¿Quién dijo que los puños en alto pasaron de moda? Representantes de varias vertientes de la izquierda de América Latina se dieron un baño de multitud en Venezuela, en el primer aniversario del contragolpe de Estado que repuso al presidente Hugo Chávez.
Una marea roja de decenas de miles de chavistas, con las boinas de ese color que suelen lucir, aclamaron en la céntrica avenida Bolívar de Caracas a su líder, de 48 años, que el 13 de abril de 2002 retomó el poder perdido por 48 horas, a hombros de sus partidarios civiles y militares.
Llegó la hora de una nueva oleada continental por la independencia. No nos queda más que unirnos en la lucha, se trata de la globalización de la revolución, dijo Chávez a la multitud, ante la cual afirmó que el golpe en su contra del 11 de abril tenía y sigue teniendo el sello del imperialismo: fue cocinado fuera de las fronteras de Venezuela.
El presidente fustigó a la oligarquía reaccionaria venezolana, al neoliberalismo salvaje, a la propuesta Area de Libre Comercio de las Américas a la que no podemos entrar por mandato de nuestra Constitución, y al Fondo Monetario Internacional, al que advirtió que Venezuela no está en venta.
En medio del tremolar de banderas venezolanas se agitaban algunas de Cuba, y varias efigies de Simón Bolívar eran acompañadas por retratos del guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara.
El discurso fue acompañado por figuras de la izquierda latinoamericana, entre ellas el vicepresidente de Cuba, Carlos Lage, el ex presidente sandinista de Nicaragua Daniel Ortega (1984- 1990), y el salvadoreño Schafik Handal, dirigente del ex guerrillero partido Farabundo Martí para la Liberación Nacional.
También estuvieron el dirigente indígena y cocalero boliviano Evo Morales, la ecuatoriana Blanca Chascoso, de la Confederación de Nacionalidades Indígenas, la comunista chilena Gladys Marín, la colombiana Gloria Gaitán, hija del asesinado político Jorge Eliécer Gaitán, y la argentina Hebe de Bonafini, de Madres de Plaza de Mayo. El mitin callejero cerró un ciclo de seminarios que congregó a otras figuras de la izquierda y el movimiento internacional por alternativas a la globalización en curso, entre ellas el ex ministro socialista francés Jean-Pierre Chévénement, el eurodiputado español Pedro Marset y la activista estadounidense Margaret Prescott, de Huelga Mundial de Mujeres.
Hubo divulgadores del marxismo como la chilena Marta Harnecker, residente en Cuba, cineastas como el anglopaquistaní Tarik Alí, el británico Alex Cox y el argentino Fernando Solanas, y sociólogos como el estadounidense James Petras.
También periodistas como la argentina Stella Calloni, la italiana Luciana Castellina, el británico Richard Gott y el español Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique.
Esos visitantes compartieron tribunas con dirigentes de los partidos políticos que apoyan a Chávez, como el Movimiento V República y Patria Para Todos, y también con militares decisivos en el contragolpe de 2002, como el general Jorge García Carneiro, entonces jefe de la guarnición de Caracas y ahora comandante del ejército.
Entre uno y otro acto, grupos de invitados se reunieron con pobladores de humildes barriadas del oeste de Caracas, donde campean organizaciones como Tupamaros, simpatizantes del presidente y surgidas de viejas formaciones de extrema izquierda.
Lage dijo en su intervención que hay sectores escuálidos (así llama Chávez a sus opositores) que tienen miedo de que la revolución venezolana se cubanice. Pueden quedarse tranquilos: el verdadero peligro es que la revolución cubana se venezolanice.
Ortega afirmó que la Organización de las Naciones Unidas está herida de muerte, una vez que los yanquis lanzaron la invasión de Iraq desconociendo a sus aliados Alemania y Francia, a China y Rusia y, sobre todo, a la opinión pública mundial.
Ramonet sostuvo que el conflicto en Iraq fue una guerra ideológica, para mostrar el poderío imperial de Estados Unidos, especie de brazo armado de la globalización, más que una ofensiva por el control de pozos petroleros.
Para Chévénement, las dificultades políticas de Bush van a comenzar en Iraq, debido al espectáculo caótico y el desorden que ha ocasionado.
Toda nuestra solidaridad está con el sufrido pueblo de Iraq, con los niños, mujeres y hombres inocentes víctimas de los bombardeos, aseveró Chávez.
Handal opinó que no hay una vía única para la revolución y que la lección de Venezuela es que abrió la ruta político- electoral.
Prescott animó a los 2.500 chavistas que llenaron en la mañana del domingo el moderno teatro Teresa Carreño, al asegurar: La gente en Estados Unidos está con ustedes. Chávez ha marcado un hito.
En una semana no podemos formarnos una idea como la de ustedes acerca de lo que pasa aquí. Pero si eres una persona de izquierda, imagino que apoyas a Chávez, dijo Cox a periodistas.
Chávez dirigió en 1992, cuando era teniente coronel de paracaidistas en actividad, una cruenta sublevación por la que purgó dos años de cárcel. Luego tomó la vía electoral y ganó la presidencia en diciembre de 1998.
Al año siguiente, Chávez impulsó una nueva Constitución que fue aprobada en plebiscito, y en su marco institucional fue elegido en 2000 para gobernar hasta 2006.
Gott leyó la declaración final del encuentro, que pidió a las organizaciones populares y de izquierda del hemisferio crear redes de solidaridad con la revolución bolivariana de Venezuela.
Chávez anunció que este año invitará a realizar en el país congresos internacionales de campesinos e indígenas, para impulsar la lucha contra la globalización en curso. (