Unas 158 familias del crimen organizado en Italia se enriquecen traficando 35 millones de toneladas de residuos tóxicos al año. El naciente y promisorio rubro mueve unos 2.600 millones de dólares al año y ha dado forma a un nuevo concepto: la «ecomafia».
Los negocios tradicionales se quedaron cortos para la mafia italiana, que se diversifica hacia un nuevo y promisorio rubro: el tráfico de residuos tóxicos, peligroso para la salud de los habitantes y el ambiente del país.
Italia produce 80 millones de toneladas de residuos al año, entre basura urbana y desechos industriales peligrosos, de las cuales 35 millones están en manos de organizaciones criminales, como la Cosa Nostra de Sicilia, la 'Ndreghetta Reggina de Calabria, la Sacra Corona de Puglia o la Camorra napolitana, encargadas de recolección, almacenamiento y reciclaje.
"Es un problema complejo. A las industrias les cuesta demasiado tratar sus residuos, por eso aceptan ofertas de empresas de los traficantes, que son hasta 400 veces menos costosas que las demás", explicó a Tierramérica Stefano di Franco, comisario del Cuerpo Forestal de Roma, unidad policial especializada en la protección del ambiente.
La mafia, desarrollada en el siglo XIX en el sur del país, maneja unos 78.000 millones de dólares al año y vive sobre todo de la extorsión, el contrabando y el tráfico de drogas, pero también controla la prostitución, la inmigración clandestina y el tráfico de órganos, animales y armas, según el estudio "Crimen y Dinero", publicado en 2002 por la Universidad Bocconi de Milán.
Su dinero "sporco" (sucio) se lava en el sistema financiero, el comercio, la industria y el sector inmobiliario, donde domina 60 por ciento de las licitaciones públicas.
El crimen organizado tiene un pequeño ejército a su disposición: 1.500 jefes o "padrinos", unos 100.000 miembros permanentes y unos 400.000 delincuentes más que son contratados ocasionalmente.
Para los mafiosos, la basura tóxica es un negocio en crecimiento.
Este año, el Cuerpo Forestal descubrió en la meridional ciudad de Sicilia que la empresa petroquímica Enichem di Priolo arrojaba al mar desechos con concentraciones de mercurio 20.000 mil veces mayores que el límite legal. Dieciocho personas fueron detenidas, de las cuales 16 eran empleados de la compañía y uno resultó el funcionario provincial responsable de controlar a Enichen.
Esa empresa es parte del Instituto de Hidrocarburos Italiano (ENI), involucrado en otros delitos ambientales.
En 1998, 30.000 toneladas de residuos de la fabricación de zinc de una empresa química del grupo ENI fueron enterradas en dos sitios de la meridional Calabria, y en otras zonas el mismo material peligroso se usaba para pavimentar carreteras rurales.
La "ecomafia", formada por 158 familias, utiliza varias modalidades para deshacerse de residuos de la industria metalúrgica, polvos tóxicos de la siderurgia y transformadores con refrigerantes peligrosos como PBC, entre otros contaminantes.
Los traficantes falsifican certificados para presentar la peligrosa carga como residuos domiciliarios, y alteran permisos de transporte para trasladarla de una región a otra y descargarla en canteras de construcción, parques naturales protegidos, ríos, grutas, excavaciones en montañas, terrenos agrícolas y el mar.
"No son residuos tratados, ni descargas controladas. Simplemente son depositados en hoyos y cubiertos con tierra y piedras. Entran en contacto con aguas subterráneas y más tarde salen a la superficie de diversas maneras", dijo a Tierramérica Stefano Ciafani, de la organización ecologista Ligambiente, la mayor del país.
"El ciclo mortal termina cuando usamos esa agua contaminada para beber o regar los campos donde se cultivan frutas y verduras", agregó.
En la zona napolitana de Caserta, en el sur, donde la Camorra domina el mercado de basura tóxica, se registró un aumento de 400 por ciento de patologías oncológicas en los últimos cinco años, según un informe del Ministerio de Salud Pública.
En esa región, los residuos dañinos se mezclaron con cemento para construir casas y con asfalto para pavimentar calles.
El año pasado, la operación policial "Tierra verde" estableció que millones de toneladas de basura tóxica de algunas industrias septentrionales se trasladaron a regiones del centro y del sur, mediante simulación de operaciones de tratamiento de residuos, camuflaje de la carga como abono y fertilizante, y falsificación de permisos de transporte.
A cambio de dinero, 14 agricultores aceptaron que esas descargas se hicieran en predios donde criaban ganado lechero.
El tráfico de desechos es una historia vieja, pero salió a la luz en 1990 con las confesiones de algunos mafiosos arrepentidos.
Por entonces, las bandas criminales actuaban con impunidad, pues las leyes no castigaban esos delitos.
"Lo que sucede en Italia no ocurre en ningún país del mundo. Las organizaciones mafiosas son típicamente italianas, y la ley no castiga de manera eficaz. Antes de abril de 2001, estos traficantes arriesgaban menos que alguien que robaba una manzana, y sólo se les aplicaba una multa", señaló Ciafani.
En ese mes entró en vigencia una ley que tipifica como delito el tráfico de residuos tóxicos, con penas de uno a ocho años de prisión. El proyecto fue auspiciado por Ligambiente.
Fue entonces cuando el Cuerpo Forestal y la Guardia de Finanzas comenzaron investigaciones que permitieron develar parte de la trama.
Por ejemplo, en Murgia, al sur del país, se enterraron en cuatro hectáreas restos de la industria peletera de la septentrional Toscana, fango de centrales de depuración de la occidental Lazio, residuos siderúrgicos de Lombardía y Véneto, ambas en el norte, y neumáticos triturados de la meridional Campania.
Esos desechos contenían peligrosos metales como cromo, níquel y plomo.
Según el Observatorio Nacional de Residuos, en 2001 desaparecieron 11,6 millones de toneladas de basura peligrosa.
Pero la mafia no actúa sola, pues cuenta con la complicidad de muchos funcionarios públicos.
Durante meses, los desechos peligrosos del municipio de Busto Arsizi, en Lombardía, permanecieron junto a residuos urbanos de 27 alcaldías de la región, sin que nadie notara nada.
En diciembre de 2002, la policía detectó un negocio clandestino de recolección, transporte y eliminación de residuos, con seis funcionarios municipales y dos empresarios de la zona involucrados.
"La mafia se liga a los poderosos de turno de los ámbitos municipal, provincial y regional. Esto ocurre en todas las organizaciones criminales del mundo", señaló a Tierramérica Paulo Russo, presidente de la comisión parlamentaria que investiga el ciclo de residuos.
"Pero hoy combatimos este fenómeno y somos el único país que tiene una comisión parlamentaria que lo investiga", alegó.
"No es sólo un problema italiano, sino también de los países industriales que depositan sus desechos en las naciones pobres", destacó Russo.
* Publicado originalmente el 21 de junio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.