de 75 opositores en Cuba.
Las medidas de la UE incluyen limitar visitas gubernamentales bilaterales de alto nivel, reducir la participación de los países miembros de ese bloque en acontecimientos culturales relacionados con Cuba y volver a examinar la posición común europea sobre la isla de régimen socialista.
Esa postura común del bloque europeo fue resuelta en 1996 justamente a instancias del gobierno español y en sus postulados intenta lograr que Cuba inicie un proceso de transición pacífica hacia el pluralismo democrático.
Fidel Castro pasó este jueves (alrededor de 12:30 hora GMT) frente a la sede diplomática española haciendo ondear una pequeña bandera cubana, mientras caminaban a su lado el canciller Felipe Pérez Roque, el dirigente juvenil comunista Otto Rivero, el vicepresidente Carlos Lage y el ministro de cultura, Abel Prieto, entre otros.
A la misma hora Raúl Castro inició la marcha frente a la legación italiana, flanqueado por los comandantes históricos de la revolución, Juan Almeida, Ramiro Valdés y Guillermo García.
Las dos embajadas se ubican distantes varios kilómetros una de otra. La sede española se levanta en la llamada Habana Vieja, el sector más antiguo de la capital cubana, mientras que la italiana se encuentra en el municipio Playa, que alberga a la mayoría de las representaciones diplomáticas.
La batería de consignas repetidas una y otra vez a través de altoparlantes se concentró en gran medida en la figura del presidente del gobierno español, José María Aznar, estigmatizado también en las pancartas que portaban los manifestantes.
Una caricatura multiplicada en los carteles dejaba ver al gobernante de España con bigotes al estilo del que usaba Adolfo Hitler, bajo la cual se leía: Aznar el führercito.
Aznar marioneta, a Cuba se respeta, Abajo el fascismo y el injerencismo, a Cuba se respeta, Cuba es un país soberano que no aceptará injerencias de la UE, No nos rendiremos jamás, a Cuba hay que respetarla coreaban los manifestantes.
Castro también había sido en su mensaje por televisión pródigo en epítetos para el gobernante de España, al que calificó de hombre lleno de complejos.
Tampoco ahorró término al referirse al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, a quien comparó con el dictador Benito Mussolini (1922-1943) y consideró que debía llamarse Burlesconi. Es una figura de relajo y Mussolini era igual, comentó Castro.
En su opinión, España e Italia se ganaron las primeras marchas, lo que no quiere decir que no se realicen más demostraciones de este tipo.
Es que la UE anunció también su intención de invitar a opositores cubanos a las celebraciones de sus fiestas nacionales, algo especialmente molesto para el gobierno de Castro, que califica siempre de mercenarios a los disidentes.
Sobre este punto, Castro advirtió que quien aplique esa política, debe saber que ningún funcionario del gobierno cubano asistirá a sus recepciones y tampoco será invitado a las actividades oficiales de esta isla caribeña.
Si su misión como diplomáticos es simplemente tener relaciones con mercenarios del gobierno de Estados Unidos, realmente sobran, señaló.
La confrontación cortó de cuajo el clima de distensión favorable al diálogo que se había hecho evidente hasta el primer trimestre de este año, coronado con la apertura de una delegación de la UE en la Habana.
Esa oficina, inaugurada en marzo, quedó encabezada por el encargado de negocios, Sven Kühnvon Burgsdorff, a quien no fue posible localizar, pues se encuentra de vacaciones fuera de Cuba.
Medios de la disidencia confirmaron a IPS que han respondido a varias invitaciones de embajadores europeos, aunque algunos de estos optaron por separar aguas y hacer dos recepciones para evitar encuentros enojosos.
Nuestra posición es acudir siempre que seamos invitados debidamente, dijo el activista de los derechos humanos Elizardo Sánchez.
Frente a las tensiones políticas, analistas recordaron que España es el primer inversionista extranjero por la cantidad de negocios en Cuba, con participación en 105 asociaciones mixtas.
Italia, por su parte, es el tercer socio de Cuba después de Canadá, con 57 sociedades mixtas, mientras que 56 por ciento corresponde a países de la UEE.
En ese sentido, Castro los exhortó a no olvidar que Cuba es un nada despreciable mercado de 2.000 millones de dólares anuales.
En tanto, Sánchez indicó que es posible que el enfrentamiento tenga algún impacto económico, aunque no demasiado, porque los negocios suelen ir por otro lado.