La incertidumbre que la guerra contra Iraq crea en la economía mundial afectará la inversión en los países en desarrollo, señaló este martes la Cepal, tras informar que el flujo de capital hacia América Latina cayó 33 por ciento en 2002, en su tercer año consecutivo de declinación.
La Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) redujo de 2,5 a un rango entre 1,5 y dos por ciento su pronóstico de crecimiento del producto regional para este año, debido al panorama internacional extremadamente incierto, según su secretario ejecutivo, el economista colombiano José Antonio Ocampo.
El ataque de Estados Unidos y Gran Bretaña contra Iraq va a afectar sin duda a las economías industrializadas y su impacto mayor está en el aumento del factor incertidumbre, que impactará las inversiones hacia el mundo en desarrollo, agregó Ocampo.
El responsable de la agencia regional de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) añadió que la invasión a Iraq tendrá también un impacto a largo plazo, al aumentar los desequilibrios comerciales y hacer resurgir los problemas fiscales, a causa del aumento del gasto público en Estados Unidos y otras potencias económicas.
Esos déficit comerciales y fiscales tienen inicialmente repercusiones positivas para la actividad económica, pero luego dan lugar a políticas de ajuste que igualmente van a afectar a América Latina y el Caribe y a otras regiones en desarrollo.
Ocampo agregó que el comportamiento volátil del mercado petrolero desde el comienzo de la guerra el 20 de marzo hace difícil trazar proyecciones sobre el efecto de este conflicto en los precios del crudo y su consecuencia en las economías industrializadas importadoras netas de hidrocarburos.
Si la guerra deriva en un incremento de las cotizaciones del crudo, en América Latina habrá muchos perdedores y pocos ganadores, explicó el economista, tras precisar que los únicos exportadores petroleros de la región son México, Venezuela, Colombia, Ecuador y Argentina.
El producto interno bruto (PIB) de la región registró en 2002 la caída de 0,5 por ciento, y el sesgo negativo que predomina actualmente indica que este no va a ser el año de la reactivación fuerte, dijo el secretario ejecutivo de Cepal.
El pronóstico inicial de crecimiento de 2,5 del PIB regional para este año fue revisado a la luz del retroceso que se prevé para la economía de Venezuela, como consecuencia de la prolongada huelga de diciembre y enero contra el gobierno de Hugo Chávez.
En cambio, Argentina crecerá en torno a cuatro por ciento, más de los previsto originalmente, según el gobierno de Eduardo Duhalde, contrarrestando así en parte dos años consecutivos de profunda recesión.
Así, la incertidumbre internacional, profundizada por la guerra contra Iraq, se inserta en un periodo de caída de la inversión extranjera directa en el mundo, en el cual la región de América Latina y el Caribe aparece como la más perjudicada entre las áreas en desarrollo.
El flujo de capitales hacia los países latinoamericanos y caribeños fue de 84.000 millones de dólares en 2001 para disminuir a 56.700 millones en 2002, una caída superior a la contracción mundial de 27 por ciento para ese mismo lapso.
La inversión extranjera directa alcanzó su máximo histórico a nivel mundial en 2000, con un volumen de 1,49 billones de dólares, 1,22 billones de los cuales se concentraron en los países industrializados y 238.000 millones en los países en desarrollo.
En el mundo en desarrollo, la mayor afluencia de capitales fue para la zona Asia-Pacífico, con 134.000 millones, de los cuales China recibió 41.000 millones de dólares. En tanto, América Latina y el Caribe captó inversiones en 2000 por 94.000 millones de dólares.
En 2001, la inversión mundial cayó a 735.000 millones de dólares, dividida en 503.000 millones para el mundo industrializado y 205.000 millones para los países en desarrollo, donde Asia-Pacífico captó 102.000 millones (con 47.000 millones de dólares para China) y América Latina y el Caribe 84.000 millones.
En 2002 continuó la caída, con flujos mundiales de 534.000 millones de dólares, 349.000 millones de los cuales corresponden a los países ricos y 158.000 millones al mundo en desarrollo, donde China siguió siendo el principal polo de inversiones, con 50.000 millones de los 90.000 que llegaron a la región Asia-Pacífico.
Mientras, los 56.687 millones de inversión en América Latina y el Caribe se dividieron en 27.146 millones para América del Sur, 17.753 millones para México, América Central y el Caribe y 11.788 millones de dólares para los llamados Centros Financieros.
La inversión externa en América del Sur registró el año pasado una merma de 31 por ciento respecto de 2001, con un mayor énfasis en Chile y el Mercado Común del Sur (Mercosur), conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, donde el retroceso fue de 35 por ciento.
A su vez, en la Comunidad Andina de Naciones, integrada por Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, la contracción fue sólo de 18 por ciento gracias a que siguió atrayendo capitales para explotación de recursos naturales, en especial hidrocarburos.
La Cepal señala que en el caso del Mercosur la caída de la inversión refleja el agotamiento de los procesos de privatizaciones, así como las crisis económicas de Argentina y Uruguay, además del menor crecimiento en Brasil y también de Chile, que está asociado a este bloque.
En América Central y el Caribe la caída en 2002 fue de 13 por ciento respecto del año anterior, con un comportamiento positivo de Costa Rica, que vio aumentar los flujos de capital en 41 por ciento en ese periodo.
En México, la inversión externa en 2002 llegó a 13.626 millones de dólares, con un fuerte retroceso respecto de los 24.731 millones del año anterior, en que el flujo de capital se incrementó con la operación de compra del banco local Banamex, realizado por el grupo financiero estadounidense Citicorp.
América Latina y el Caribe resintieron, desde el punto de vista de la inversión, las condiciones mundiales de incertidumbre sobre la recuperación de la economía, la crisis de los sectores de vanguardia vinculados al comercio electrónico y la fuerte disminución de las fusiones y adquisiciones de empresas.
El documento de la Cepal añade que a esos factores hay que sumar la caída en las ganancias de las empresas y de las bolsas de valores, la mayor aversión al riesgo, el difícil acceso empresarial al crédito y otras formas de financiamiento y la desaceleración de la expansión global de las firmas transnacionales.