BIRMANIA: Ataque a Suu Kyi puede propiciar cambio político

El último ataque del régimen militar de Birmania contra la líder opositora Aung San Suu Kyi y decenas de sus seguidores puede representar un punto de inflexión en la situación política de ese país asiático.

El posible cambio tras la detención de Suu Kyi el viernes 30 de mayo, cuando un grupo armado partidario del gobierno militar atacó una caravana encabezada por la líder en el norte del país, dependerá de la respuesta nacional e internacional al incidente, que según testigos dejó decenas de muertos.

Existen tres situaciones posibles a partir de ahora.

Una es que la junta militar logre hacer frente a las indignadas reacciones dentro y fuera de Birmania. Otra, que el ataque desencadene un movimiento nacional de desobediencia civil contra la dictadura militar.

La tercera posibilidad es que, si se confirma que Suu Kyi fue seriamente herida en el ataque, como sostienen numerosos testigos, grupos birmanos en el exilio alcen su voz para reclamar la intervención internacional en Birmania, con miras a un cambio de régimen ”a la Iraq”.

”¿Será Birmania la próxima?”, titulaba este viernes la nota editorial de la revista Irrawaddy, de la ciudad tailandesa de Chiang Mai, que analiza asuntos birmanos.

”Ahora que la guerra en Iraq supuestamente terminó, algunos dicen que es hora de que la maquinaria militar de Estados Unidos visite a Birmania”, dice el artículo.

”Algunos hechos cometidos por el régimen del derrocado dictador iraquí Saddam Hussein son abominables, pero no menos lo son las atrocidades cometidas por la junta militar de Birmania. Entonces, ¿por qué no derrocar a los generales antes de que cometan más abusos?”, preguntó.

Claro que, para que Estados Unidos decida intervenir, debe tener un gran interés en ello. ”Es dudoso que Washington quiera desperdiciar sus municiones en Birmania. Más probable que una invasión es un aumento de la presión de Estados Unidos, ya sea a través de la diplomacia o de sanciones”, pronosticó Irrawaddy.

La invasión podría justificarse como otro caso de ”intervención humanitaria” similar a la realizada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en la provincia serbia de Kosovo en 1998.

Por otro lado, Estados Unidos podría ganar en Birmania una nueva posición estratégica en los umbrales de su único rival económico y militar, China.

Si la junta militar logra aguantar la reacción al ataque a Suu Kyi, será un caso más de supervivencia del régimen de Rangún a una crisis desde fines de los años 80.

Las fuerzas del levantamiento popular que en 1988 casi derrocaron al gobierno militar fueron brutalmente reprimidas y las insurgencias de minorías étnicas domesticadas a través de ceses del fuego, pero el régimen se aferró al poder aun después de perder las elecciones generales que organizó en 1990.

En esos comicios triunfó por abrumadora mayoría la Liga Nacional por la Democracia de Suu Kyi, pero los militares desconocieron el resultado electoral, prohibieron las actividades de la oposición y encarcelaron o desterraron a sus líderes.

Suu Kyi, hija del héroe anticolonialista Aung San, fue condenada a prisión domiciliaria e incomunicada. Desde entonces fue liberada y detenida innumerables veces. En 1989 recibió el premio Nobel de la Paz.

Su última liberación se había producido en mayo de 2002, luego de que el enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a Birmania, Razali Ismail, convenciera a los generales de iniciar un diálogo con la oposición. Sin embargo, las negociaciones no avanzaron.

La actual visita de Razali, que llegó este viernes a Rangún, ”permitirá determinar si los esfuerzos de mediación de la ONU entre la junta y el movimiento por la democracia conducirá a alguna parte o no”, declaró un diplomático asiático en Tailandia, que solicitó reserva.

Si la misión de Razali fracasa, esto podría conducir a medidas internacionales más drásticas contra el régimen militar birmano, incluso una posible intervención militar, opinó el diplomático.

La segunda situación posible, de un levantamiento popular a corto plazo, dependerá de la fuerza de la oposición para movilizarse contra el régimen.

”Hay fuego dentro de cada uno de nosotros, y sólo hace falta una muestra audaz de desafío al régimen para que nos larguemos a las calles”, declaró Suthin, un residente de Rangún.

Y la tercera posibilidad, de una intervención extranjera o al menos una presión mucho mayor sobre el régimen, dependerá en parte del grado de daño físico sufrido por Suu Kyi, que según relatos recibió heridas en el rostro y en un hombro cuando los atacantes arrojaron un ladrillo contra su vehículo.

Estados Unidos y la Unión Europea ya instaron a la junta militar a liberar a Suu Kyi y a permitir su aparición en público. Por ahora, la líder permanece incomunicada en un campamento militar de las afueras de Rangún.

También trascendió que legisladores estadounidenses consideran diversas medidas contra el gobierno birmano, desde el congelamiento de los activos de sus gobernantes hasta la prohibición de importaciones desde Birmania.

Mientras, grupos de exiliados birmanos debaten la posibilidad de una intervención militar en su país.

Nadie espera que China se enfrente a Estados Unidos para defender a Birmania, su aliada, a diferencia del caso de Corea del Norte, que estratégicamente es mucho más importante para Beijing.

Los grupos de exiliados preferirían que los propios birmanos derrocaran a sus dictadores. Sin embargo, también esperan una fuerte reacción de la comunidad internacional, que le indique al pueblo birmano que no está solo en su lucha. (

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