Las universidades religiosas de América Latina y el Caribe proliferaron en los años 90 en la región, de la mano de la privatización de la enseñanza. Ahora se proponen presentar nuevas alternativas ante el progresivo retiro del Estado de la educación superior.
En un encuentro convocado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en la capital de Uruguay, 53 rectores de universidades religiosas subrayaron su deber de trabajar por el desarrollo regional y acercarse a las organizaciones no gubernamentales para satisfacer sus demandas, muchas veces olvidadas por el sector público, indicaron.
Es la primera vez en la región que se convoca a todas las universidades religiosas y que se cuenta con la participación de tantas, de diversas confesiones, destacó a IPS el director del Instituto Internacional de la Unesco para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC), Claudio Rama.
IESALC invitó a autoridades de 197 universidades latinoamericanas de casi todas las confesiones cristianas, y también judías y de la fe Bahai, a una reunión en Montevideo que comenzó el domingo y terminó este martes para analizar la realidad educativa de la región.
Ante la realidad global en la que prolifera la intolerancia, la violencia y la corrupción, las universidades religiosas tienen la responsabilidad de formar líderes para el siglo XXI que no sólo sean buenos profesionales, sino también los dirigentes morales que el continente necesita, señala la declaración final.
Además, se subraya la necesidad de colaborar con el Estado para el desarrollo económico y social de la región.
Tenemos un compromiso social. Debemos incentivar el servicio a la población. La universidad no se debe cerrar sobre sí misma, sino que se debe irradiar a las zonas que la rodean. Debemos ir en ayuda de la sociedad, dijo el rector de la Universidad Católica de Río de Janeiro, Jesús Hortal.
Este diálogo religioso busca, en primer lugar, reconocer nuestra realidad latinoamericana y, en segundo lugar, generar los mecanismos necesarios para una mayor cooperación y convivencia con el Estado, señaló Rama.
De acuerdo a un estudio de la colombiana Universidad de los Andes, que sirvió de base a la discusión, los centros religiosos de estudios jugarán un papel clave en 2010, cuando la población latinoamericana crecerá a 566 millones, y con ella la demanda universitaria, a la que no podrá hacer frente el Estado.
El sector público no puede cubrir a todos. Para mí, democratizar la educación superior significa que haya varias universidades. El papel del Estado debe ser controlar y obligar a la calidad de los centros de estudio, así como incentivar su libertad, sostuvo Rama.
A su juicio, las universidades religiosas contribuyen a aumentar la cobertura de la enseñanza superior, que en América Latina y el Caribe todavía está demasiado atrasada.
La tasa de escolarización en el nivel terciario de América Latina y el Caribe es de 22 por ciento, muy lejos de Estados Unidos, con 60 por ciento, y más aun de Europa, con 70 por ciento.
El Estado, debido a las frecuentes crisis financieras, se desprende en forma progresiva de la educación superior. Las universidades privadas crecen ante la falta de financiación de las públicas, señaló por su parte el rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina, Alfredo Zecca.
En América Latina y el Caribe hay 119 universidades católicas, 23 protestantes, y 55 de otras religiones. Entre las católicas, las de la orden de los diocesanos son mayoría, seguidas por las jesuitas. Entre las protestantes, las universidades adventistas ocupan el primer lugar en número.
Brasil es el país latinoamericano con mayor número de universidades religiosas, seguido por México, Colombia, Argentina, Chile y Perú.
El aumento de la libertad religiosa, las restricciones financieras a la expansión de la educación pública y la mala calidad de ésta son algunas de las causas del florecimiento de las universidades religiosas, gran parte de ellas fundadas en los años 90, según los participantes.
A juicio de Rama, los centros educativos religiosos son cada vez más aceptados por los estudiantes, pues ofrecen carreras realizables en corto plazo, más adaptadas al mercado, con más respeto a las diversidades culturales, menores requisitos de ingreso y exigencias más bajas.
Sin embargo, no está claro cómo esta oferta privada logrará satisfacer la demanda educativa de la población de bajos recursos, que crece junto con la pobreza en América Latina.
Por su parte, el rector de la Universidad Adventista de Bolivia, Franz Raos, destacó la importancia de la participación de las universidades religiosas en los proyectos oficiales de desarrollo.
Es inaceptable un plan de desarrollo sin considerar los recursos humanos. Y como las universidades son las que proveen los recursos humanos, no deben quedar fuera de los proyectos de los gobiernos, afirmó.
Hay muchos proyectos de reformas que son financiados por el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Fondo Monetario Internacional en los que las universidades tendrían que colaborar para darles un carácter más humano, añadió.
Los rectores también coincidieron en la importancia de trabajar en forma estrecha con la sociedad civil que, ante un Estado cada vez más pequeño, trasladará a las universidades privadas sus exigencias sobre calidad de enseñanza e igualdad de oportunidades.
El encuentro Las universidades y las religiones en América Latina y el Caribe fue realizado con la colaboración de la Oficina Regional en Montevideo de la Unesco y el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay.