SUDAN: Habrá paz, pero no en junio

El gobierno árabe e islámico de Sudán y los insurgentes negros del sur de ese país recibirán la semana próxima el borrador de un acuerdo de paz que elabora en Nairobi el mediador keniata Lazaro Sumbeiywo.

”Estoy redactando un acuerdo final”, dijo Sumbeiywo a IPS. La más reciente ronda de negociaciones en Kenia concluyó el miércoles con muchos asuntos sin resolver.

El mediador indicó que, al redactar él mismo el acuerdo, está inaugurando ”un nuevo método” de negociación entre los bandos sudaneses. Sumbeywo elabora el texto ”después de discutir con las partes”. ”Estamos de acuerdo en que ésta es la manera” de procesar el diálogo, ”en consulta con sus dirigentes”, dijo.

Luego, el mediador viajará a Jartum para discutir el borrador con el presidente Omar al Bashir y al sur de Sudán para dialogar con el líder del insurgente Ejército para la Liberación del Pueblo de Sudán (ELPS), John Garang.

Más tarde, las partes acordarán una fecha para la próxima ronda de diálogo en Kenia. La meta de alcanzar un acuerdo final en junio parece poco factible, según indicó Sumbeiywo el miércoles.

Las negociaciones son impulsadas por la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (IGAD, por sus siglas en inglés), integrada por Djibouti, Eritrea, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Uganda, y recibieron en 2001 un fuerte impulso de Estados Unidos.

Una de las cuestiones más difíciles es la seguridad. Según el gobierno de Bashir, el ejército regular sudanés y el insurgente deberán integrarse en el periodo de transición de seis años acordado en el Protocolo de Machacos, firmado en julio pasado.

Al cabo de esos seis años, la población del sur podrá decidir en las urnas si desean la independencia.

”Si decidimos que tendremos un país unido por seis años, deberemos tener un ejército” que reúna a las fuerzas oficiales y al ELPS ”con un comando único”, dijo el principal negociador del gobierno sudanés en Nairobi, Mohammed Dirdeiry.

”Mantener dos ejércitos es como prescribir un conflicto. Eso es muy claro. No lo podemos tolerar”, agregó.

Pero el ELPS afirma que los dos ejércitos deberán mantenerse tal como hasta ahora, separados por una zona de ”amortiguación” marcada por el paralelo 12, que señala la ”frontera” entre el norte árabe y musulmán y el sur negro, cuya población practica el cristianismo y religiones tradicionales africanas.

George Garang, portavoz del ELPS en Nairobi, advirtió que el ejército sudanés ”es el ejército del gobernante Frente Islámico Nacional”.

”No es más el ejército nacional de Sudán, al que purgaron cuando llegaron al poder en 1989. La mayoría de los soldados son mujahidines, combatientes islámicos. ¿Por qué deberíamos integrarnos al ejército de un partido?”, dijo el dirigente.

”Si habrá, en definitiva, un ejército nacional, deberá constituirse después del referéndum. No hablaremos de integración hasta que el sur decida qué hacer: si continuará siendo parte de Sudán o si se separará. Será con el referéndum que se decidirá si Sudán tendrá o no un ejército nacional”, insistió Garang.

De todos modos, George Garang sostuvo que, para el ELPS, la secesión no es inevitable. ”Es posible, si ingresamos en una alianza genuina, compartimos el poder y el sur se desarrolla, que la población decida la unidad. Veamos qué podemos hacer. Podemos separarnos o unirnos. Las dos posibilidades están ahí”, dijo.

A pesar de las diferencias, Dirdeiry es optimista. ”No estamos hablando solo de seguridad o del comando del ejército, sino que estamos tratando de solucionar estos problemas junto con otros, como el de la presidencia”, explicó.

Un cese del fuego entre el gobierno islámico y el ELPS pactado en octubre, el primero desde el inicio de la guerra en 1983, es vigilado por observadores de países vecinos y de Estados Unidos, Gran Bretaña, Italia y Noruega.

”Escuché sus posiciones. Ahora, voy a unirlas y a llevárselas a ellos”, indicó Sumbeiywo.

Arabes y negros también deberán ponerse de acuerdo en cómo compartirán el petróleo. En los últimos años, el ELPS saboteó las instalaciones de extracción y oleoductos, mientras el gobierno intentaba evacuar la población de localidades ricas en crudo.

El ELPS pretende administrar 60 por ciento de la riqueza petrolera del sur de Sudán, pero el gobierno sólo está dispuesto a ceder 10 por ciento.

”Pero, como el gobierno controla esa área, les decimios: bien, si nos dan 60 por ciento nos haremos cargo de la reconstrucción y de la rehabilitación”, dijo Garang.

Ambas partes también deben acordar el establecimiento de una capital. El gobierno procura mantener su sede en Jartum, pero los insurgentes replicaron que en esa ciudad rige la ley islámica (shariá). Asimismo, deben repartirse los cargos en los poderes del Estado y en el personal público.

En el origen del conflicto está la exigencia de que la población del sur, de mayoría negra y de religión cristiana o animista, sea eximida de la aplicación de la shariá impuesta por el gobierno, en el cual son hegemónicos los musulmanes árabes, mayoritarios en el norte.

La guerra civil ha causado unos dos millones de muertes en Sudán, la mayoría a causa del hambre. El país tiene 36,8 millones de habitantes. (

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