LITERATURA-KENIA: El jardín de Rebeka Njau

La escritora keniata Rebeka Njau trató de que su segunda novela, ”The Sacred Seed” (”La semilla sagrada”), fuera fuente de fortaleza para muchas mujeres que sufren la desigualdad de género en Africa.

”Quiero que la gente sea libre. Quiero que los niños sean libres. Quiero que se expresen a sí mismos. De esto se trata mi libro: de libertad. Ser libre es poder expresarte”, afirmó la escritora que, a los 73 años, sigue luchando por los derechos de las mujeres a través de la literatura.

”Quiero que las mujeres lean y se liberen. Todos deben tener su propia identidad. Ser lo que quieren ser. Ser uno mismo. Nunca ser como otro”, añadió Njau, que presentó la novela la semana pasada.

”Las mujeres no deben tener miedo, porque ellas pueden hacer que los hombres las traten como quieran. Ellas los culpan, y yo también en cierta manera, pero la mujer tiene la mayor parte en el camino para liberarse”, dijo Njau.

La escritora publicó hace 28 años su primera novela, ”Ripples in the Pool” (”Murmullos en la piscina”), con la que ganó el premio del Comité de Letras de Africa Oriental.

La piscina en ese libro simboliza la tragedia de sus personajes (un ladrón, una prostituta y una enfermera), que regresan a su aldea intentando cambiar su suerte.

”La semilla sagrada” también es un poderoso comentario social que traza un claro paralelismo con los problemas contemporáneos de la mujer.

La protagonista de la historia, Tesa, es una talentosa maestra de música que es violada por un presidente corrupto, Dixon Chinusi. Ella abandona la ciudad para acudir a una mujer con poderes especiales.

Esta mujer le entrega una semilla de calabaza y le pide que la plante, como un símbolo de sabiduría, esperanza y valentía. De la semilla nace un huerto ”con fuentes de agua fría, gorriones que van de rama en rama y flores de hermosa fragancia”.

El huerto termina por convertirse en un santuario, en el que los hombres y las mujeres van a buscar paz espiritual y sanidad física.

”Me gusta 'La semilla sagrada' por el atrevimiento con el que Rebeka aborda asuntos muy delicados y cercanos a mi corazón, como la violencia contra las mujeres, en este caso manifestada en una violación”, dijo Eddah Gachukia, reconocida pedagoga en Kenia y amiga de la infancia de Njau.

La novelista también aborda otros asuntos polémicos. En la historia aparece un grupo de líderes religiosos que desalojan a una población para construir una iglesia y guardan la primera fila de asientos para influyentes políticos.

”La literatura africana debe ser seria e inspiradora. Debe ser funcional y no sólo literatura por amor al arte. Tiene que hablar sobre nuestra vida diaria, nuestros males sociales y económicos”, sostuvo Njau, ex profesora de enseñanza media de Literatura e Historia.

La novelista siempre se sintió inclinada a escribir sobre personas que sufren de la injusticia, en especial sobre mujeres.

Su obra de teatro ”The Scar” (”La cicatriz”), de 1960, se inspiró en una historia real de un padre que dividió su fortuna entre sus hijos cuando estaba a punto de morir. El hombre insistió en darle a su joven hija parte de la herencia, pese a que había tenido un hijo sin estar casada.

”Sus hermanos se sintieron mal. Consideraban que era injusto y que ella se tenía que casar con el padre del bebé”, contó Njau.

Cuando el hombre murió, sus hijos comenzaron a pelear entre ellos al punto que la joven entró en una profunda depresión y terminó suicidándose.

La novelista atribuye a herencia materna su vocación de luchar por la igualdad de género.

”Vengo de una familia de siete hermanos y cinco hermanas. Mi madre nos trataba a todos igual. Me criaron para que defendiera mis derechos. Tengo un cerebro tan bueno como el de un hombre. Me criaron para sentirme libre, para expresarme”, señaló.

”Cuando me casé, mi esposo se preocupó por mis pensamientos de libertad. No le gustaban. Era como estar en un mundo distinto que no conocía”, añadió.

”Si tienes ideas y eres una mujer no querrán escucharte. Piensan que estás loca. No se supone que una mujer actúe de esa manera. Pero debes ser tú misma”, dice Njau, desafiante.

Pero no sólo las mujeres han sido inspiradas por la obra de Njau. Su sobrino, Binyavanga Wainaina, ganador el año pasado del Premio Caine de Literatura Africana, confesó que ella le dio la fuerza que necesitaba para seguir lo que le dictaba su corazón.

”Pensé que yo sabía lo que quería. Pero cuando miré a mi alrededor, no sabía cómo pude haberme desviado. El estilo de vida de la tía Rebeka me ofreció nuevas posibilidades. Era alguien que sí lo estaba haciendo. Siempre es bueno tener a alguien allí para que te guíe”, señaló. (

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