Manglares, pantanos, ríos, lagunas de agua dulce y playas de arenas negras de origen volcánico que conforman los variados ecosistemas del humedal Manchón Guamuchal, el mayor de Guatemala, padecen una paulatina destrucción por la depredación y la contaminación.
Un incendio que amenazó el mes pasado la zona de manglares capturó la atención pública sobre el humedal, un área protegida de 13.500 hectáreas ubicada en una isla del océano Pacífico, frente a las playas del sudoccidental municipio de Tilapia, departamento de San Marcos, 270 kilómetros al oeste de ciudad de Guatemala.
El humedal es zona de refugio de aves migratorias y, por su enorme riqueza biológica, es uno de los ecosistemas más complejos y productivos del planeta.
Estos hábitat intermedios entre un ambiente terrestre y otro acuático son vitales porque realizan funciones básicas, proporcionan recursos naturales y se erigen en valioso patrimonio cultural y natural.
Manchón Guamuchal está incluido en la Convención de Ramsar sobre los Humedales, adoptada en la ciudad iraní de ese nombre en 1971, y firmada por más de 100 países.
La Convención comprende una lista de sitios de importancia mundial, en especial por constituir hábitat de aves acuáticas. Guatemala ratificó ese instrumento internacional en junio de 1990 e incluyó en 1998 el Manchón-Guamuchal en la nómina de humedales de relevancia internacional.
”Manchón Guamuchal fue declarado sitio Ramsar, pero las autoridades no le prestan ninguna atención”, dijo a Tierramérica la conservacionista Ligia de León, con más de 20 años dedicados a proteger el área junto con la organización Amigos del Bosque.
De León lamentó además que la prensa local no difunda de manera adecuada estudios como el publicado en marzo por la oceanógrafa brasileña Yara Schaeffer-Novelli, quien visitó Guatemala el año pasado.
El Manchón, la más importante área de protección especial en la costa sudoccidental de Guatemala, es quizá el único sitio que aún permanece en esa región para descanso de aves migratorias que utilizan el corredor occidental que se origina en Canadá y Estados Unidos, subrayó el informe de Schaeffer-Novelli.
Catorce especies de patos, doce de las cuales son migratorias, y 20 especies de garzas como las jorojoras o garzas-tigre, además de aves limícolas utilizan ese sitio, según el reporte.
De León precisa que las aves llegan entre octubre y noviembre y se van en marzo, tras permanecer en las lagunas de Tilapia. Las hay acuáticas y algunas rapaces, como gavilanes, buitres, halcones y milanos, de la familia de las aguilillas.
La conservacionista cuestionó la falta de sanciones a empresas camaroneras que actúan muy cerca de esos hábitat y a plantaciones bananeras, principales responsables de la contaminación.
”A los humedales llega de todo por los ríos. Además, el avance de los asentamientos humanos es otro factor que amenaza el área”, aseguró De León.
Según el informe de Schaeffer-Novelli, la contaminación por químicos y residuos plásticos desechados aguas arriba afecta toda el área, así como la depredación de los pobladores, que cortan el mangle blanco (Laguncularia racemosa) para la producción de artesanías, y el mangle rojo o colorado (Rhizophora mangle), que usan como leña.
”No se han podido establecer, por desgracia, las bases para salvar de la contaminación ecosistemas vitales”, admitió a Tierramérica Yadira Pereira, asistente general del departamento de Vida Silvestre del Consejo Nacional de 5reas Protegidas (CONAP).
Sin embargo, dijo, el gobierno guatemalteco trabaja intensamente para cumplir los lineamientos de la Convención Ramsar.
Pereira destacó la puesta en marcha de programas de capacitación y el refuerzo de controles al ingreso de personas a las áreas protegidas.
* Publicado originalmente el 24 de mayo por la red latinoamericana de Tierramérica. (