CAFE-COSTA RICA: Precios elevados, sólo en Internet

Mientras el precio del café se desmorona en el mundo real, una subasta virtual organizada en Internet por caficultores costarricenses llevó los precios a las nubes. ¿La receta? Productos selectos transados sin intermediarios.

El caficultor José Antonio Vega, de 42 años, acaba de descubrir que puede obtener excelentes precios por su cosecha a través de la red informática Internet.

”Unos japoneses nos pagaron a 4,08 dólares la libra (454 gramos de café). ¿Cómo lo ve? Eso es más de 400 por ciento de lo que nos pagan en el mercado convencional”, comentó emocionado en referencia al precio de 0,64 dólares por libra que alcanzan las transacciones internacionales.

Vega —hijo de peones agrícolas, ingeniero en informática y agricultor por vocación— es jefe de ventas y exportación de CooproNaranjo, una cooperativa de 1.600 pequeños caficultores que accedieron a la subasta electrónica.

Los agricultores subastaron el 15 de este mes por Internet un lote de sacos de su mejor cosecha de café entre compradores japoneses y estadounidenses, quienes pujaron a distancia por el producto, mientras saboreaban una muestra en sus tazas.

Se ofrecieron lotes pequeños y selectos. En total se colocaron 250 sacos de 46 kilogramos, procesados sin pulpa y sin mucílago, un producto que es conocido como ”grano oro”.

El objetivo de la actividad no era vender grandes cantidades, sino dar a conocer la calidad del producto, promover a los caficultores y crear lazos con grandes clientes internacionales.

Internet ofrece un mecanismo novedoso para vender, que forma parte de una estrategia de promoción del café costarricense como un alimento ”gourmet” o selecto.

La estrategia es impulsada por la empresarial Asociación de Cafés Finos de Costa Rica y el Instituto Costarricense del Café (Icafé), organismo rector del sector que integra al gobierno, agricultores, procesadores, tostadores y exportadores.

Ambas instituciones crearon la marca ”Cosecha de Oro” (Gold Crop, en inglés), que anualmente llama a concurso a miles de caficultores del país, que compiten por lograr que sus granos ingresen a una lista de las diez mejores variedades.

Esta iniciativa cuenta con respaldo de la Asociación de Cafés Finos de Estados Unidos (SCAA, por sus siglas en inglés).

”Este año ha resultado todo un éxito. Es una estrategia para promocionar la más alta calidad desde la fruta hasta la taza”, dijo a IPS Mauricio Cercone, presidente ejecutivo de la Asociación de Cafés Finos de Costa Rica.

Los cafés en competencia son valorados por expertos nacionales que hacen una preselección de las mejores cosechas.

Luego, veinte catadores internacionales conforman un listado final con los diez mejores, que son subastados a través de la página web de la SCAA.

Mientras el café en el mercado de Nueva York se cotizó este año a un precio máximo de 0,64 dólares por libra (casi 65 dólares por saco), en la subasta elecrónica los caficultores costarricenses obtuvieron entre 1,48 y 7,35 dólares por libra.

”Esos son precios nunca antes vistos en la historia de nuestro café. Otros países como Brasil y Vietnam venden masivamente pero nosotros no pretendemos eso, queremos promocionarnos como (proveedores de) café gourmet”, agregó Cercone.

A su juicio, esta iniciativa abre las puertas de nuevos mercados pues pone en contacto a pequeños productores con poderosos compradores de Estados Unidos y países de Asia y Europa.

En la subasta de este año participaron compradores de 45 países, a quienes se envió previamente una muestra de 300 gramos de cada uno de los diez mejores cafés de Costa Rica.

Una vez inscriptos, los participantes recibían una contraseña para acceder a la puja desde cualquier lugar del mundo.

La subasta fue pública y por tanto accesible a cualquiera que quisiera observarla ingresando a la página de Internet correspondiente.

”Antes vendíamos nuestro café a intermediarios pero ahora lo estamos vendiendo directamente a los clientes”, dijo a IPS el agrónomo Francisco José González, gerente del beneficio de café (ingenio) El Patalillo.

González es parte de una empresa familiar que nació en 1888 y que en los últimos años experimentó una importante contracción porque los precios internacionales descendieron por debajo de los costos de producción.

Sin embargo, parte de la cosecha y la producción de esta firma se vende ahora a la cadena estadounidense de cafeterías Starbucks, y en la última subasta vendieron 20 sacos de su mejor cosecha a otra empresa por 7,35 dólares la libra, un monto cercano a 15.000 dólares por una cantidad pequeña.

El café de El Patalillo fue catalogado como el mejor de la ”Cosecha de Oro” de este año, y González considera que ha descubierto su nicho en el mercado mundial.

Costa Rica tiene costos de producción altos respecto de otros países productores, por sus estándares laborales y ambientales y de calidad.

”Ahora lo que estamos tratando es de que eso no sea una desventaja sino una ventaja, pues los clientes pagan más si el café es de calidad, el futuro de este sector está en los cafés finos”, comentó González.

Ese resultado supone la combinación armoniosa de varios factores, como la buena semilla, terrenos a gran altura sobre el nivel del mar y un adecuado equilibrio entre la precipitación y la humedad relativa.

Durante el siglo XIX y gran parte del siglo XX el café fue el principal rubro de exportación de Costa Rica, pero ahora es el cuarto, detrás de las ventas de microprocesadores, banano y textiles.

En 2002 Costa Rica obtuvo divisas por 166 millones de dólares por las ventas de café, de acuerdo a cifras de Icafé.

Miles de familias costarricenses dependen de la caficultura de manera permanente, mientras otros varios miles viven de ella durante la recolección.

En poco más de 70.000 caficultores del país, más de 85 por ciento son pequeños propietarios.

En este panorama, gobierno, agricultores y expertos buscan mecanismos alternativos para promocionar el producto y mantener viva la caficultura, como la subasta de este mes.

La mayoría de los clientes que participaron son empresas internacionales que se dedican a tostar el café, a molerlo y a distribuirlo a importantes cadenas mundiales.

”¿Cuándo habría tenido yo oportunidad de promocionar mi café ante los grandes tostadores del mundo? Tal vez nunca. Por eso ya estamos esperando con ansias la subasta del próximo año”, se entusiasmó González.

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