La cobertura latinoamericana de la guerra en Iraq se caracterizó por el esfuerzo de enviar periodistas propios pese a la crisis económica, y el afán por lograr equilibrio, con alguna exageración antiestadounidense, según expertos y periodistas.
Varios grandes medios de comunicación de la región lograron contra con enviados especiales en Iraq o en los vecinos Jordania y Kuwait, y alternaron material de origen estadounidense y europeo con la intención de balancear su noticieros y comentarios.
En las sociedades de América Latina, las mayorías se opusieron a la guerra según las encuestas de opinión, y buena parte de los medios de comunicación de la región compartieron esa tendencia, lo cual contrapesó su tradicional dependencia de informaciones, y especialmente imágenes, provenientes de Estados Unidos.
Eso contribuyó a que la cobertura no tuviera un sesgo favorable a la coalición liderada por Washington contra Iraq, y tendiera en cambio a la desviación inversa.
En Brasil, "la oposición a la guerra condujo los medios a una postura antiestadounidense" para 91 por ciento de los 4.099 participantes hasta ahora en una encuesta del sitio en Internet, la red mundial de computadoras, del Observatorio de la Prensa, un foro independiente dirigido por el experimentado periodista Alberto Dines.
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Hubo exageración en el recurso a la "indignación y el uso de lo políticamente correcto", en ausencia de información más profunda, y tendencia de los medios a "simplificar" el proceso, por desconocimiento de la realidad o por toma de partido, criticó Dines.
Pero de todos modos se notó "un esfuerzo por mantener cierto equilibrio, y reducir el antiamericanismo en los textos noticiosos y en la publicación de artículos, análisis y entrevistas", dijo a IPS el defensor de los lectores del diario Folha de Sao Paulo, Bernardo Ajzenberg.
Fueron excepciones los nombres de algunos suplementos dedicados a la cobertura de la guerra, como "Ataque del imperio" de la propia Folha de Sao Paulo y "La guerra de Bush" del diario O Globo, y también hubo casos de sesgo favorable a la política de Washington, admitió.
La emisora de televisión Globo, la de mayor audiencia en Brasil, buscó la imparcialidad según Ajzenberg.
Folha de Sao Paulo fue el único medio brasileño con enviados especiales en Bagdad, un reportero y un fotógrafo, que por seguridad se trasladaron a Amman en algunos días críticos de la toma de la capital iraquí por tropas estadunidenses.
Eso permitió reportajes con una "mirada brasileña" sobre hechos que de otra forma habrían recibido un tratamiento "frío o de informe", según el único defensor de los lectores en un medio de prensa del país.
También los diarios argentinos Clarín y La Nación, y las emisoras Televisa de México y Televisión Nacional de Chile pudieron contar con reportajes propios desde Iraq.
En México "sorprendió la cobertura equilibrada de los medios televisivos", y el enviado del diario El Universal, con su esperado trabajo de "reportaje humano y de color", repitió la taea realizada en 2001 en Afganistán, dijo a IPS Raul Trejo, fundador de la revista Ectcétera, de información y análisis sobre los medios de comunicación.
Esa sorpresa fue compartida por otros analistas, ante la mezcla de material de medios del Norte industrializado con "la otra cara" de la guerra, aspectos humanos, la posición del gobierno iraquí y duras críticas a Washington.
Gustavo Sierra, de Clarín, aportó sobre todo crónicas humanas desde Bagdad, que ganaron la portada del diario y conquistaron público del sitio en Internet y la radio (Mitre) pertenecientes al mismo grupo, con una mezcla de datos e impresiones desde hospitales, maternidades y comercios, similar a la que pudo haber en cartas de un soldado a su familia.
Varios otros medios, como la mexicana TV Azteca y la brasileña Globo, e incluso algunos de países pequeños como Costa Rica y Guatemala, enviaron reporteros a países vecinos de Iraq, en especial Kuwait y Jordania, y muchos de ellos ingresaron a territorio iraquí tras la caída de Bagdad.
Nunca tantos periodistas latinoamericanos cubrieron una guerra en otro continente, y eso hizo que América Latina aportara su parte de los 13 periodistas muertos en el conflicto.
Dos profesionales argentinos, Mario Podestá, de 51 años y con tres hijos, y Verónica Cabrera, de 28 años y con una hija, enviados por el canal Telefé, murieron cuando se trasladaban de Amman a Bagdad.
El automóvil en que viajaban el lunes dió varios vuelcos, debido, según testimonios, a un neumático perforado por tiros de origen desconocida. Podestá murió inmediatamente y Cabrera el martes, en un hospital.
Las muertes de periodistas en Iraq, y en especial las tres causadas por ataques estadounidenses al hotel Palestina y a la oficina de la emisora de televisión qatarí Al Jazeera, en Bagdad el 8 de abril, fueron motivo de duras protestas de instituciones como la Federación Internacional de Periodistas, la Asociación Brasileña de Prensa y la Asociacion de Prensa Uruguaya.
Pero Dines sostuvo que las acusaciones contra Washington de "ataque deliberado", "asesinato" y "crímenes de guerra" fueron una "reacción politizada y corporativa", realizada sin pruebas.
Trejo también lamentó esas muertes pero descartó que se debieran a una acción deliberada, y sostuvo que fueron transformadas en "algo fuera de lo común" debido al "protagonismo" de periodistas y medios, mientras en muchos casos se mantenía silencio sobre miles de muertos civiles, incluyendo a mujeres y niños.
La razonable cobertura de la guerra por los medios de la región exigió superar, con creatividad, sus limitaciones económicas y las de periodistas que, "masacrados por las tareas cotidianas y la acumulación" de trabajo, no disponen de tiempo ni recursos para capacitarse como los de colegas de países ricos, destacó Ajzenberg.
Tales restricciones afectan sobre todo la cobertura internacional. Folha de Sao Paulo, por ejemplo, tenía 20 corresponsales en el exterior a comienzos de los años 90, pero esa red se ha reducido a la cuarta parte, y eso indica un deterioro que el defensor de los lectores cree "vigente en toda América Latina".
* Con aportes de Diego Cevallos (Mexico), Humberto Marquez (Caracas) y Marcela Valente (Buenos Aires).