AMBIENTE-PARAGUAY: Bosques en extinción

Los bosques nativos casi han desaparecido de la región oriental de Paraguay, por el avance de la actividad agropecuaria y la tala indiscriminada de hacendados y campesinos sin tierra, que ahora amenaza al oeste del país.

Por aproximadamente 30 años, el problema de la deforestación ha sido irresoluble en el país, y se ha agravado por erróneas políticas de desarrollo, insatisfacción de reclamos sociales, corrupción y débiles controles oficiales, dijo a IPS el ingeniero agrónomo Carlos Tallone.

Ese problema comenzó en la región oriental en los años 70, "cuando colonos del sur de Brasil llegan a Paraguay para dedicarse mayormente a la agricultura", explicó.

Esos colonos compraron, con financiación estatal paraguaya, grandes áreas de tierra a muy bajo precio en el sudoriental departamento de Alto Paraná, fronterizo con Brasil, e iniciaron la tala de montes para poder realizar sus tareas agropecuarias, fundamentalmente siembra de soja, vendiendo a precio vil la madera obtenida, indicó el experto.

Tras la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), la apertura de un segundo frente empeoró la situación, cuando grupos de campesinos sin tierra comenzaron a invadir propiedades de los terratenientes de la región oriental, recordó Tallone, quien se desempeña como consultor y periodista.
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Esos campesinos se asentaron en sitios boscosos para desmontarlos y lucrar con la madera, enviándola de contrabando al Brasil. Entonces, "para evitar las invasiones, los terratenientes optaron por realizar ellos mismos los desmontes", destacó.

Cuando el problema de la deforestación se iniciaba en el oeste del país, no existían registros oficiales sobre cobertura boscosa, pero fuentes del sector privado suponen que más de 65 por ciento de las 16 millones de hectáreas de la región oriental estaban cubiertas por bosques vírgenes.

En esas selvas, las especies autóctonas más abundantes son el palo santo y el quebracho, con sus subespecies quebracho húmedo y quebracho Pilcomayo.

La extensión de monte virgen se ha reducido dramáticamente. Treinta años después del comienzo de la depredación, quedan sólo unas 619 mil hectáreas de bosque virgen, o sea cerca de cuatro por ciento de la extensión anterior, según datos brindados a IPS por el estatal Servicio Forestal, que depende del Ministerio de Agricultura.

"Pero un tercer frente se está abriendo", advirtió Tallone.

Los ganaderos, que también participaron de la deforestación en la región oriental para la creación de pasturas de engorde, ahora migran hacia la región occidental, huyendo de una creciente ola de abigeato que les provoca enormes pérdidas, explicó.

Esos productores agropecuarios "están deforestando en la región occidental unas 100 mil hectáreas al año", afirmó el especialista.

Esa región abarca unas 24 millones de hectáreas. De esa superficie, unos 15 millones de hectáreas son boscosas, y más de nueve millones son de bosques llamados "productivos", o sea aptos para la explotación, según datos oficiales.

A ese escenario negativo se opone un proyecto forestal que aspira a ser sustentable en la región occidental, impulsado por el ingeniero en minas estadounidense Tod Spargo, residente en Paraguay desde 1975.

Spargo llegó al país para dirigir un proyecto de búsqueda de uranio, y al realizar numerosos reconocimientos aéreos quedó maravillado al ver inmensas superficies boscosas casi inexplotadas.

Desde entonces, inició una serie de investigaciones científicas sobre las distintas especies nativas y sus índices de crecimiento, que culminaron con la elaboración de un proyecto, que hoy se encuentra en la fase de búsqueda de financiación.

"Con el plan se busca demostrar que pueden preservarse los montes nativos, en condiciones iguales o mejores que las que presentan al inicio del proyecto", mientras se desarrolla su explotación, dijo Spargo a IPS.

Para la primera etapa del proyecto se cuenta con 17.000 hectáreas ubicadas en el noroccidental departamento de Boquerón. Esa superficie se dividiría en cinco unidades de producción, que serían explotadas durante un año cada una, en forma rotativa, o sea que una unidad se explotaría cada cinco años.

"Lo más importante del plan es que científicamente se determinó que pueden ser talados solamente aquellos árboles que tengan un diámetro superior a los 36 centímetros", explicó Spargo.

"Derribando un árbol por hectárea al año, se logrará una producción diaria de cuatro metros cúbicos de tablas de primera clase", continuó.

Las principales especies involucradas en el proyecto son el palo santo, el quebracho blanco, el coronillo y varias de sus subespecies, entre las que se destacan el quebracho blanco, el palo blanco, el urunduey-mi, el quebracho colorado, el guayacán y el algarrobo negro.

"Por cada árbol talado serán plantadas seis semillas de la misma especie. De esta forma nos aseguramos de que la explotación sea rentable en lo económico y sustentable en lo ecológico", destacó Spargo.

Según la ingeniera agrónoma Damiana Mann, asesora técnica del Servicio Forestal, el peligro máximo para los bosques nativos de Paraguay es el cambio de uso de la tierra, o sea la deforestación para reutilizar el suelo en actividades agropecuarias.

"Los propietarios de tierras con cobertura boscosa ven a los montes como algo improductivo, y por ello requieren del incentivo oficial para conservar y manejar sus bosques", dijo Mann a IPS.

Los desmontes están autorizados por la legislación paraguaya, salvo en áreas silvestres protegidas y en tierras cercanas a cursos de agua, para evitar la colmatación, un proceso en que el cauce de los ríos se llena de sedimentos.

En el país hay 18 áreas silvestres protegidas, incluyendo 10 parques nacionales, que suman casi 1,5 millones de hectáreas. Quince de esas áreas están en la región oriental, y suman unas 358.000 hectáreas. Las otras tres están en la región occidental, y que suman aproximadamente 1,1 millones de hectáreas.

Mann destacó que su organismo trabaja en la redacción de dos proyectos de ley con los que se pretende suspender los cambios de uso e impulsar la reforestación con especies nativas o exóticas.

La ley de reforestación vigente en Paraguay establece una bonificación para los productores, equivalente a 75 por ciento de los costos de la plantación y los tres primeros años de mantenimiento.

Sin embargo, el Servicio Forestal está en mora con los reforestadores por falta de recursos.

"Se está trabajando también en la implementación de un Fondo Forestal para captar dinero de varios destinos y cubrir costos de reforestación", alegó Mann.

La experta destacó la excelente calidad del suelo paraguayo para las actividades de reforestación, e quienes se dedican a esa actividad usan sobre todo especies nativas.

El director de Planificación Estratégica de la Secretaría del Ambiente, Jorge Coronel, dijo que la deforestación impacta directamente en la calidad de los recursos hídricos, "porque existe mayor colmatación en ríos y arroyos".

"Cuando llegan lluvias, el suelo no absorbe el líquido" si ha perdido árboles, y "la tierra se empobrece debido al arrastre de los sedimentos", explicó.

Como "el agua se escurre y no penetra", también disminuye el caudal de las napas freáticas, y por ende la reserva subterránea de agua potable, subrayó el especialista.

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